¿Conoces a Gertrude Bell, arqueóloga y espía del Imperio Británico?
- Fue amiga de Lawrence de Arabia, a quien instruyó sobre la región de Asia
- Desempeñó un importante papel en la fundación del estado de Irak
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En ‘Saber y ganar’ nos encanta repasar la biografía de grandes mujeres de la historia que, lamentablemente, han quedado en el olvido. Gertrude Bell es una de ellas. Arqueóloga, escritora, política y viajera, no solo fue una experta en la región de Asia sino que además trabajó como espía del Imperio Británico. Además, tuvo una gran importancia en la fundación del estado de Irak. Repasamos los datos clave de esta mujer que supo brillar en un mundo dominado por hombres.
Una niña distinta
Gertrude Margaret Lowthian Bell llegó al mundo un 14 de julio de 1868 en Country Durham, Washington, Inglaterra. Hija de una adinerada familia de ideología liberal, era una gran aficionada a la lectura y destacaba por su brillante mente. No era como el resto de niñas, tranquilas y educadas para tener un marido, sino que ella era muy enérgica y no dejaba de hacer travesuras.
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Sus notas eran excelentes y accedió a la Universidad de Oxford al poco de que permitiesen que las mujeres se matriculasen. De esta forma, Gertrude se convirtió en la primera mujer en graduarse en la historia de Oxford en 1888. Poco después se fue de viaje por Europa junto a su tío, ministro en Persia (actual Irán), y allí aprendió persa y árabe, idiomas que sumó al francés y alemán que y a hablaba. Tras la muerte del hombre del que estaba enamorada (y con quien sus padres no le habían dejado casarse porque era de clase social inferior), se fue de viaje por Suiza e Italia, convirtiéndose allí en una experta escaladora.
Pasión por los viajes y la arqueología
En 1898, en un viaje a Italia, conoció al arqueólogo David Hogarth quien le traspasó su interés por las antigüedades griegas. Sus viajes por Turquía, Praga, Jerusalén, Siria, Líbano y Atenas, acompañada de su cámara de fotos, la llevaron a escribir ‘The Desert and the Snow’ donde hablaba sobre todas esas regiones. Ese fue el inicio de las obras que fue publicando sobre las excavaciones, el arte y la arquitectura de los países de Oriente que visitó y que tanto le habían cautivado.
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Papel clave en la creación de Irak
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, que la llevó a trabajar como voluntaria para la Cruz Roja en Inglaterra y Francia, fue reclutada por la Inteligencia Militar Británica para trabajar en El Cairo debido a su gran conocimiento de la región. De hecho, fue de las primeras en informar del genocidio en Armenia de 1915-1916. Además, ayudó a T.E. Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, a liderar con éxito la Rebelión Árabe de 1916 con toda la “información masiva” que tenía sobre la zona de Arabia y sus costumbres.
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Lo que Gertrude Bell no sabía era que Gran Bretaña, Francia, el Reino de Italia y la Rusia imperial pensaban en partirse el Próximo Oriente, saltándose así todos los acuerdos previos que habían hecho. Al saberlo, apoyó el estado árabe libre que se había prometido a aquellos que lograron la Revolución Árabe y T.E. Lawrence estuvo de acuerdo con ella. El desgaste hizo mella en su salud y tuvo que ingresar en el hospital por agotamiento.
Acabada la Primera Guerra Mundial, ya en 1920, estalló la revolución iraquí y gracias a la intervención de Bell y Lawrence se logró la fundación del estado de Irak, teniendo que ser ella la encargada de asesorar a su gobernante, Faisal I. De esta manera se convirtió en consejera del rey, teniendo un gran papel en la definición de las fronteras del país además de las de Jordania y Arabia Saudita.
Un final inesperado
La ajetreada actividad de Gertrude Bell le pasó factura con diversas crisis de agotamiento y dolores. El 12 de julio de 1926 fue encontrada muerta en su cama después de una sobredosis accidental con pastillas para dormir. No obstante, su asistenta aseguró que se había tratado de un suicidio. Aunque no está confirmado se sabe que la vida de esta aventurera no fue feliz y que padeció diversas depresiones. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio británico de Bagdad con un funeral lleno de personas que quisieron rendirle homenaje. Su figura sigue siendo objeto de interés y su perfil se ha visto reflejado en películas como ‘La reina del desierto’ y ‘Cartas desde Bagdad’.