JJOO Waterpolo: ¿Qué paso en el 92? La historia real tras la película '42 segundos'
- La historia no siempre la escriben los vencedores, la selección de waterpolo del 92 lo demostró
- 42 segundos (2022) cuenta este relato sobre superación, derrota y saber hacer equipo
La llama olímpica que prendió en la Barcelona de 1992 fue uno de los mayores empujes del deporte español. Desde que fuese elegida sede de los Juegos Olímpicos en 1986, España se esforzó al máximo en convertir aquella cita en el mejor escaparate para reclamar su cota de protagonismo en el mundo del deporte y demostrar que nuestros atletas también podían romper marcas, batir récords y ganar el oro.
Durante aquellas tres semanas, que arrancaron el 25 de julio del 92, los deportistas nacionales dejaron una huella imborrable en la historia del país con los 22 metales que colgaron en el medallero nacional: 13 oros, 7 platas y 2 bronces que colocaron a España sexta en el ranking de aquellos JJOO. Destacamos en atletismo, tenis, vela… y, para sorpresa de todos, también en waterpolo.
¿Qué pasó con el waterpolo en los JJ.OO del 92?
A mediados del verano de 1992, cuando la selección española de waterpolo se jugaba el oro en un reñidísimo partido contra Italia, en España ocurrió algo inesperado: la gente dejó de hablar de fútbol. El deporte oficial pasó a ser el waterpolo y era el único que interesaba. La culpa la tuvo uno de los equipos españoles más brillantes en esta disciplina, guiado por el capitán Manuel Estiarte.
La emocionante y trepidante película 42 segundos (2022) cuenta la historia de este equipo que se ganó el aplauso de toda la afición y el respeto en el mundo del deporte gracias a una filosofía de unidad y superación que lo cambiaron todo.
Dirigida por Dani de la Orden y Álex Murrull, 42 segundos es un ejercicio de nostalgia y épica, a partes iguales, que nos desvela una de las historias menos conocidas del deporte español, la dura trayectoria de la selección española de waterpolo hasta su llegada al mundial cuatro meses más tarde.
La cinta está construida alrededor de sus dos protagonistas: Pedro García Aguado (Jaime Lorente) y Manel Estiarte (Álvaro Cervantes), dos jóvenes que arrastran problemas personales y tienen una filosofía distinta a la hora de entender el deporte. A pocos meses de las olimpiadas de Barcelona 92, la selección española de waterpolo tiene todas las papeletas para pasar sin pena ni gloria. No están preparados y necesitan un golpe de efecto si no quieren hacer el ridículo jugando en su propia casa.
El método Dragan Matutinovic
Ese golpe de efecto llega rápido en forma de nuevo entrenador con fama de duro y técnicas de trabajo más que cuestionables, el croata Dragan Matutinovic. 42 segundos nos descubre los durísmos métodos de entrenamiento de Dragan, conocido como “el ogro”, pero también una filosofía deportiva sin la cual la selección de waterpolo del 92 jamás hubiese competido con la unión y el espíritu de equipo con que lo hicieron.
Todos recuerdan las durísimas concentraciones en Andorra -alli estuvieron preparandose de marzo a julio-, que incluían todos los días 10 kilómetros de carrera en pendiente y 10 kilómetros de natación, acompañadas de exigentes sesiones en el gimnasio y de otros ejercicios complementarios como un partido de fútbol de 90 minutos en un campo reglamentario.
Un equipo que llegó a donde nunca imaginó
Había muchos grandes nombres en aquella mítica selección española de waterpolo de los 90. Entre todos ellos destacaba el capitán, Estiarte, posiblemente el mejor waterpolista de la historia. Conocido como “el Michael Jordan del agua”, nunca se vio tanta calidad en una piscina como la mostrada por Estiarte. También estaban Jesús Rollán, Miki Oca, Pedro García Aguado "Toto", Jordi Sans y Salvador “Chava” Gómez eran otros nombres de lujo del equipo.
Dragan, aún con unas técnicas que hoy serian seriamente reprochables, logró identificar las debilidades de sus jugadores para transformarlas en fuerza. Las diferencias que mantenían algunos de sus jugadores, especialmente entre Estiarte y García Aguado, se habían esfumado el 9 de agosto de 1992, cuando la selección llegó a la final contra Italia.
De las lágrimas de Barcelona 92, a la redención en Atlanta 96
El partido fue una lucha encarnizada entre dos equipos de gran talento. Tanto es así que se disputaron tres prórrogas en ese España-Italia y se convirtió en el partido más visto de la historia del waterpolo. España tuvo varias ocasiones para cerrar el encuentro, pero no supo aprovecharlas.
La más destacada tuvo lugar cuando Manuel Estiarte transformó un penalti que colocaba uno arriba al equipo español casi al final de la segunda prórroga. Sin embargo, los italianos lograron la expulsión de Jordi Sans en la última posesión y empataron de nuevo el encuentro.
También quedó para la historia la ceja sangrante de Estiarte tras el golpe recibido por un jugador italiano en una de las prórrogas. En la última prórroga los italianos fueron mejores y un tiro de Miki Oca que pegó en el poste de la portería transalpina dio al traste con las opciones de victoria de España.
La herencia de aquel boom del waterpolo
El equipo español no había conseguido la preciada medalla de oro, pero había hecho vibrar a todo un país con un deporte inusitado: el waterpolo. A veces, la victoria no se logra ganando. La unión que lograron crear en aquellos JJOO se transformaría en Oro cuatro años después, durante los juegos de Atlanta 96.
Así fue como hizo historia (incluso sin ganar) la mejor generación del waterpolo español. Una que permitió que todo el mundo empezara a hablar de un deporte del que nadie hablaba nunca. Que provocó llenos enteros de estadios antes vacíos (en Atlanta llegó a haber 25.000 personas en la gran final) y puso en primer plano el deporte acuático.