Ana Bolena, la leyenda del fantasma decapitado
- Fue esposa del rey Enrique VIII, quien mandó ajusticiarla
- Cuentan que su espíritu se pasea por diversas propiedades de la realeza británica
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La historia está plagada de injusticias y asesinatos que ahora nos horrorizan, pero que en su momento se cometieron sin ningún tipo de remordimiento. En ‘Saber y ganar’ hemos recordado la figura de Ana Bolena, la segunda esposa del rey Enrique VIII, quien murió decapitada por orden de su marido. Según cuenta la leyenda, el fantasma de la que ahora es considerada una mártir, vaga por las distintas propiedades de la familia real británica. ¿Lo sabías?
Ascenso de Ana Bolena
Se sabe que Ana Bolena nació en Norfolk o en Kent en dos posibles fechas: o en 1501 o en 1507. En el año 1522 debutó en la corte de Enrique VIII, quien entonces estaba casado con Catalina de Aragón. Gracias a un complicado baile que ejecutó, Bolena se convirtió en la mujer de moda pero no fue hasta tres años después que el monarca, quien también era amante de María Bolena, hermana de Ana, empezó a perseguirla.
Cabe decir que ella se resistió a convertirse en su amante y finalmente el rey le propuso matrimonio, pidiendo a la vez la anulación de su compromiso con Catalina. Ana Bolena ascendió al trono y fue logrando gran poder en la sombra. De hecho, fue la primera plebeya inglesa en convertirse en noble por derecho propio tras recibir el marquesado de Pembroke a manos de su esposo.
Tras el nacimiento de Isabel, la futura reina de Inglaterra, la relación con su marido comenzó a enrarecerse. El rey se encaprichaba de otras doncellas de la corte con asiduidad y eso provocaba fricciones entre ellos. Además, Ana Bolena sufrió dos abortos seguidos con lo que el deseo de Enrique VIII de tener un hijo varón cada vez era más lejano. Así que urdió un plan para quitarse a su esposa de encima: acusarla de adulterio y ejecutarla.
Decapitada en la Torre de Londres
Primero se detuvieron a diversos hombres, entre ellos al hermano de Ana Bolena, Jorge Bolena, y se les acusó de ser los amantes de la reina consorte. Algunos de ellos, bajo tortura, admitieron tales cargos, mientras que los que eran nobles, al no poder ser presionados bajo tortura, lo negaron todo y la exculparon a ella. Pero a pesar de eso, Enrique VIII cumpliría con su plan.
La mañana del 19 de mayo de 1536, Ana Bolena fue llevada a la Torre Verde para que tuviese una ejecución privada. Se mandó llamar a un espadachín francés de gran reputación para que la muerte de la que fuera reina no fuese dolorosa. Incluso se dice que el hombre fingió haber olvidado la espada para que la víctima creyese que aún le quedaban unos segundos más de vida y no esperase el golpe seco con el que la decapitaron.
El fantasma que nunca descansa
Con un final tan injusto, ya que la documentación de la época prueba que todo fue un complot por orden del rey y que Ana Bolena no había cometido ninguno de los crímenes de los que se le acusaba, su figura pasó a convertirse en la de una mártir que a día de hoy sigue siendo recordada y honrada.
Pero más allá de eso, según dice la leyenda, su fantasma decapitado, con la cabeza bajo el brazo, vaga por las instalaciones de la realeza británica y son muchos los que dicen haberla visto, sobre todo en la Torre de Londres. Según los informes que se tienen, habría protagonizado unas 30.000 apariciones, algunas de ellas recogidas por la prensa inglesa.