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Pintar la danza o bailar la pintura: cómo ambas artes se han inspirado mutuamente

  • Son muchos los pintores que se han inspirado en la danza como Sorolla, Boronat o Goya
  • También los franceses Henri Matisse y Edgar Degás, entre otros

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Pocos han captado la estética de la danza com Matisse en su obra 'La dance'
Pocos han captado la estética de la danza com Matisse en su obra 'La dance'

La danza ha sido un motivo de inspiración para grandes pintores y también la pintura o algún cuadro en concreto ha sido el punto de partida de coreografías maravillosas.

Artistas que hayan pintado la danza ha habido muchos a lo largo de los siglos, con lo cual las pinturas de este estilo son de lo más variadas y se reparten por distintos museos y pinacotecas del mundo. Obligados a seleccionar, nos vamos a centrar en los trabajos de Joaquín Sorolla, Henri Matisse, Edgar Degás y dos cuadros que se pueden ver en el Museo del Prado de José Camarón Boronat y Francisco de Goya.

Jota y sevillanas, carta de presentación de España

Joaquín Sorolla que tiene una colección titulada Visión de España, encargada por su mecenas americano justo en el momento en el que España acaba de perder la guerra con EE.UU. y había perdió Cuba y Filipinas. Por lo que era muy importante la visión que se diera de nosotros y se acordó mostrar las costumbres de distintas zonas de España. Son 14 cuadros, y dos de ellos tienen a la danza como protagonista.

'Aragón, la jota', de Joaquín Sorolla

'Aragón, la jota', de Joaquín Sorolla cropper

En el caso de Aragón, la jota (1914) Sorolla se desplaza hasta la zona de Jaca, en Aragón, para retratar el traje típico del municipio de Ansó, el traje de ansotatana. Covadonga Pitarcha, una de las conservadoras del Museo Sorolla de Madrid, asegura que "el cuadro recoge muy bien el movimento, es muy expresivo, lleno de giros y de toda la fuerza que tiene la música de Aragón.

Representar el baile se debe a la fuerza que Sorolla quiso transmitir del carácter aragonés".

En estos cuadros Sorolla siempre pintaba un paisaje o algo de lo más representativo del lugar y en este caso de Aragón, la jota, son Los Pirineos que aparecen de fondo.

El otro cuadro dedicado a la danza de la colección Visión de España, es Sevilla, el baile, en el que Sorolla quiso que fuera protagonista el baile de las sevillanas. "Es un cuadro más cerca del tópico español", ha explicado Ptarcha.

'Sevilla, el baile', de Joaquín Sorolla

'Sevilla, el baile', de Joaquín Sorolla cropper

"Hizo un cuadro para dar gusto a lo que espsera el cliente americano. Lo pinta en un patio sevillano y se ve a un conjunto de mujeres envueltas en mantones bailando unas sevillanas. Está lleno de color, de movimiento y de gracia española, con el traje de sevillana que ya estaba completamente extendido también para el público extranjero en esa época"

Tanto Aragón, la jota como Andalucía, el baile son dos cuadros con mucha luz, como caracteriza todo la pintura del pintor valenciano y en los que Sorolla hace una gran labor etnográfica en busca de lo auténtico.

El Ballet Nacional de España cuando estuvo dirigido por Antonio Najarro hizo un montaje precioso de esta colección de Sorolla que se estrenó en 2013 y en la que bailaban estos cuadros con folclore, danza estilizada, flamenco y escuela bolera. Con un vestuario bellísimo que era de verdad como ver a los personajes de los cuadros en movimiento.

Para ver ambos cuadros de Sorolla, eso sí, hace falta un buen viaje porque estos cuadros no están en España, están en Nueva York, en la Biblioteca de la Hispanic Society. Desde allí los encargaron y allí se quedaron.

Los maestros franceses en la recreación del movimiento

También en Nueva York se encuentran los cuadros del francés Henri Matisse que perteneció al Fauvismo, esa corriente que usaba una amplia paleta de colores para resaltar la vitalidad. Pocos han captado la estética de la danza com él lo hizo en su obra La dance, un cuadro con colores muy saturados y en conjunto lo que plasma el pintor es uno de sus temas fetiche: el regreso a la Edad de Oro, donde los seres humanos eran felices bailando y cantando sin preocupaciones.

