5 curiosidades científicas sobre Hispania que quizás no conocías
- El uso del color púrpura estaba regulado en la civilización romana
- Los romanos tenían su propia versión de la escobilla: el tersorium
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Los coliseos, las calzadas romanas, el hormigón… El imperio romano nos ha dejado una enorme y valiosa herencia. Pero su legado no solo es histórico: los avances y conocimientos científicos cultivados en Hispania también fueron clave para que, a día de hoy, tengamos acueductos o un sistema de alcantarillado. La civilización romana es una fuente inagotable de curiosidades. Estas son cinco de ellas:
1. El vertedero más antiguo de la historia está realizado con ánforas de aceite de Hispania. Se encuentra a las afueras de Roma, en el Monte Testaccio, y en él se alojan, aproximadamente, los restos de 53 millones de ánforas rotas.
2. Los grecorromanos usaban el aceite de oliva en su entreno deportivo. Antes de practicar ejercicio físico en la palestra o el gimnasio, se ungían el cuerpo con aceite para proteger su piel del sol e hidratarla. Después, se quitaban la capa de aceite, polvo y sudor con una herramienta curvada llamada estrígilo. Esta capa llegó a venderse para usos medicinales… Por suerte, aquello pasó a la historia.
3. Los fenicios realizaban pigmento púrpura utilizando moluscos como materia prima. Concretamente, el Murex Trunculus, con el que producían una tonalidad púrpura azulada llamada azul real, y el Murex Brandaris, con el que obtenían el púrpura de Tiro. Para obtener un kilo de pigmento hacían falta aproximadamente 50.000 ejemplares. A día de hoy, están extintos. El color púrpura alcanzó posteriormente gran prestigio en la civilización romana, llegando a regularse y restringirse su uso a los emperadores.
4. Los romanos inventaron una cloaca conocida como “Cloaca Máxima”. Esta recogía el agua de lluvia de las colinas siguiendo su curso natural, llevándose consigo los residuos de las casas, letrinas y baños de las colinas de Roma. Luego desembocaba en el Tíber. No queremos imaginar cómo estaría el río por aquellos tiempos.
5. Los romanos tenían su propia versión de la escobilla: el tersorium. Consistía en un palo al que se ataba una esponja, y su uso era compartido, metiéndo el tersorium en agua con sal o vinagre para desinfectarlo. Como podéis imaginar, no era un utensilio demasiado higiénico.
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