Amor, poesía y guerra en las mejores películas dirigidas por Clint Eastwood
- Ganador de cinco premios Oscar, su filmografía es una de las más aclamadas da todos los tiempos
- Clint Eastwood el francotirador en RTVE Play
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Hay veces que ser una leyenda no es suficiente. A Clint Eastwood le pasó con el spaguetti western. Después de algunos años a las órdenes de grandes maestros como Sergio Leone o Don Siegel, el forajido más famoso de Hollywood decidió tomar un rumbo diferente y demostrar que su talento podía estar tanto delante, como detrás de las cámaras. Así fue como en 1967 fundó su propia productora, The Malpaso Company. Un año después se estrenaba Cometieron dos errores (1968), su primera producción como realizador. Coincidiendo con la emisión, esta noche en La 1 de Gran Torino, repasamos a continuación cuáles son sus mejores películas.
El salto a lo grande lo daría unos años después, en 1971 con la que fue su primera película como director, Escalofrío en la noche, un fabuloso drama psicológico en el que extrajo de Jessica Walter una aterradora actuación como fan obsesionada con un locutor de radio, claro antecedente de la exitosa Atracción fatal (Adrian Lyne, 1987). Un debut que sorprendió a quienes no tenían demasiada confianza en Eastwood como director y que fue solo el comienzo de una carrera impecable detrás de las cámaras. Desde entonces Eastwood ha estado al frente de más de 30 títulos de cine, muchos de ellos aclamados como grandes obras maestras como Cartas desde Iwo Jima (2006), una de las mejores cintas valoradas de toda su filmografía.
CARTAS DESDE IWO JIMA (2006)
Después de ganar cuatro Oscars con Million Dollar Baby, el realizador se embarcó en el que, posiblemente, ha sido su proyecto más ambicioso, el de retratar la batalla de Iwo Jima, uno de los episodios más violentos de la Segunda Guerra Mundial –inmortalizado en una icónica fotografía que mostraba a un grupo de soldados alzando la bandera estadounidense en lo alto del monte Suribachi–, desde dos ópticas opuestas, la del bando estadounidense y la del japonés, acabando con cualquier suspicacia sobre la imparcialidad política en el tratamiento de la misma.
EL INTERCAMBIO (2008)
Inmediatamente después de su visión japonesa de la batalla de Iwo Jima, Eastwood puso sus ojos en un tenebroso hecho real acontecido en la década de 1920, ocurrido en Los Ángeles. Un caso que estremeció a la sociedad de la época, los asesinatos del gallinero de Wineville, que tenía como víctimas a niños que eran secuestrados y asesinados. Angelina Jolie se puso en las manos del director y el resultado fue una de sus mejores interpretaciones, metiéndose en la sufrida piel de Christine Collins, una madre soltera cuyo hijo desaparecía sin dejar rastro, hasta que la policía le devolvía un niño que ella no reconoce como el suyo. Técnicamente irreprochable, su perfecta ambientación es uno de los puntos fuertes de esta película nominada a tres Oscars: mejor actriz, fotografía (excelente trabajo de Tom Stern) y dirección artística, y aspirante a la Palma de Oro del Festival de Cannes.
EL JINETE PÁLIDO (1985)
Eastwood consigue aquí una perfecta mixtura entre el spaghetti western de Leone y el western clásico norteamericano, siendo su mayor referente, sin duda, Raíces profundas (George Stevens, 1953), a la que el guion de Michael Butler y Dennis Shryack Dos años después de dirigir a Sondra Locke en el cuarto episodio en la saga de Harry Callaghan, trabajo claramente alimenticio, destinado para contentar a la taquilla, Clint Eastwood incursionó por tercera vez en el western –tras las notables Infierno de cobardes y El fuera de la ley–, resucitando un género que, a mediados de los 80, estaba tristemente desfallecido, con un título bastante singular que se ganó el favor de crítica y público, siendo un claro antecedente de la aún mejor Sin perdón.