'Sevilla, el baile', de Joaquín Sorolla

'Sevilla, el baile', de Joaquín Sorolla cropper

Otro francés que retrató como nadie la danza fue Edgar Degas, uno de los padres del impresionismo, que estaba obsesionado con el ballet y tiene una gran colección en la que retrata la disciplina de la danza.

Clase de Danza, de Edgar Degas

Clase de Danza, de Edgar Degas cropper

En esas pinturas inmortaliza a las bailarinas con sus tutús en diferentes posturas durante las clases, en los ensayos, sobre el escenario. Algunas de ellas están expuestas en los museos MOMA y MET de Nueva York.

Cartel de Toulouse Lautrec cropper

Y muy influenciado por Degas pintó sus cuadros Toulouse Lautrec que también retrató a bailarinas y bailarines pero, en este caso los de la vida nocturna de los cabarets parisinos que conocía de primerísima mano porque los frecuentaba con cierta asiduidad.

En el Museo del Prado

Nos situamos en las salas norte, de la segunda planta del Prado, dedicadas a la pintura flamenca y holandesa y tenemos ante nosotros La fiesta campestre del pintor y grabador David Teniers.

'La fiesta campestre', de David Teniers cropper

Carlos Navarro, técnico de conservación de pintura del siglo XIX del Museo del Prado de Madrid, asegura que esta pintura en la que Teniers representa la celebración de una boda "se inserta perfectamente en la tradición flamenca de represetar fiestas populares donde la música y el baile como pasatiempos populares cobran un verdadero protagonismo hasta convertirse en una tradicion pictórica en sí misma, casi un subgénero en este tipo de escenas".

En el primer plano se ve a un grupo de gente que está bailando al son de una gaita y "es interesente ver cómo se desarrolla esta escena porque informa de los bailes y fiestas que disfrutaban en las tierras flamencas en el siglo XVII", afirma Navarro.

Todos estos cuadros sirven para dar testimonio de los bailes clásicos de esas épocas porque sino de otra manera hubiera sido imposible, salvo porque pasen de unas generaciones a otras, pero la pintura es la forma de que queden inmortalizados. De hecho la teoría de la danza se ha apoyado mucho en la pintura, y la pintura a su vez se ha esforzado mucho por superar la gran dificultad que tiene para reflejar en un lienzo estático el movimiento del baile.

En este sentido, Carlos Navarro, asegura que Rubens es el maestro por antonomasia del movimiento de figuras y grupos y supera de forma maravillosa el reto de representar a bailarines y el reto aún mayor de recrear el movimiento armónico de la danza a través de esos bailarines en su cuadro Danza de personajes mitológicos y aldeanos.

Danza de personajes mitológicos y aldeanos de Pedro Pablo Rubens cropper

"Es una pintura muy interesante porque en ella covergen las dos vertientes del arte de Rubens, por un lado la tradición flamenca a la que pertenece, es decir, las danzas de aldeanos, pero aquí convertida por la tradición italiana que también define el arte de Rubens", dice Navarro, "la tradición italiana es el de la sensualidad de las figuras. Los hombres y las mujeres aparecen medio desnudos recreando esa idea de deseo sexual que está también implícito en la representación de la danza muchas veces. y que Rubens no esconde. Algunos personajes masculinos están disfrazados de algún personaje mitológico parece que siempre en torno a la figura de BAco y que reflejan ese espíritu festivo al que está unido siempre en la pintura la representación de la danza.

Ahora nos situamos en la torre sur del Museo del Prado. Empezamos por Una romería de José Camarón Boronat, una pintura de finales del siglo XVIII, también conocida como El boero porque es lo que están bailando los dos bailarines que se encuentran en el centro del cuadro. Un bolero de danza clásica española, no confundir con el bolero de origen cubano, que no tienen nada que ver.

'Una romeria', de José Camarón Boronat cropper

El bolero viene de la seguidilla cuando la seguidilla pasa por la escuela bolera y se academiza. Baile a orillas del Manzanares es un cuadro de Goya que refleja un baile de seguidillas con su indumentaria típica de majos y majas. El pintor lo ilustró a orillas de este río madrileño, como su nombre indica, en un punto en el que se ve la iglesia de San Francisco el grande detrás.

Las orillas del manzanares en los tiempos más calurosos del año eran un lugar donde se reunían los madrileños para bailar y divertirse y el Museo del Prado está cuajado de imágenes que recrean el manzanares como un lugar de bailes populares para los madrileños..