Enrique Vila-Matas: «Me he adentrado sin querer en el género fantástico»
Noticia Página Dos
- Montevideo, la nueva novela del escritor Enrique Vila-Matas, habla de la ambigüedad y el misterio
- El protagonista viaja a París para convertirse en escritor, pero las cosas se tuercen enseguida
- El título de la novela remite a una habitación de hotel donde Cortázar escribió un relato
¿Cómo supera un escritor el vértigo que siente ante un primer libro? En Montevideo (Seix Barral), la nueva novela de Enrique Vila-Matas, un joven autor llega a París. Cree estar en el lugar idóneo para encontrar inspiración y cómplices. Pero pasa el tiempo, y la montaña cada vez le parece más alta.
Así comienza el libro: «En febrero del 74 viajé a París con la anacrónica intención de convertirme en un escritor de los años veinte, estilo generación perdida. Fui con ese digamos que singular objetivo y, aunque era muy joven, esto no fue obstáculo para que, nada más comenzar a pasear por la ciudad, advirtiera que París estaba ensimismada en sus últimas revoluciones, entrándome entonces una pereza inmensa, monumental, una flojera grandísima ya sólo de pensar que tenía que convertirme allí en escritor.»
Vila-Matas nació en Barcelona en 1948. Estudió Derecho y Periodismo, y ejerció este último en publicaciones como Fotogramas, Bocaccio, Destino o, más tarde, Diario 16 o El País. En su juventud también fue actor y dirigió dos cortometrajes. Durante el servicio militar —en Melilla, en 1971— escribió su primera novela. En 1974 vivió dos años en París, y siguió escribiendo, en una buhardilla que le alquiló la escritora Marguerite Duras. Para el desarrollo de su estilo fue crucial su amistad con otros escritores: Roberto Bolaño, Sergio Pitol, Juan Villoro, Ricardo Piglia.
Óscar López pregunta al autor por el narrador de la novela. «El protagonista es un escritor barcelonés que sufre un bloqueo. Se queda paralizado por culpa de esa gran ambición que tiene; sueña con ser un escritor francés muy cerebral, tipo Paul Valéry. Le hago fracasar en su intento de escribir y se queda mudo durante tres años. Justo entonces empiezan a pasarle cosas. Al dejar de prestar atención a la literatura empiezan a ocurrirle cosas significativas y muy raras. Y entonces sí siente que debe escribirlas».
La reputadísima revista The Paris Review contiene la famosa sección Writers at Work, en la que se entrevista a autores que han pasado a ser imprescindibles. Para aparecer ahí no solo hay que ser bueno, que eso se da por hecho; también se ha de contar con el apoyo del público y el respeto de críticos y colegas de profesión. En la publicación solo han aparecido tres españoles: Camilo José Cela, Javier Marías y Enrique Vila-Matas. La lista de Latinoamérica es un poco más larga: Borges, Vargas Llosa, Cabrera Infante, García Márquez, Bioy Casares, Cortázar, Neruda…
En Montevideo («que es una ciudad pero también es un estado de ánimo») aparece de nuevo el humor. «Sí, me ocurre que cuando llevo mucho rato hablando con alguien, me desvío de lo formal y digo algo que le obliga a reírse. Me gusta la frase de Tristam Shandy: la seriedad es un continente misterioso del cuerpo que sirve para ocultar los defectos del alma.»