El Valle del Ambroz, para ir y repetir
- Los ocho pueblos de la comarca, de origen celta, romano o medieval, evocan la historia a través de sus monumentos
- Este rincón del norte de Cáceres ofrece bosques para caminar, rutas para pedalear, embalses para navegar, piscinas naturales para sumergirse y cielos con miles de estrellas
Hay lugares a los que hay que volver una y mil veces por lo bonitos que son y por lo bien que te hacen sentir. Uno de esos sitios es el Valle del Ambroz, la comarca más pequeña de Cáceres. Se encuentra al norte de la provincia, pegada a Salamanca y sus pueblos, sus paisajes, su historia, sus bosques y sus piscinas naturales se superponen creando el rincón perfecto.
En El gallo que no cesa, hemos visitado las poblaciones principales, entre ellas Hervás y Baños de Montemayor, nos hemos sentado a la mesa, hemos pateado entre castaños y montado en bici por la Vía Verde Ruta de la Plata y, aprovechando la oscuridad, hemos contemplado las estrellas. Todo con cuidado de dejar planes para otras ocasiones porque el valle hay que disfrutarlo, además de en verano, en otoño, en invierno y en primavera.
Un rincón verde para perderse
El norte de Extremadura es verde y frondoso, está lleno de gargantas que nacen en las montañas y de pueblos con encanto. Una de las zonas más bonitas de la comunidad es el Valle del Ambroz, “un territorio balcón hacia Extremadura”, describe Miriam Campuzano, encargada de la oficina de turismo de Hervás.
Las diferencias de altitud, que van desde los 300 a los 2000 metros y la abundancia de agua contribuyen a crear un paisaje lleno de magia. “Es un valle que atrapa el agua y mezclada con las gargantas y las zonas de umbría nos producen ahí un mosaico muy bonito”, explica el guía de naturaleza de Vive Ambroz Daniel Alonso.
La diversidad es enorme: en las zonas bajas, hay olivos, árboles frutales y dehesas; en las laderas de las montañas, aparecen los bosques de hoja caduca, los castaños y los robles y en la parte más alta, el pino. Un puzle cromático que cambia con el paso de las estaciones y que propicia el regreso.
Ocho pueblos para elegir
El territorio del Valle del Ambroz se reparte entre ocho municipios: Abadía, Aldeanueva del Camino, Baños de Montemayor, Casas del Monte, La Garganta, Gargantilla, Hervás y Segura de Toro, cada uno con sus particularidades.
El asentamiento más antiguo de todos, Segura de Toro, es de origen celta, “conserva un verraco, es una réplica en realidad, el original está en el museo arqueológico de Badajoz, tenemos también restos de lagares celtas”, explica Campuzano.
También tienen una historia interesante Baños de Montemayor o Aldeanueva del Camino (de fundación romana, ya que estaban al lado de la Vía de la Plata) y Abadía, muy importante durante la Edad Media por "la presencia de la intelectualidad más destacada”.
En lo más alto del valle, se ubica La Garganta, un pequeño pueblo de tradición ganadera que conserva algunos puntos de interés etnográfico como el pozo de la nieve y el corral de los lobos, que se usaba para dar caza a estos cánidos, enemigos de los pastores. La relación ha cambiado y, hoy, el Centro de Visitantes del Lobo ahonda en este vínculo y en la trayectoria del lobo en la península.
Completan la lista, en la parte más occidental de la comarca, Casas del Monte y Gargantilla, con unos paisajes maravillosos.
Hervás, un concurso de belleza a cada paso
Hervás es el pueblo con más vida del valle, tiene unos 4000 habitantes y te puedes pasar horas caminando por sus calles, sobre todo por el barrio medieval. Ahí, cada pocos pasos, la vista se abre y las casas de madera y adobe enmarcan un rincón de la montaña como si fuera una postal.
Recorrerlo por libre y despacio es maravilloso, pero también es recomendable hacer una visita guiada para comprender su historia. Ana Isabel Torres, guía oficial en AMBROVEN, nos remonta a los orígenes, en el siglo X: “Un poblado de origen templario se asienta en una de las orillas de uno de los ríos que pasa por Hervás. Se crea un monasterio con advocación a san Protasio y san Gervasio, de san Gervasio deriva Hervás”.
