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La gran final de Verónica y sus monstruos en MasterChef 10

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Verónica vierte toda su pasión por la cocina en un postre

“Mi rutina de antes no me gustaba, yo estaba en un trabajo en el que no estaba cómoda, no estaba feliz. Entonces bueno, creo que, a partir de ahora, cuando salga de aquí, llegue septiembre, octubre o diciembre; siendo el mes más triste del año ya no esté triste porque me esté dedicando a algo que me gusta. Quiero que volver a la rutina no sea algo malo”, explicaba Verónica entre lágrimas al presentar el ultimo plato de su menú. Menudo viaje ha vivido la aspirante a través de las cocinas. Es espectacular cómo gracias a estas ha conseguido destrozar una coraza de perfeccionismo e inseguridades para dejar ver a una chef de diez. Una persona que disfruta entre los fogones, que venía con una mochila terrible de miedos que no la dejaban brillan y que por fin siente que está dejando ver a la Verónica que es en realidad.

Pepe Rodríguez emocionado le entregaba un pañuelo, en plena valoración final, como símbolo de apoyo a la aspirante. A través de las lágrimas Verónica ha expulsado durante todo el talent sus frustraciones sin cortarse. Algunos le acusaban de soberbia, pero en realidad tenía todo el derecho del mundo a luchar por su sueño, a querer ser la mejor y a destrozarse en llantos cuando algo no salía como ella pensaba. Eso sí, el principal problema de la aspirante siempre ha sido no saber gestionar bien todos esos monstruos que le impedían continuar más allá de ser completamente transparente. Porque, tan importante es permitirnos naturalizar el estar triste o enfadado; como hacerlo de una forma consciente y sanadora. Ahora Verónica llora con total libertad, pero lo hace para soltar tensión y poder seguir luchando. A través de las cocinas ha aprendido, y hemos aprendido con ella, que no hay que juzgar a nadie por las primeras impresiones. Que es tremendamente importante esperar y conocer mucho mejor a las personas.

“Verónica lo que me has hecho sufrir para bien. Me alegro de haberte dicho el año pasado que no y que te hayas presentado este año con tanta fuerza. Con esa pasión que llevas dentro por dedicarte a la dichosa cocina que nos ha pasado a muchos, esa pasión que tú ya estás experimentando y que ojalá te sirva para guiarte en este mundo”, le decía Pepe Rodríguez a Verónica orgulloso del increíble plato de cierre de la aspirante. La aspirante ha luchado contra viento y marea por ser reconocida por parte de los jueces. En la semifinal ya el propio Jordi Cruz le pedía perdón por no haber entendido muy bien la forma de desarrollarse de la aspirante dentro del talent: “Quiero pedirte perdón, porque lo que pensaba que era soberbia era en realidad una lucha para no rendirte jamás”.

A través de sus redes sociales, Verónica ha explicado a sus seguidores cómo estaba viviendo su experiencia en el talent. Y, en especial, pedía a todos esos haters que hablan sin saber que tuvieran conciencia del daño que podían hacer a la gente. “Aprovecho para lanzar un mensaje a todos los que se ríen en RRSS de nosotros cuando lloramos, por favor basta ya de perpetuar el mensaje de que llorar es algo negativo. Esa etapa ya está superada. Sacar las emociones es siempre, siempre, algo bueno. Y gracias por todos los mensajes de apoyo, que son cientos y cientos, es increíble. Me llegan todos, os leo. Muchísimas gracias de verdad”, manifestaba en redes haciendo a su vez énfasis del cambio que ha supuesto para ella entrar en MasterChef 10. “Ojalá poder hablar con la Verónica de 16 años y decirle que se preocupe menos. Por todo, por la vida en general. Que no todo es tan complicado, que no pasa nada si fallas. Que de hecho, es bueno fallar. Es necesario para avanzar, para crecer. Que la perfección puede ser muy dañina. Le diría que no sea tan cruel con ella misma, que se quite toda esa presión que sólo hace que bloquearla. Todos esos miedos. Que confíe”.