Las palabras de Amália Rodrigues en Radio Nacional
- Recordamos a la reina del fado a través de tres entrevistas que ofreció en Radio Nacional
- En 1984 charló con Andrés Aberasturi desde su casa en Lisboa
- Disfruta del programa dedicado al fado en Radio Clásica o a la lengua portuguesa
Amália Rodrigues “hizo muchas cosas importantes en la vida del fado, pero una de ellas fue coger los mejores poetas del momento y hacerlos fados”, destacaba Ángel García Prieto de la Asociación de Amigos del Fado de Asturias y autor de varios libros relacionados con Portugal en una edición de Memoria de delfín dedicada al fado. “Simplemente leyó en un periódico una poesía, la hizo un fado, el poeta la oyó en la radio y se llevó una gran alegría”.
La cantante de fados portuguesa más importante de la historia nació el 23 de julio de 1920 y falleció el 6 de octubre de 1999. Pasó en diferentes ocasiones por los micrófonos de Radio Nacional, hoy recuperamos del Archivo de RNE tres de estas entrevistas y destacamos algunas de sus célebres reflexiones.
La saudade ibérica
La reina del fado fue entrevistada el 7 de septiembre de 1967. Habló sobre su relación con este género o de su añoranza por la península ibérica, entre otros aspectos.
“El fado para mí es como la nariz. Lo llevo como la nariz o los dedos”.
“El fado en portugués quiere decir "destino", en el mal sentido de la palabra, en el sentido desgraciado. Cada vez que una persona es infeliz, dice "es mi fado"”.
“Siempre digo que tengo saudade [...] a la península, que es Portugal y España”.
“Entiendo toda la poesía española sin que me haga falta ninguna traducción. Las cosas que andan por el aire en España, las cojo”.
“Casi puedo decir que no soy una extranjera en España porque siento de tal manera España que no hace falta que me expliquen nada”.
“He sido cantante por circunstancia. La gente me llevó y me sigue llevando por ahí y yo voy cantando, pero no tengo gran habilidad”.
Un vecino que canta por fandangos
En 1974 estuvo en Radio Nacional de España otra vez. Explicó algunos de sus gustos musicales y contó por qué tenía tan presente a Huelva.
“He escuchado mucho, entiendo mucho de flamenco, porque una de mis ídolos en el mundo es Niña de los Peines”.
“En la música árabe, otro de mis grandes ídolos es Umm Kalzum, es una cantante que hay que descubrir”.
“Cuando he escuchado al gran Sabicas esta noche, he estado toda la noche con una emoción que me reía y casi lloraba, reía y lloraba”
“Tenía un vecino que había estado en España que cantaba por fandangos de Huelva. Desde muy niña, la palabra Huelva la tengo mucho en el oído y siempre pues en casa cuando estoy sola canto los fandangos de Huelva, que es lo más lejos que llego yo en el flamenco.
“Tener voz, tener esta facultad para cantar, me ha hecho un camino de rosas y flores. Si no fuera eso, pues mal viviría”.
Las cartas de amor
Andrés Aberasturi entrevistó a Amália Rodrigues en Las mañanas de Radio 1 desde su casa en Lisboa el 11 de mayo de 1984. Reflexionó sobre la imagen de triste de Portugal o el amor.
“Yo no sé si Portugal [es un país triste]. Son todos los países tristes. Yo creo que todos tienen la misma razón de estar tristes. La razón es la muerte, la primera”.
“El fado tiene origen árabe como el flamenco, pero yo creo que el temperamento nuestro es un temperamento mucho más pasivo que el español. Entonces, es mucho más lírico. El español es mucho más pasional”.
“Creo que ni Caracol ni Marchena ni la Niña de los Peines, ninguno ha aprendido a cantar flamenco. Como el fadista tampoco ha aprendido a cantar el fado. Es una cosa que nace dentro de uno, se nace con el duende, como se dice en España, o con el ángel o no se nace”.
“Camino mucho por el campo, me meto en un coche y me voy al campo. Ando por las carreteras pequeñas en el campo y cojo flores”.
“Todos nosotros recibimos cartas de amor y flores en los camerinos. Yo soy igual a las demás”.
“El amor mío es mío. No es de usted ni del público [...]. Es muy íntimo”.
“No quiero hablar de los demás, porque yo no tengo nada que meterme en la vida de los demás”.
“Envejecer no me da mucho miedo porque tengo ya 62 años [...]. Ya no tengo tiempo. La vejez es como la muerte, yo les tengo miedo, no me gustan nada. Sé que tengo que morir y sé que tengo que envejecer”.