¿Qué tiene que ver un patito de goma con las corrientes oceánicas?
- En 1992, un contenedor lleno de patitos de goma se volcó en el océano Pacífico
- La monitorización de los patitos ha permitido conocer mejor las corrientes oceánicas
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En ocasiones, los hechos fortuitos se convierten en un hilo enormemente útil del que tirar para llevar a cabo nuevos descubrimientos. La historia de los patitos de goma, contada por José Miguel Viñas en la sección de climatología de ‘Órbita Laika’, es una prueba de ello.
En enero de 1992, un barco mercante que cubría la ruta entre Hong Kong y Tacoma en mitad del Pacífico Norte tuvo que vérselas con un fuerte temporal. El ‘Ever Laurel’ consiguió resistirse a la tormenta, pero perdió doce de los contenedores que cargaba en medio del océano Pacífico, que, tras soltarse de sus anclajes, cayeron por la borda. Y uno de ellos contenía nada más y nada menos que 29.000 juguetes de plástico: tortugas, ranas, castores… Y, principalmente, patitos de goma. Cuando el contenedor se abrió, todos ellos quedaron a merced de las corrientes marinas. De la forma más inesperada, acababa de dar comienzo un experimento natural clave para comprender las dinámicas de las corrientes oceánicas.
Con el paso de lo meses y los años, los patitos fueron apareciendo en costas y lugares muy distantes de los distintos océanos. Los oceanógrafos estadounidenses Curtis Ebbesmeyer y James Ingraham, cuyo trabajo estaba enfocado al estudio de las dinámicas oceánicas decidieron rastrear y monitorizar su paradero. Después, introdujeron los resultados en OSCUR - Ocean Surface CURrent Simulator: un software informático diseñado por James Ingraham con el fin de recopilar los datos y simular el comportamiento de la superficie de las corrientes oceánicas.
Para recabar toda esta información, fue necesario un gran esfuerzo colaborativo. Ebbesmeyer propuso realizar un seguimiento global, de manera que cualquier persona que localizara un patito de goma informara de ello. Algo que se continúa realizando hasta la fecha, ya que, a día de hoy, siguen apareciendo patitos de goma por todo el hemisferio norte. Eso sí: no todos pertenecen al lote que iba en aquel contenedor. Si te encuentras uno en la playa, quizá tengas entre tus manos un objeto clave para la historia de la oceanografía.
Gracias a este acontecimiento, y a la capacidad de estos dos científicos de vislumbrar el potencial que tenía seguir la pista a aquellos patitos de goma, hoy tenemos un conocimiento mucho más profundo del comportamiento de las corrientes oceánicas.