Guitarras Ramírez, 140 años escuchando guitarristas para hacer las mejores guitarras
- Llevan más de 140 años construyendo guitarras que han tañido algunos de los guitarristas más importantes
- Cristina Ramírez y José Enrique Ramírez son la quinta generación, siguen manteniendo el espiritu gremial
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El taller de Guitarras Ramírez resiste en las tardes del tórrido verano madrileño en la calle del General Margallo. Con la ayuda del aire acondicionado regula la temperatura y controlan la humedad con un humidificador que la refrigeración tanto reseca y así no dañar las maderas que próximamente formarán parte de un instrumento, las que próximamente lo serán o las ya terminadas.
Cristina Ramírez acaba de llegar de la tienda, situada en la calle la Paz de Madrid. Allí los turistas pasan para ver de dónde han surgido algunas de las guitarras más míticas que han interpretado Víctor Monge “Serranito” o Andrés Segovia, entre otros. Ya son más de 140 años de historia desde que el primero de los Ramírez abriera las puertas.
José Enrique Ramírez afila una herramienta a mano con una piedra en una de las mesas de trabajo y Jorge, el aprendiz, observa atentamente cómo lo hace. “Para un artesano es fundamental saber afilar correctamente y es una de las tareas que tiene que aprender”, destaca Cristina en una entrevista para Periplos irradiantes de Radio 3. Junto a su hermano Enrique son la quinta generación y “a lo mejor viene la sexta”, dice mientras pasa la mano por su barriga. Este año están de celebración, se cumplen 100 años del nacimiento de su abuelo, José Ramírez III.
El espíritu gremial
Cristina y José Enrique se formaron sin ninguna presión familiar, por interés propio y observando a su tía Amalia Ramírez, ya que su padre, José Ramírez IV, falleció muy temprano. Siguen manteniendo el espíritu artesano de los talleres gremiales. Empiezas siendo aprendiz y haces “los trabajos más costosos físicamente” y “más básicos”, como “aprender a utilizar la herramienta”, tienes que “repetir los procesos muchas veces”.
El siguiente escalón es ser oficial de segunda que es “cuando ya ha hecho varias guitarras por sí mismo y son guitarras de segunda porque no ha llegado a la perfección que nosotros buscamos”. Cuando “las últimas cuatro guitarras que ha realizado están perfectas”, pasa a ser “oficial de primera”. Pasado un tiempo pasaría a ser maestro, “pero en esta casa solamente puede ser maestro un Ramírez”.
“Cuando una persona ya ha adquirido ese conocimiento, normalmente salta a montar su propio taller” y “por eso dicen que nosotros somos crisol de la escuela de guitarreros de Madrid y de nosotros han salido los principales guitarreros, por ejemplo los Esteso, Paulino Bernabé, Contreras. Mi abuelo, José Ramírez III, formó a muchísima gente”.
Entre la tienda y el taller
Cristina Ramírez explica que empezó “poquito a poquito” porque dio sus primeros pasos en la tienda. “Es muy importante para nosotros conocer lo que quiere el guitarrista”. Luego se fue “metiendo en el taller” y se formó en el Conservatorio “para entender lo que me estaban pidiendo”. También es periodista y lleva la comunicación de la empresa.
¿Quién fue José Ramírez I?
Todo empezó con José Ramírez I que fue una persona que venía “de un mundo completamente ajeno” a este, “pero sí que es verdad que tenemos información de que a su padre le gustaba mucho la guitarra y la construcción, porque había tenido mucha relación con Francisco González”, el que después sería su maestro.
“Lo que no tenemos es constancia de que hubiese realizado alguna guitarra, pero es curioso que tres de sus hijos se dedicaran a la construcción de guitarras artesanales que fueron José Ramírez. I, el que empezó, que formó a Manuel; y seguramente a Antonio, lo descubrimos hace poco gracias a un musicólogo que lo ubicó en Logroño, La Rioja”.
Cuando el primero “adquiere el conocimiento necesario para formar su propio taller y desarrollar sus investigaciones, se independiza y crea el suyo en 1882, junto con su hermano Manuel”.
Escuchar para saber
“Lo más importante para nosotros siempre ha sido escuchar. Hay que aprender a escuchar al guitarrista, al músico y saber lo que está buscando. Eso es lo que consiguió mi abuelo [Andrés] Segovia, [Narciso] Yepes, José Tomás o tantos otros. Nosotros seguimos en ese mismo camino: saber lo que quieren. Porque muchas veces ellos transmiten lo que quieren conseguir, pero no saben exactamente las cuestiones técnicas, porque para eso estamos nosotros”.
Narciso Yepes explicaba en el programa Figura y paisaje de Andrés Aberasturi en 1988 que no sabía cuántas guitarras tenía, pero que utilizaba “tres normalmente”. De todas ellas destacó la que le hizo “en el año 1964” José Ramírez III. El guitarrero participó en el programa mediante un mensaje grabado y explicó sobre el guitarrista de Lorca que era “una persona muy importante” para él.
“Su gran interés en todo lo que sea relacionado con el sonido y con el estudio, porque es un tremendo estudioso, me ha servido de mucho para cotejar y comprobar todos los estudios que he hecho y que sigo haciendo. Él nunca entró en la técnica pura de construcción de un instrumento, pero sí me aportó una serie de observaciones sobre el desarrollo de la onda sonora, sobre el comportamiento de esta en espacios como puede ser un teatro, espacios abiertos y cosas de este tipo que han sido para mí de una enorme utilidad”, añadió José Ramírez III.
“Ahora los guitarristas están buscando una guitarra con muchísima más proyección, pero sin utilizar amplificación. Nuestra tía Amalia, la maestra del taller, creó el modelo conservatorio” que con una serie de materiales “lo que hacen es que tenga muchísima más proyección”, cuenta Cristina Ramírez.
La búsqueda inesperada
José Ramírez III “mandó a un aprendiz a por madera a Canadá. En ese momento necesitaba madera de para mangos, que también es cedro pero es de otro tipo”. Le llamó para decirle que sí tenían, su abuelo no estaba seguro porque unos días antes ya había hablado con ellos. Trajo lo que él pensaba que le habían pedido y cuando lo vio dijo “esto no es cedro de para mangos, pero tiene una malla muy interesante, se parece mucho al abeto y vamos a probarlo”. Tras trabajar con esta madera, “descubrió que era muy estable, daba un sonido muy bonito y muy equilibrado”. Gracias a este descubrimiento, Andrés Segovia volvió a tocar una guitarra Ramírez en los años 60 y así hast el final de su vida.
La revolución pendiente
Los éxitos en la construcción de guitarras se consiguen mediante equivocaciones y “te tienes que atrever a equivocarte”. “Nosotros creamos prototipos, que son los que les damos a nuestros guitarristas para que las prueben y nos van guiando”.
José Ramírez I revolucionó “mucho el mundo de la guitarra”. “Creó la guitarra de tablao. Los guitarristas flamencos querían una guitarra que fuera más potente para competir en los recién creados cafés cantantes y tablaos flamencos”. En estos momentos se encuentran trabajando en esta línea, pero que aún “no podemos contar”. Ahí van a seguir escuchando, descifrando lo que quieren los músicos, trabajando y haciendo pruebas sin parar.