Un verano de fiesta en fiesta por España
- Encierros donde no hay vaquillas y un autobús persigue a los jóvenes
- Una romería vikinga en Catoira, el descenso folclórico del Nalón y la vuelta a la edad Media de Ávila
Después de dos años de restricciones, celebraciones a medias tintas y verbenas canceladas, este verano las fiestas vuelven. En España, todo pueblo, por pequeño que sea, tiene su semana de festejos. En muchos casos el patrón se repite, pero también hay fiestas que son parte del patrimonio cultural de los pueblos y que dejan con la boca abierta.
En El gallo que no cesa, hemos asistido al Encierro del Autobús de Torralba de Ribota, al Desembarco Vikingo de Catoira, al Descenso Folklórico del Nalón y a las Jornadas Medievales de Ávila.
Un autobús de línea en vez de vaquillas
En su programa de fiestas, muchos pueblos incluyen encierros, sin embargo, en la localidad zaragozana de Torralba de Ribota, cercana a Calatayud, hace unas décadas, sustituyeron la vaquilla por un autobús y no por un vehículo contratado para la ocasión, sino por el autobús de línea que para cada mañana con su conductor y sus pasajeros.
Todo comenzó con la prohibición de celebrar encierros porque faltaban unos permisos. Cuenta el alcalde Alfonso Puertas que los jóvenes, entonces, tras la noche de fiesta, los días laborables, acudían a la carretera a seguir con la juerga y cuando llegaba el autobús interactuaban con él. “Las cuadrillas salían a la entrada del pueblo a hacer alguna hoguera para hacer alguna recena o un almuerzo y cuando venía el autobús se subían a gastarles bromas”.
Esto fue evolucionando hasta que se convirtió en un encierro del autobús en toda regla con sus cánticos, sus periódicos en la mano y su chupinazo, al más puro estilo de San Fermín. “La gente joven espera al autobús a la entrada del pueblo, se ponen a los lados de la carretera y van corriendo delante del autobús que va tocando el claxon durante unos 300 o 400 metros”.
Un pitido más largo anuncia el final de esta carrera que se repite durante dos días consecutivos, este año, el lunes 1 y el martes 2 de agosto, coincidiendo con las fiestas de San Félix, el patrón de la localidad. A este santo está dedicada una preciosa “iglesia fortaleza que estaba integrada dentro de un complejo fortificado que tiene también, en un lateral, una torre de piedra que se llama la Torreblanca que es una torre vigía del siglo XV”, cuenta el alcalde. Este templo mudéjar está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO al igual que gran parte de la arquitectura de este estilo en Aragón.
¡Que vienen los vikingos!
En la provincia de Pontevedra, la primera semana de agosto desde hace más de seis décadas, celebran una romería vikinga que está declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional; una semana de representaciones y diversión que culmina el domingo (en este caso el domingo 7) con un desembarco vikingo que describe el alcalde Alberto García. “Siete naves vikingas acceden al castillo Torres del Oeste, el castillo que defendía Santiago de Compostela y no dejaba pasar a los vikingos, a los sarracenos o a los almorávides”.
Este desembarco rememora la llegada de los vikingos al río Ulla en los siglos IX y X y la resistencia que ejercieron las tropas frente a ellos, una fiesta con una dimensión internacional por su vínculo con Dinamarca o Irlanda del Norte de donde procede la inspiración para los barcos utilizados, ya que “los barcos son copias auténticas de barcos vikingos principalmente de la ciudad de Roskilde, del museo de barcos de Roskilde”.
El final de la historia cambia porque, en este caso, los vecinos reciben a los vikingos con los brazos abiertos y con mejillones y vino tinto del Ulla. Al fin y al cabo, en cualquier fiesta gallega, la gastronomía es un componente fundamental y “del 2 al 7, hay puestos de pulperías, sardinas, empanadas…”.
El día del desembarco se recomienda llegar pronto para aparcar o, mejor aún, anticiparse y quedarse unos días para disfrutar del resto de las fiestas y del patrimonio de Catoira que, más allá de las Torres del Oeste, incluye molinos de viento, de agua y de marea, petroglifos y una laguna.
Un descenso muy divertido por el Nalón
El Deva, el Nalón, el Sella o el Cares son algunos de los ríos asturianos ideales para navegar en piragua. En torno al Sella, se organiza cada año el famoso Descenso del Sella, una fiesta de carácter deportivo y fama mundial.
Unos 70 kilómetros al oeste y en el interior, en el concejo de Laviana, se organiza otra fiesta que nada tiene que envidiar: el Descenso Folclórico del Nalón. Esta celebración surgió en los años 60 del siglo pasado, cuando unos estudiantes de la localidad acudieron al descenso de piraguas del Sella y quisieron imitarlo. Lo explica Pablo Vázquez, concejal de festejos, cultura y turismo: “Las primeras ediciones pretendía ser una carrera fluvial, pero como eran unos niños que no tenían medios para comprarse canoas ni nada, empezaron a hacerse las barcas como buenamente podían”.
Al descenso se fueron sumando más niños y jóvenes y poco a poco la vertiente folclórica y festiva fue ganando a la faceta deportiva hasta convertirse en el espectáculo actual: un desfile que concentra cada tercer sábado de agosto a más de 4000 tripulantes disfrazados y unas 40 embarcaciones a motor... “Son grupos de amigos que elaboran algo parecido a una falla y que tienen que hacer un trayecto por carretera con la singularidad de que después esa embarcación tiene que entrar en el río y deshacer el camino navegando por el agua”.
Son cuatro días de conciertos, comida, cultura y diversión que culminarán el próximo sábado 20 con este descenso que lleva ya 53 ediciones. Como aliciente, el magnífico entorno de Laviana, la puerta al parque natural de Redes.
Una vuelta a la Edad Media en Ávila
Algunas fiestas tienen un componente histórico y sirven para devolver una ciudad al pasado. Es el caso de las “Jornadas Medievales de Ávila - El mercado de las tres culturas” que, del 2 al 4 de septiembre, celebran un cuarto de siglo. El concejal de Turismo, Carlos López, la describe “como un mercado único que se hace dentro del casco histórico de la muralla y con una agenda muy rica”.
La programación incluye diferentes eventos: se montará un mercado de las tres culturas con más de 200 puestos, habrá un desfile, torneos a caballo, lanzamiento de flechas, demostraciones de oficios artesanales, “tenderetes, posadas, caballeros, espectáculos de cetrería, justas, luchas medievales, mucha música, mucha diversión…”
Y todo, dentro del recinto amurallado, declarado Patrimonio de la Humanidad, que se viste para la ocasión y que consigue una ambientación perfecta con vecinos vestidos para la ocasión, una decoración con heno, paja, pendones, la presencia de pavos o caballos y una muralla engalanada como si fuera una ciudad medieval en fiestas. Desde lo alto de la muralla, además, se ve todo en perspectiva. “Es un espectáculo ver desde arriba, desde unos 12 o 14 metros, todos los tenderetes muy bien diseñados con un colorido especial”.