My Fair Lady: una divina Audrey Hepburn y tres vestidos que hicieron historia
- Cecil Beaton diseñó el vestuario de la película para mostrar su talento y embellecer a Audrey Hepburn
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My Fair Lady es una gran película, aclamada por la crítica como uno de los mejores musicales de la gran pantalla. Recibió 12 nominaciones para los Oscar y se llevó 8, y de ellos dos fueron para Cecil Beaton: dirección de arte y vestuario. Porque en esta película la estética tiene tanto protagonismo como los personajes. Beaton era un hombre inquieto, enamorado de la belleza que supo cómo atraparla con su cámara y en el cine. Poseía un universo propio en el que se mezclaban las referencias a los grandes de la aguja, como Cristóbal Balenciaga, Gabrielle Chanel y Christian Dior, hilvanando en casa imagen belleza, elegancia y glamur. "Nunca se inventará una cámara que pueda capturar o abarcar todo lo que realmente ve", dijo de él Truman Capote.
El armario de Eliza, vestidos para la historia
Como fotógrafo tuvo una dilatada carrera que comenzó en su Londres natal y creció profesionalmente en Estados Unidos. Trabajó para Vogue, Harper's Bazaar y Vanity Fair, y retrató a las estrellas más rutilantes del dorado Hollywood a la vez que era el retratista oficial de la familia real británica. La Segunda Guerra Mundial provocó un giro en su carrera y trabajó en Broadway como escenógrafo y diseñador de vestuario en otras tan importantes como El abanico de Lady Windermere, de Oscar Wilde, y My Fair Lady, con Julie Andrews y Rex Harrison. De esa obra salió la película que hizo George Cukor, aunque cambiando a Julie Andrews por Audrey Hepburn, lo que provocó un terremoto mediático entre la prensa norteamericana. Se trataba de un musical y Audrey no cantaba, por eso tuvieron que contar con la soprano Marni Nixon (que ya había cantado para Deborah Kerr en El rey y yo y para Natalie Wood en West Side Story. para doblar a la actriz en las canciones. Se dice que por eso la Academia de Hollywood no nominó a Audrey Hepburn y, carambolas del destino, el Oscar a mejor actriz de ese año se lo llevó Julie Andrews por su Mary Poppins.
Anécdotas aparte, My Fair Lady es un excelente musical, con dos actores en estado de gracia, dirigidos por uno de los grandes directores de cine. Cukor, bautizado como el 'director de actrices', tuvo varios encontronazos con Beaton, que nunca llegó a aceptar el hecho de trabajar a las órdenes del director. Este no soportaba los aires de divo de Beaton, pero supo dejarle su espacio consciente de que era bueno para la película y consciente de que Audrey le adoraba. Ella sabía que Beaton estaba trabajando duro para que estuviera especialmente bella, estaba fascinada con el vestuario y supo llevar incluso los vestidos más extravagantes con mucha elegancia. El vestuario es impresionante y una buena muestra del talento de Cecil Beaton, que vio en este trabajo una oportunidad única para mostrar todo su esplendor artístico. Beaton se vendió a sí mismo y logró lo que deseaba: éxito y el Oscar. En la versión cinematográfica de My Fair Lady el vestuario está al servicio del personaje y Beaton, con acierto, sabe vestir las dos versiones de Eliza, la florista callejera de origen humilde y la joven refinada en la que se convierte. Es entonces cuando luce los vestidos más sorprendentes.
Vestido de cristal
Es uno de los vestidos de película más copiados y que más versiones tiene. Se le llama el 'vestido acristalado', aunque Cecil Beaton lo describía como "el hielo sobre los árboles de Suiza". Es un diseño especial, trabajado sobre un vestido de estilo eduardiano: consta de un sencillo vestido en satén blanco sobre el que se coloca una red de tul fantasía bordado con hilo de plata, lentejuelas, perlas y cuentas de piedra y cristal colocadas de forma radial. Tiene escote redondo, mangas pequeñas y un patrón recto y limpio.
Vestido rosa
En la película no es el que más llama la atención, ya que hay otros más llamativos, pero este vestido es una pieza soberbia que destaca por su delicadeza y elegancia. Está hecho en chiffon de seda de color rosa palo, y destaca por la complejidad del patrón, hecho con superposiciones como si fuera un dos piezas. Llama la atención el escote decorado con una enorme flor, que en realidad es un falso escote que se logra jugando con las formas y las transparencias: parece que el vestido enseña más de la cuenta (por la forma del escote y el tejido que lo vela) pero en realidad es todo recato y coquetería.
Vestido de encaje blanco
Eliza debuta en las carreras de Ascot con este 'modelazo', uno de los más llamativos de entre el millar que Cecil Beaton hizo para la película. Es casi una segunda piel de encaje blanco y lazos bicolor en blanco y negro, y es tan fabuloso como el enorme sombrero con el que se combina: en Ascot lo importante es que el tocado no pase desapercibido. El vestido estuvo en manos de Debbie Reynolds, y está considerado como uno de los más caros de la historia del cine: en 2011 se vendió por 3,7 millones de dólares.