¡Fuego! Así es la vida de un bombero forestal
Noticia Página Dos
- En Hermano fuego Raúl Vicente narra percances, vocación y alegrías de un bombero forestal
- «Da igual cuántas veces evalúes y corrijas. Volverás a equivocarte»
- Página Dos entrevista a este profesional con veinte años de trayectoria, la mayoría del tiempo en Aragón
¡Fuego! Cinco letras bastan para desatar el pánico. En un edificio de vecinos, un local abarrotado o —más complicado— en un bosque seco. El bombero forestal Raúl Vicente (1972) ha querido, tras dos décadas de vocación y profesión, compartir los sinsabores de un trabajo tan peligroso como necesario, con momentos reconfortantes. Lo recoge Hermano fuego (Pepitas de Calabaza / Biblioteca 451), un texto confesional donde este bombero comparte su certeza: el equilibrio del planeta se ha roto, y el precio a pagar será altísimo.
El origen del libro es interesante; los editores descubrieron la expresividad de Vicente tras sus declaraciones sobre el terrible incendio de Horta de Sant Joan, en 2009. «En la primera ocasión que surgió le preguntamos si no había pensado en escribir sobre todo aquello. Así, en una tasca de Lavapiés, salió la idea, aunque el relato es muy anterior. Su trabajo es físicamente muy duro, pero todavía exige más mentalmente.»
«No llegué al mundo de los incendios para quedarme», cuenta Raúl Vicente al comienzo del libro. «Aquello era solo un trabajo temporal de verano; eso, sin otros trabajos complementarios, dibujaba de corto futuro. Quise probarlo porque, solo la cercanía de la base de Daroca a mi aldea, en un territorio sangrado demográficamente y sin apenas salidas laborales —España vaciada lo llaman ahora— ya lo convertía en una valiosa oportunidad. (..) Esa no fue mi primera experiencia apagando llamas. Tuve una muchísimo antes como voluntario, durante el verano de 1994, en el incendio de Paternoy. Aquel año pasó a la historia de los incendios forestales en España como el más funesto de su década».
La evocación, atavismo y lírica del fuego lo convierten en protagonista de muchas novelas icónicas: Fahrenheit 451 (Ray Bradbury), Firestarter (Stephen King), La biblioteca en llamas (Susan Orlean), The art of fire (Daniel Hume), Trascendencia (Gaia Vince), El libro de la madera (Lars Mytting), En llamas (Richard Wrangham) o The psychoanalysis of fire (Gaston Bachelard).
«La bestia se deja ver cuando avanza entre un bosque de pinos de ocho o quince metros de altura que arden como si fueran un montón de cerillas, lanzando unas llamas que duplican o triplican la altura de los árboles, emitiendo una intensidad de calor que te obliga a alejarte varias decenas de metros para poder soportarlo. Y gritando. Porque el bosque cuando arde, chemeca, grita. (...) Como dicen los viejos de los pueblos, el fuego es traicionero. (...) Da igual cuánto lo mires y lo estudies. Siempre es más listo que nosotros, y te lo puede demostrar en el momento más inesperado.»
Óscar López pregunta a Raúl cuál era el objetivo al escribir el libro. «Que el lector conozca la profesión más allá de los tópicos. Que se acerquen a nosotros, con nuestras peculiaridades. Y unas gotas de pesimismo, porque debemos reaccionar ante los retos que se nos presentan en las próximas décadas.»