Elizabeth Taylor y Richard Burton: un amor con broncas, alcholismo, sexo desenfrenado y joyas
- Elizabeth Taylor se casó en ocho ocasiones entre 1950 y 1991, dos de ellas con su gran amor
- La rara mutación de la actriz: sus ojos no eran violetas, tenía pestañas dobles
Richard Burton fue el último en incorporarse al elenco de Cleopatra. Cuando Elizabeth Taylor salió del hospital tras haber superado una terrible neumonía que casi la mata, la Fox decidió trasladar el rodaje de Londres a Roma y rodar en los Estudios Cinecittá. El equipo de decorados trabajó a contrarreloj y el equipo de producción terminaba de completar al grupo de protagonistas. Tenían a la Taylor como la reina egipcia, a Rex Harrison como Julio César y faltaba el actor que daría vida a Marco Antonio. Richard Burton era la gran opción, pero llevaba años sin hacer cine metido de lleno en el teatro. Le convencieron y se unió al equipo, aunque realmente a quien se unió fue a Elizabeth Taylor. La leyenda cuenta que apareció en el set desafiante y altanero, pero también galante y seductor. El actor estaba casado con Sibil Williams desde hacía 12 años y tenían dos hijas. La actriz estaba casada con Eddie Fisher, su cuarto marido, una relación escandalosa ya que cuando se conocieron él estaba casado con Debbie Reynolds, una de las mejores amigas de Liz, a quien la prensa bautizó como 'la roba maridos'. ¡Y eso que no sabían lo que iba a pasar!
Circulan varias versiones sobre cómo empezó el romance. Unos dicen qué Burton babeó nada más ver a Liz y otros dicen que era ella quien se lanzó a la caza. Fuera como fuera, el flechazo derivó en pasión y la pasión en amor, un amor que hizo correr ríos de tinta. A veces, rayando en la estupidez: Juan Tejero cuenta en su libro 'Este rodaje es la guerra' que un periódico de Italia publicó que el romance verdadero lo estaban viviendo Joseph L. Mankievicz y Elizabeth Taylor y que Burton era la 'tapadera'. Nada de eso era cierto.
Liz y Burton: 11 películas y dos matrimonios
En marzo de 1962, el romance ya era de dominio público y los paparazzi trabajaban a destajo para pillar a la pareja, la más famosa del momento. Hasta el Vaticano terció en el asunto, calificando a los amantes de “vagabundos eróticos”. Liz y Richard se volvieron inseparables y tras divorciarse de sus parejas, se casaron. La boda fue el 15 de marzo de 1964 y se celebró en el Ritz-Carlton de Montreal. La prensa lo llamó 'El matrimonio del siglo'. Liz tenía dos hijos, Michael y Christopher, fruto de su matrimonio con su segundo esposo, Michael Wilding, y también una niña, Liza, de su tercer matrimonio, con Michael Todd. Richard Burton y su esposa Sibil estaban en pleno proceso de adopción de una niña alemana, que se pasaría a llamar María Burton. Su amor se veía en las revistas del corazón y en el cine, ya que rodaron juntos 11 películas.
Se amaron y se destestarion, pero no pudieron escapar de aquel magnetismo envenenado y acabaron protagonizando una de las historias de amor (o desamor) más turbulenas de Hollywood. Lo que sentían el uno por el otro fue desenfrenado y colérico. Con peleas regadas de alcohol, altibajos y riñas insoportables, su atración era tan fuerte como su tóxicidad. Empezaban a beber en el desayuno y no paraban hasta la madrugada: formidables borracheras y discusiones que no tenían reparo en mostrar a gritos y en público. La prensa se frotaba las manos cuando se filtraba algún detalle íntimo o se veía a la actriz luciendo una nueva joya. Tras diez años juntos se separaron, el divorcio llegó en 1974.
La separación derrumbó a la actriz, aquel año sólo grabó un film, La masoquista, en 1975 no tocó un solo plató de cine. Parecían vivir un eterno, "ni contigo, ni sin ti". Elizabeth se fue a vivir a Nueva York mientras él se establecía en Los Ángeles. En un comunicado, Liz afirmó: “Quizá nos hayamos querido demasiado”. Solo 18 meses después de su divorcio, la pareja volvió a casarse. Liz retomó también su carrera profesional, pero como ocurrió con su matrimonio, aquello solo fue un espejismo y sus apuestas un fracaso. La segunda boda se celebró el 10 de octubre del 1975 a orillas del río Chobe, en Botusana. Dicen que de aquella unión, solo fueron testigo los hipopótamos de la zona. Trataron, sin suerte, de dejar el alcohol. Las broncas volvieron a repetirse hasta que llegó de nuevo el divorcio.
"Quizá nos hayamos querido demasiado"
El amor se fue, pero quedaron los diamantes. Burton le hizo muchos regalos a su esposa, pero hay tres que destacan por encima de todo: el diamante Taylor-Burton, el diamante Krupp y la perla peregrina. Por el primero pagó 1.100.000 dólares y ella lo estrenó en la ceremonia e los Oscar de 1970: llevó una gargantilla de rubíes y diamantes en el que la gema Taylor-Burton era central. El Krupp, engarzado en un anillo de platino del joyero norteamericano Harry Winston, le costó 300 000 dólares. Y la perla Peregrina, de 2,55 centímetros de largo, le costó 37 000 dólares.
Hablamos de una pieza con mucha historia: la llevaron tres reinas de España, Margarita de Austria-Estiria, Isabel de Borbón y María Luisa de Parma, la robó José Bonaparte para su esposa, Napoleón III la vendió y tras un largo periplo por el que pasó de Francia a Estados Unidos, se subastó en Nueva York. Sobre si siguieron amándose tras divorciarse, cuentan que hasta el día de su muerte, en 2011, Elizabeth Taylor mantuvo simpre guardada una carta que le había escrito Burton y que le llegó al poco de morir. En ella le decía que estar en casa era estar con ella, y que él quería estar en casa. Un amor casi eterno que empezó a orillas del Nilo con un Marco Antonio y una Cleopatra de película.