Julio Cortázar: el hechizo de escribir
- El 26 de agosto de 1914 nacía Julio Cortázar, uno de los escritores más innovadores de las letras hispánicas
- Su novela Rayuela lo encumbró durante el boom latinoamericano, pero también fue un maestro del cuento
- Repasamos su vida y obra con sonidos del archivo sonoro de RNE
No es extraño que en los libros de Julio Cortázar, que nacía un día como hoy de 1914, a veces cueste distinguir lo fantástico de lo real. Él mismo confesó el origen onírico de muchos de sus textos, escritos en ocasiones como bajo el influjo de un hechizo.
"Yo me veo a mí mismo en el momento de ir a la máquina de escribir o al bloc de papel dominado por una fuerza que no tiene nada que ver con la inteligencia, con la conducta o la voluntad. Es algo que viene a veces desde afuera, que me es impuesto por algo que he visto, alguna especie de constelación de ideas que se ha creado y que me da un tema literario o algo que viene de adentro, por ejemplo de un sueño, de una pesadilla o de una asociación mental que uno tiene en la duermevela. En ese momento yo me dejo ir plenamente y escribo sin exigirme a mí mismo control sobre lo que estoy haciendo".
Este estado hipnótico, como de escritor poseído por la inspiración, le sobrevenía al argentino sobre todo cuando estaba en el punto central de lo que quería transmitir en una obra. "Todo el final de Rayuela (1963) fue escrito en condiciones físicas tremendas, porque yo me olvidé del tiempo, no sabía si era de día o de noche y de repente venía mi mujer con un tazón de sopa o me decía 'hay que dormir un poco', este tipo de cosas, durante varias semanas", escuchamos decir al autor en este Documentos RNE dedicado al 50º aniversario de su más celebrada novela.
El crítico Rafael Conte subraya en este documental, entre otras cosas, que Rayuela fue un libro muy bien recibido por los jóvenes de entonces, atraídos por el espíritu vanguardista de la obra. "Cortázar forma parte del boom, un núcleo puro y duro que eran Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez y Carlos Fuentes -explica-, pero luego él es el que tiene una actitud más vanguardista y más comprometida, más humorística, más europea y más filosófica".
Cortázar era consciente del extraordinario vínculo de su novela con la juventud de aquellos años, tal como señala en el reportaje el también crítico Andrés Amorós, para quien Rayuela "conecta muy bien con esa sensibilidad juvenil todavía no estropeada del todo por la vida, y yo creo que un poco si nos gusta a nosotros es en esa porción en la que no nos hemos echado a perder del todo".
Un excelente cuentista
Sin embargo, a los editores de la época les costó detectar los gustos literarios de los nuevos lectores. "Mi obra personal fue hecha en la soledad, fue hecha en la pobreza, fue hecha sin el menor apoyo editorial", se quejaría Cortázar, que con sus cuentos, como los de Bestiario (1951) e Historias de cronopios y de famas (1962), se consolidaría como escritor de vanguardia, aunque Luis Antonio de Villena apuntaba en El ojo crítico que la escritura de sus novelas es mucho más experimental que la de sus relatos.
"A los que pretenden que Cortázar fue ante todo un espléndido cuentista, entienden que aunque era muy moderno en la hechura del cuento, era mucho más clásico en la escritura. La escritura del cuento cortazariano es un estilo más elaborado, es un estilo, por decirlo de alguna manera, más estructurado, más literario, frente a la novela, donde Cortázar escríbía como más suelto, un poco más desestructurado", sostiene el poeta.
Buena muestra de ello pueden ser las "instrucciones" para llorar, cantar, subir una escalera y dar cuerda a un reloj de Historias de cronopios y de famas, a las que pusieron voz en La libélula de Radio 3 Mona León, Mayca Aguilera, Federico Volpini, José Manuel Sebastián, Raquel Ríos y Juan Suárez, presentador del programa.
También puede servir de ejemplo otro verdadero clásico, "Casa tomada". Este relato fantástico del escritor argentino pertenece a su volumen Bestiario y se puede escuchar en LiterCast, la colección de cuentos de RNE Solo en Podcast.
Sus protagonistas son dos hermanos que han dedicado su vida a cuidar la vieja casa familiar en la que residen, una casa que se verán obligados a abandonar después de escuchar unos misteriosos ruidos en las habitaciones.
Su criticado compromiso político
Pero no todo es fantasía en la obra de Julio Cortázar. De hecho su compromiso político y sus vínculos con la revolución cubana, plasmados en cuentos como "Reunión", del libro Todos los fuegos el fuego (1966), le granjearon críticas de supeditación de su literatura al activismo que él rechazaba enérgicamente.
"Yo defiendo lo que ustedes saben muy bien, los derechos humanos en primer lugar, pero mi soberana libertad como escritor la mantengo y la mantendré siempre. Muchos de mis cuentos, quienes los han leído pueden saberlo mejor, muchos de mis cuentos no tienen absolutamente nada que ver con la militancia política ni con la situación de los países, son cuentos puramente fantásticos, picológicos, que tratan problemas humanos, los problemas de todos", argumentó Cortázar en una entrevista durante su paso por Madrid, camino de Cuba y Nicaragua, en enero de 1983.
La historia de su falso acento francés
Julio Cortázar nació en la ciudad belga de Ixelles, pero a los cuatro años, cuando finalizaba la Primera Guerra Mundial, sus padres regresaron a Argentina. Vivió allí hasta 1951, cuando se estableció en Francia, donde moriría en 1984.
Su estrecha relación con el país vecino hizo creer en España que el escritor tenía un marcado acento francés, cuando en realidad se trataba de un defecto físico que condicionaba su dicción, tal como recuerda esta emisión de Audios para recordar de Radio Exterior.
Cortázar y Borges, una amistad a distancia
A pesar de las notables diferencias ideológicas que había entre ellos, Cortázar mantuvo una amistad a distancia con otro de los grandes escritores argentinos de todos los tiempos, Jorge Luis Borges. Ambos se conocieron y admiraron y ellos mismos lo evidenciaron por escrito.
Su relación fue explorada en el programa de Radio 3 Café del sur, en el que Dimitri Papanikas contó "la historia musical de los dos escritores argentinos más trascendentes de la historia de la literatura universal".