Escritor icónico del género policíaco, periodista prolífico y gourmet irredento: por qué Vázquez Montalbán es irrepetible
Noticia Página Dos
- Tuvo siempre una marca conciencia política, que lo volvió incómodo a los ojos del poder
- En todas las novelas de la serie Carvalho hay alguna referencia gastronómica
- Fue un autor generoso, que ayudó a otros escritores a encontrar su editorial
Periodista, escritor, humorista, crítico, gastrónomo y culé. Así se definía Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003). Nació en el Raval barcelonés —lo que entonces se llamaba el barrio chino— y no conoció a su padre hasta los cinco años, cuando este salió de la cárcel en la que había sido encerrado por motivos políticos.
Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, donde conoció a su futura esposa, la historiadora Anna Sallés. Sus primeros textos los firma para editoriales (Larousse y Espasa), en revistas como Triunfo —donde firmaba como Sixto Cámara su célebre Crónica sentimental de España— o Solidaridad Nacional, Tele/eXprés, Por Favor, Interviú o El País.
En 1972 publicó la primera novela —Yo maté a Kennedy— del detective privado Pepe Carvalho, sin duda su personaje más popular. Amante de la buena mesa, observador y desencantado de la política, rasgos en común con su creador. Carvalho es la calle, los casos sin lustre, los amigos sin pedigrí, la ironía y el ir tirando. Con él Vázquez Montalbán se convierte en un referente de la novela negra española. En 1979 ganó el Premio Planeta, entonces galardonado con ocho millones de pesetas, por Los mares del sur. Ese año sonaban fuerte en las apuestas Baltasar Porcel y Terenci Moix. La crónica cuenta que Montalbán esperaba el veredicto final de Lara con descreimiento, fumando un habano. «Yo hasta que no lo oiga por los altavoces...».
Del Montalbán poeta se habla algo menos. Fue elegido como uno de los nueve novísimos de Castellet, y firmó versos irónicos y lúdicos, con una carga crítica. En ellos se habla de la memoria, la cultura popular, la identidad cultural, los silenciados.
Para hablar de este escritor prolífico Página Dos cita a tres personas. La primera es la más importante de su vida: su hijo Daniel Vazquez Sallés, que también es escritor (habló de su relación en el libro Recuerdos sin retorno, publicado por Península). «Utilizaba su enorme curiosidad para sus columnas. Le gustaba definirse más como poeta que como ensayista. Le gustaba escribir a mano. Mi obra preferida es El estrangulador. Es muy autobiográfica. La escribió en una época en la que no estaba muy bien. Casi parecía un testamento, una despedida.»
Nuestro segundo encuentro es con el profesor de periodismo Francesc Salgado. «Durante los primeros años fue reportero, pisó mucho la calle. Luego fue un opinador, muy preocupado por la política. En los noventa fue un periodista global, y habló de los peligros del liberalismo agresivo que vino con Reagan y Thatcher. Yo siempre reivindico sus libros de entrevistas, llenos de preguntas valientes.»
El tercer autor con el que quedamos para hablar de este icónico escritor barcelonés es el crítico gastronómico Pau Arenós. Quedamos con él en el mercado de La Boqueria. «Su aportación es monumental. Dio una visión culinaria muy novedosa, muy copiada después: Mis almuerzos con gente inquietante, Saber o no saber, Las recetas de Carvalho… Le gustaba ser conocido como gourmet, pero también le pesaba.» En su testamento Vázquez Montalbán dejó dispuesto que sus cenizas fueran esparcidas en Cala Montjoi, el rincón de la Costa Brava que alojó al mejor restaurante del mundo, elBulli.