Carlos Bardem: "El reto no es el coronavirus, es el cambio climático"
Para Carlos Bardem el planeta no entiende de límites. La tierra es un organismo vivo, único e indivisible en el que todo está conectado. “Las fronteras entre ecosistemas son un invento del ser humano”, cuenta en la charla mantenia con RTVE.es. De ello fue testigo durante su viaje a la Antártida, a bordo del ARTIC Sunrise de Greenpeace. Una aventura en la que se embarcó junto a su hermano Javier Bardem y el director de cine Álvaro Longoria para documentar la importancia de preservar una de las últimas extensiones vírgenes del planeta.
Una misión que se recoge en el documental Santuario (2020), que puede verse en RTVE PLAY, y que narra la lucha medioambiental llevada a cabo en el año 2018 por Greenpeace para apoyar la creación de la mayor reserva marina de la tierra en el mar de Weddell. Más de 1,8 millones de kilómetros cuadrados de santuario marino para asegurar la vida en la tierra en los próximos años.
Todo comenzó en el Ártico
Dos años antes de la grabación de Santuario, Carlos y Álvaro pusieron rumbo al polo norte para ser testigos de la campaña medioambiental que en 2016 llevó a cabo Greenpeace. Una experiencia que se recoge en Esperanza, película ganadora del Goya al Mejor Corto Documental en 2016 que también puede disfrutarse en abierto en RTVE. “Es allí donde conocimos la iniciativa para crear una enorme reserva marina en la Antártida”, cuenta Longoria.
Dos continentes blancos que se asemejan en apariencia física, pero que tiene pobladores muy diferentes. “En el Ártico hay osos polares que te comen”, bromea el cineasta. Mientras, del otro lado, los pingüinos son los que coronan los icebergs. También difiere la presencia humana. Uno con pobladores nativos, los inuit del Ártico y otro con bases científicas temporales y algún que otro turista.
Turismo antártico
“Fue un shock encontrarse con aquel grupo de turistas”, recuerda Longoria. “Es verdad que se argumenta que la gente que lo conoce tiende a cuidarlo más, pero cualquier desliz, un plástico que se tira o incluso las bacterias que podemos llevar sin querer a ese lugar puede afectar a la biodiversidad de la zona”, señala Longoria. Carlos Bardem se refiere a esa intromisión como “promiscuidad biológica”. Una acción-reacción que tiene que ver con la presión humana sobre ecosistemas reservados para la naturaleza, pero también de la contrapartida que esos ecosistemas puedan revertir en la humanidad como efecto de esa intromisión, bien sea con efectos meteorológicos adversos o con virus. “Las grandes sequías, las interminables olas de calor o el temporal de Filomena tiene mucho que ver con la degradación de los casquetes polares y de su función cómo reguladores del clima”, apunta Bardem.
La importancia del krill
Al igual que la masa de hielo de ambos polos, los océanos también son clave en el equilibrio del clima. “Hasta ahora lo hemos tratado como un basurero o almacenamiento de comida sin control, pero nuestro ecosistema depende de ellos”, asegura el director de Santuario. De la salud de los mares antárticos depende la salud de la tierra. La clave está en su fauna y muy en concreto en el krill, un crustáceo esencial en la alimentación de los animales marinos y que ha demostrado tener una importante función como capturadores de las emisiones de CO2.
El documental, dirigido por Álvaro Longoria y producido por los Bardem, recoge información clave para el futuro de la lucha climática. Una narración que se acompaña de imágenes de una gran belleza, testimonios de los expertos y la experiencia en primera persona de los Bardem. Entre ellas, el documental recoge uno de los momentos más complejos de grabación. Cuando Javier Bardem se convierte en una de las pocas personas del mundo en sumergirse dentro de una cápsula (“huevo Kínder”, como lo define Javier) a 400 metros en el océano más frío del mundo.
La lavadora
Además de la inmensidad blanca y la belleza del océano Antártico, en su viaje a bordo del ARTIC Sunrise de Greenpeace, los hermanos Bardem pudieron comprobar la bravura de uno de los mares más salvajes de aquellas aguas, el pasaje de Drake. “Un auténtico infierno para todos”, rememora Carlos Bardem que, al igual que su hermano Javier, también sufrió los avatares del vaivén de aquellas enormes olas. “La experiencia de la lavadora -como lo llaman los tripulantes- me sirvió para poner en valor el compromiso, las dificultades y el riesgo físico en el que trabajan todos los profesionales de Greenpeace en navegación”, añade Carlos.
La iniciativa para la creación de Santuario que quedó truncada. Ni aquella expedición científica, ni las gestiones ante los 25 gobiernos de la Comisión del Océano Antártico, ni los ocho millones de firmas recogidas a escala mundial para la creación del Santuario ganaron la batalla política. Pero si lograron abrir el debate, llevar la presión social a los dirigentes y hacerles ver que la presión estaba ahora sobre sus hombros. “Es en las grandes decisiones políticas y económicas hacia una vida sostenible donde está la solución a este problema”, apunta Bardem.