Arturo González-Campos: cuando el fracaso es una bendición
Noticia Página Dos
- La historia de la literatura está plagada de grandes talentos que fracasaron
- «El fracaso y el éxito son solo sitios de paso»
- El autor publica con Plan B un libro con recuerdos personales y artefactos pop favoritos
Fracasa otra vez, fracasa mejor, dice una frase de un personaje de Samuel Beckett que algunos sospechosos gurús de la autoayuda han hecho suya. Arturo González-Campos es mucho más directo: no pasa nada si fracasas. Sobrevivirás. Y es cierto: no queda otra que levantarse y seguir.
Enhorabuena por tu fracaso (Plan B) es «un desnudo integral» del autor, «una oda a lo genuino y una invitación a que te atrevas a persistir en lo que te apasiona. Un relato sobre esos fracasos que, solo a veces, se convierten en éxitos. Listas de canciones, de películas, de libros, pequeñas historias personales que se hacen universales y anécdotas amargamente tristes.»
El humor atraviesa toda la obra de González-Campos, que también es guionista y monologuista. Ha trabajado en El club de la comedia, La noche con Fuentes y cía, Jó qué noche, Mi año favorito o Los Seriotes.
¿Cuáles son los mandamientos de un fracaso sano? Ver el éxito como una parada en el camino, no como un final. No equiparar el dinero al éxito; no tienen nada que ver. No vivir el error como algo terrible, sino como una oportunidad. Ir hasta el final sin miedo, esforzarse sin sufrir. Observar, saberse afortunado: «Hablar de las cosas que valen la pena es la segunda cosa más fabulosa del mundo, justo después de disfrutar con las cosas». No criticar a lo loco; el que ha hecho un trabajo dejó ahí horas de su vida, y merece una consideración.
En su entrevista en Página Dos, González-Campos habla de esos autores tan adelantados a su tiempo que salen al mundo con una obra que no solo es incomprendida, sino a veces vilipendiada. «Hay grandes libros y grandes películas que nacieron siendo un fracaso, como Blade Runner. La sociedad ha necesitado un tiempo para asimilarlas». Su libro tiene mucho de personal. «Comparto los fracasos que he vivido y no pretendo ser ejemplo de nada. Es una reflexión acerca de las cosas que me han ocurrido, y las enseñanzas que he sacado de ahí.»
Proust y otros grandes escritores sin fortuna
La literatura siempre anda asomada al precipicio del fracaso. André Gide no quiso publicar Por el camino de Swann (el primero de los siete volúmenes de En busca del tiempo perdido de Proust) por considerarlo «un folletín de duquesas». John Kennedy Toole murió sin saber que La conjura de los necios ganaría el Pulitzer. Herman Melville fue prudente y no abandonó su puesto de inspector de aduanas, porque Moby Dick no levantó las pasiones que él esperaba. Orwell, Kipling o Nabokov recibieron las siempre descorazonadoras cartas de rechazo de las editoriales. Algunos jamás disfrutaron de la fama mundial que solo les llegaría de forma póstuma: William Blake, Kierkegaard, Thoreau, Emily Dickinson, Keats, Kafka o Philip K. Dick.
J. K. Rowling, la autora de Harry Potter, vio cambiar su vida cuando estaba viviendo de subsidios del estado, acababa de perder a su madre, llevaba a su hija recién nacida a los cafés donde escribía y pensaba que nunca lograría salir adelante. «Pero fueron mis fracasos los que me hicieron fuerte y los que precisamente me dieron la medida real del éxito.»