El lugar escogido no era bueno desde un punto de vista defensivo así que se trasladaron a una zona más alta, junto a una torre vigía existente que se convirtió, con el paso del tiempo, en el campanario de la iglesia. El barro medieval creció alrededor de la torre: “primero se forma en torno a esa torre vigía y posteriormente en torno a la iglesia de santa María de Aguas Vivas”.
La estructura del barrio medieval se ha conservado perfectamente y pasear por las calles de Hervás es una lección de urbanismo de la época. Sus casas de tres plantas utilizan materiales de la zona (piedra, madera y adobe) y dan forma a calles estrechas y empinadas, con un montón de recovecos.
A este barrio medieval se le conoce como judería porque una parte estuvo habitado “por unas 40 o 45 familias que acabaron asentadas aquí huyendo de las revueltas antijudías que sobre todo se estaban dando en muchas zonas de Castilla, pero también en la parte sur de España, en zonas como Sevilla o Córdoba”.
Encontraron en Hervás el amparo del señor de Béjar, que extendía su influencia a estas tierras. Con el edicto de expulsión de 1492 de los Reyes Católicos, algunos se convirtieron y otros huyeron, de estos unos cuantos regresaron convertidos años después. De ahí el festival de los Conversos que ha celebrado su vigésimo quinta edición este fin de semana. Hoy, Hervás pertenece a la Red de Juderías Caminos de Sefarad.
Baños de Montemayor, la primera villa termal de Extremadura
Muy cerca de Hervás se encuentra otra localidad histórica: Baños de Montemayor. Su ubicación, junto a la Vía de la Plata, indica su origen romano vinculado al agua como explica José Antonio Sánchez, técnico de la oficina de turismo: “se descubren aquí dos manantiales de agua termal, se crea un balneario y alrededor se va creando un núcleo de población”. De aquella época se conservan algún tramo de la calzada romana, el puente del Cubo y las termas. Casi 2000 años después, Baños continúa vinculada al termalismo.
Más allá del agua, en la localidad hay monumentos interesantes, muchos, religiosos, “santa Catalina que es una iglesia del siglo XV que ahora es auditorio municipal y la iglesia de santa María del siglo XVI y XVII y dos ermitas, la del Humilladero y la del Calvario, como arquitectura religiosa rural del siglo XVIII”.
En cuanto a la arquitectura civil, además de las termas romanas, en Baños de Montemayor, destacan edificios que responden a tres órdenes arquitectónicos: el modernismo, ligado a la actividad termal, las casas solariegas y las construcciones rurales.
Lo que da la tierra
En todo el Valle del Ambroz se come muy bien. La huerta, los frutales y la ganadería extensiva proveen de productos a sus habitantes y los restaurantes basan sus platos en las recetas tradicionales que tienen influencias extremeñas y salmantinas. Destacan las migas, los embutidos ibéricos, las calderetas y los asados y elaboraciones como la ensalada de pimientos (el famoso zorongollo).
En las tabernas y los mesones elaboran estas recetas de siempre y también, desde hace unos años, han abierto restaurantes que usan la materia prima local para ofrecer platos con una vuelta de tuerca.
Naturaleza para disfrutar durante todo el año
La naturaleza exuberante del Valle del Ambroz ofrece posibilidades en cualquier época. Más de 200 kilómetros de senderos recorren los bosques de robles y castaños, y llevan hasta miradores y rincones de interés etnográfico. Se complementan con la Vía Verde Ruta de la Plata y con rutas BTT, ideales para recorrer en bici. En verano, las gargantas represadas se convierten en piscinas naturales solo aptas para valientes y por las noches, no hay mejor plan que mirar a las estrellas.
Todas estas actividades se pueden hacer en solitario o con la compañía de guías profesionales, jóvenes emprendedores especialistas en interpretar la naturaleza, la cultura, la historia y el cielo.
Y si nos quedamos con ganas de más, a poca distancia del Valle del Ambroz, se despliegan otras opciones: Plasencia, el mirador del Castillo en Cabezabellosa, el yacimiento de Cáparra o el pueblo medieval, deshabitado, conservado en el tiempo y rodeado de agua de Granadilla.
Siempre hay una excusa para volver a Extremadura.