Chiquito de la Calzada: así revolucionó el lenguaje popular, a base de fistros y pecadores
- Tú también hablas como Chiquito de la Calzada, ¿te das cuen?
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El mundo se divide en dos: los que son capaces de destrozar hasta el mejor chiste del mundo y los que te sacan una carcajada nada más abrir la boca, no importa lo mala que sea la broma. Es la manera de contarlo, los gestos, las pausas... Chiquito de la Calzada no encajaba en ninguna de las dos categorías, él estaba por encima. Hilarante, impredecible, surrealista... No hay en el diccionario español adjetivo que describa el humor que nos regaló. Quizás a él sí se le hubiera ocurrido una palabra para definirlo, porque además de momentos que ya forman parte de la historia de la televisión, nos dejó sus expresiones más divertidas, las mismas con las que nos hacía reír en cualquiera de sus chistes.
No había frase que no acabara con un "pecador de la pradera" o un "jarl". Un lenguaje único, como él, que con el tiempo hemos acabado adaptando a nuestro día a día. Porque tú también hablas como Chiquito de la Calzada, "¿te das cuen?".
Si, tú también has respondido "¿cómorrr?" cuando algo te ha sorprendido, has gritado "no puedorrr" al intentar levantarte de la cama o has pensado "al ataquerrr" al llegar al buffet del hotel. Como no ibas a hacerlo si hasta Carlos Moyá se despidió con un "hasta luego, Lucas" después de llegar a la final del Open de Australia y perder contra Peter Sampras. Pruebas que desmuestran que Chiquito de la Calzada no solo cambió nuestra manera de entender el humor, sino también nuestra forma de hablar. Cinco años después de su muerte, así es y seguirá siendo, porque aunque las nuevas generaciones puedan no conocer el origen de estas expresiones, las repiten igual que nosotros.
¿Por qué nos hacen gracia todos los chistes de Chiquito?
El suyo es un diccionario aparte, entre sus palabras inventadas y su acento andaluz cerrado, no era fácil descifrar el significado de cada frase. Pero es que a Chiquito no hacía falta entenderle para reírle. Sus coletillas tenían cabida en cualquiera de sus chistes y todo era susceptible de ser un "fistro", a veces, "pecadorrr". Imposible imaginar a otra persona interpretando sus historias, tan absurdas y disparatadas, y al mismo tiempo graciosas. Anécdotas que Chiquito adornaba como nadie sabía hacer.
No paraba en el escenario, de un lado para otro, un saltito, un paso hacia delante y dos hacia atrás. Además de un sinfín de gestos tan característicos, Chiquito de la Calzada era ocurrente y sabía ganarse al público. "Trabajas menos que el sastre de Tarzán", decía con su gracia en medio de la historia que estaba contando, provocando la risa entre el público. "Cobarrrde", gritaba. No eran sus chistes los que nos hacían gracia, era él. "Por la gloria de mi madre", Chiquito, ¡vuelve!