Museo Guggenheim Bilbao, un cuarto de siglo lleno de arte
- La institución se ha convertido en uno de los activos que más ha revolucionado la vida de Bilbao
- La pinacoteca ha situado a la metrópolis entre las grandes ciudades de la cultura y del arte del mundo
- Durante estos 25 años se han expuesto más de 18.000 obras de arte
Nos remontamos a las 11 h de la mañana del 18 de octubre de 1997, fecha en la que el Guggenheim abría por primera vez sus puertas al público. La apertura contó con una afluencia masiva de “visitantes ávidos” estaban ansiosos de poder contemplar los tesoros que aguarda en su interior. Hace 25 años se inauguraba el museo que “venía a cambiar la fisonomía y la esencia de la ciudad” y a definir la “revitalización de una economía local”. Un espacio que a día de hoy es un símbolo de Bilbao.
Un buque de titanio junto a la ría que ha transformado la ciudad
Begoña Martínez Goyenaga, subdirectora de comunicación y marketing del Museo Guggenheim, asegura que la institución supuso un gran cambio. Se pasó de un Bilbao postindustrial a una ciudad más abierta, cosmopolita y amigable.
Con este ‘nuevo’ Bilbao la ciudad ha logrado atraer cerca de un millón de visitantes al año. “Yo remarcaría un poco el éxito sostenido. Porque una vez pasada la primera impresión del edificio maravilloso, la arquitectura de Frank Gehry y la novedad, que durante 25 años hayamos seguido teniendo un poco esta capacidad de atracción al público internacional me parece destacable”.
Durante mucho tiempo el museo cargaba con una crítica feroz, que consistía en decir es sólo era “una bella carcasa”. “Un proyecto urbanístico interesantísimo, pero arquitectónico” que solo consistía en un envoltorio vacío por dentro. Una crítica infundada que ha sido desmontada gracias a una programación expositiva “muy ambiciosa y dinámica”. “Hemos tenido en estos años 215 exposiciones temporales que significa hemos expuesto más de 18.000 obras de arte. Es decir, en ningún caso nos hemos dormido en los laureles”.
Secciones intersecciones, la exposición que festeja los 25 años de vida del museo
El Guggenheim celebra sus bodas de plata a través de una muestra de su colección propia que se despliega en todas sus salas. La exposición toma la forma de un gran tríptico expositivo y tiene esas tres aproximaciones temáticas, cada una en una planta que dialogan entre ellas. Además, permite redescubrir las obras que han definido la apuesta artística y la historia del museo. Lekha Hileman Waitoller, comisaria, ha explicado que el sentido, los nombres acciones y intersecciones eran claves en esta exposición.
“Con el equipo curatorial decidimos que podría ser interesante encontrar estos momentos o solapes entre los temas que les han interesado a los artistas de la colección. También donde vemos proyectos parecidos en cuanto a la técnica o gente que estaba viviendo en el mismo momento o sitio haciendo obras parecidas”.
José Ibarrola, el negacionista que se acabó enamorando del Guggenheim
El artista plástico formaba parte de ese colectivo de bilbaínos que en su día sintieron rechazo hacia el museo. Sin embargo, su perspectiva cambió y a día de hoy solo tiene palabras de agradecimiento hacia la institución y hacia la calidad expositiva que tienen. “Una de las cosas que más puedo agradecer al Guggenheim es cómo ha enseñado a exponer las colecciones de cara al público. Porque uno de los hándicaps que solemos tener a la hora de mostrar nuestra obra es encontrarnos con estos espacios desangelados, sin medios y donde están muy mal montadas las cosas”.
Además, una de sus obras, Las sombras del Guggenheim son de colores,sirvió para celebrar la inauguración del museo. Un montaje que se hizo en una marquesina de la estación de Renfe cuyo concepto residía en la luz que iba a irradiar el museo en las sombras de la ciudad.