UN MUNDO PERFECTO (1993)
Eastwood tenía el listón muy alto para volver a la dirección después de la lluvia de premios y magníficas críticas recolectadas por Sin perdón. Por eso sorprende más que Un mundo perfecto sea, dentro de su modestia, una película tan redonda y que escapa, sin duda, de las características de lo que sería una obra de transición.
GRAN TORINO (2008)
Nos encontramos, probablemente, ante el último gran filme rodado por el maestro, ya que todo lo que ha hecho desde entonces, aun manteniéndose en un nivel que ya querrían para sí la mayoría de directores, se aleja de la trascendencia de sus mejores trabajos. Un veterano de la Guerra de Corea, perpetuamente malhumorado y antisocial que, desde el porche de su casa de Highland Park (Michigan), y con la única compañía de su perra Daisy, asiste con desagrado a cómo su vecindario, antes habitado por familias blancas, se ha convertido en cobijo de multitud de inmigrantes asiáticos.
MEDIANOCHE EN EL JARDÍN DEL BIEN Y EL MAL (1997)
Una de las cintas más infravaloradas de su filmografía que hemos querido incorporar a esta lista. Medianoche en el jardín del bien y del mal, con guion de John Lee Hancock, sobre la novela homónima de John Berendt, tal vez fuera una apuesta un tanto extraña de su realizador después del gran éxito de Los puentes de Madison, pero merece ser revisada porque el guion y las interpretaciones son brillantes.
MILLION DOLLAR BABY (2004)
Tan solo un año después de la obra maestra Mystic River, el cineasta volvió a repetir la hazaña de rodar una nueva película redonda con Million Dollar Baby, drama de ambiente pugilístico, escrito por Paul Haggis, basándose en la novela Rope Burns: Stories From the Corner, de F.X. Toole. Eastwood se involucró en el proyecto, hasta tal punto de encargarse de componer la banda sonora, aparte de ejercer sus labores de dirección y producción y adjudicarse uno de los papeles protagonistas, Frankie Dunn, ese viejo entrenador y representante de boxeadores que regenta el gimnasio al que llega la joven Maggie (Hilary Swank) con la intención de convertirse en una gran boxeadora.
MYSTIC RIVER (2003)
El director volvió a recuperar su mejor pulso, después de un puñado de títulos menores, valiéndose del sombrío material que supuso la novela homónima de Dennis Lehane para inaugurar una nueva etapa en su carrera que se caracterizaría por una mayor oscuridad. La historia que cuenta es, sin duda, una de las más dramáticamente complejas a las que se ha enfrentado Eastwood, ya que está plagada de personajes atormentados por la culpa o traumas del pasado, y de acciones y acontecimientos totalmente terroríficos. LOS
LOS PUENTES DE MADISON (1995)
Que bajo su imagen de tipo duro se escondía un alma sensible había quedado patente en su segunda cinta como director, Primavera en otoño, por lo que Eastwood no se pudo resistir a regalarnos su obra maestra del género romántico, y esa sería Los puentes de Madison, la adaptación de una novela de igual título escrita por Robert James Waller. En la línea de un clásico como Breve encuentro (David Lean, 1945), en la que sus protagonistas, ambos casados con otras parejas, vivían un amor imposible condenado a terminar en un corto espacio de tiempo, esta historia presenta a Francesca (Meryl Streep), un ama de casa italiana, aburrida y poco valorada por un marido e hijos bastante egoístas, y que pasa sus días prácticamente sola en una granja de Iowa que para ella es casi una prisión.
SIN PERDÓN (1992)
Sin perdón el título del mejor cineasta de todos los tiempos. Desde que El jinete pálido insuflara de aire fresco al western, tan necesitado de ello, varias fueron las cintas que se estrenaron ambientadas en el lejano Oeste en los años siguientes, siendo Bailando con lobos el gran éxito que terminó de confirmar la definitiva resurrección del polvoriento género