Ingrid Bergman, estrella transgresora del cine y madre ausente: ¿Quiénes fueron sus hijos?
- La gran estrella de Hollywood fue una madre ausente que no siguió el guion establecido para las mujeres
- Nominada siete veces a los premios Oscar, Ingrid Bergman recibió tres veces el galardón
- No te la pierdas en Las campanas de Santa María (1945), disponible gratis en RTVE Play
Pocas estrellas de cine entraron en Hollywood pisando tan fuerte como lo hizo Ingrid Bergman en Casablanca (1943). Su poderosa imagen en pantalla era el retrato exacto que enamoraba a la industria del momento, un rostro angelical de mirada soñadora y belleza etérea que eclipsó al mismísimo Humphrey Bogart en aquel desventurado romance. Aquel mismo año, recibía la primera de sus siete nominaciones al Oscar, un premio que lograría un año después por Luz que agoniza (1944) y que volvería a ganar en otras dos ocasiones con Anastasia (1957) y Asesinato en el Orient Express (1975).
En aquellos años, Bergman parecía irradiar la imagen perfecta que tanto gusta en América. Felizmente casada con un neurocirujano llamado Petter Lindström, la actriz se convirtió en madre en 1938 de su primera hija, Pía. Una maternidad que quizá llegó demasiado pronto para la actriz que solo contaba con 23 años. Apasionada de su trabajo, mujer de mundo, solo un año después de dar a luz, decide dar el salto al otro lado del charco y se lleva con ella a su familia para hacer su primera entrada en Los Ángeles con el Intermezzo (1939), de Gustaf Molander.
Su affaire con Robert Capa
Derrochando el talento que ya había demostrado en Europa, Bergman no tardó en convertirse en poco tiempo en una de las actrices más veneradas del cine. Su vida se vuelca en los estudios, donde pasa casi las veinticuatro horas del día, salta de un set de rodaje a otro y de ahí a galas y certámenes donde no para de ser reconocida. Poco a poco, su vida se separa de entorno familiar que apenas llegó a compartir con Peter y su hija Pía.
En 1945, a finales de la Segunda Guerra Mundial, la intérprete Sueca fue enviada de vuelta a Europa, en un tour de apoyo a las tropas estadounidenses. Un viaje del que regresaría con una historia de amor con el famoso fotógrafo Robert Capa. Su affare duró seis meses, aunque la historia no se conoció hasta varias décadas después, cuando se publicó la autobiografía de Bergman 1980. Por aquellos años también se le atribuye una relación sentimental con el director Victor Fleming, que precisamente la dirigiría años después en una de las versiones más célebres del cine sobre Juana de Arco.
Bergman y Rossellini juntos, ¡el gran escándalo de Hollywood!
Pero el gran vuelco de su vida llegaría en una sala de cine, viendo Roma, ciudad abierta. La película de Roberto Rossellini supuso una revelación para la actriz. Para asegurarse de que no había sido un espejismo decidió ver otra película de este director italiano, Paisà, y el impacto fue el mismo. Es entonces cuando escribe su famosa carta a Rossellini. "Si necesita a una actriz sueca que habla muy bien inglés, que no ha olvidado el alemán, que no es muy entendible en francés y que en italiano sólo sabe decir 'ti amo', estoy lista para ir y hacer una película con usted", anotaba en la misiva.
Un año después llega Stromboli (1950), en cuyo rodaje se enamoraron irremediablemente. Forjada su imagen de pureza y belleza, gracias a cintas como Las campanas de Santa María o Juan de Arco, el imaginario de Hollywood cortocircuita cuando su romance sale a la luz. La historia es vista como el escándalo del momento. Bergman no solo se enamora de Rossellini (también casado) y empieza una nueva vida junto a él en Italia, sino que abandona definitivamente a Peter y a su hija Pia y deja una carrera en la cima para protagonizar cine europeo independiente bajo la batuta del padre del neorrealismo. Lindström la acusó de abandono del hogar y libró una batalla por la custodia de Pía, que no podría reunirse con su madre hasta el año 1957.
Con dos matrimonios truncados y un bebé en camino, Robertino. Bergman y Rossellini pasaron por el altar en México a mediados de los años 50. Mientras, Hollywood se sentía tan ultrajado y decide cerrarle las puertas del cine estadounidense. Una carencia que suple sin problema, poniéndose a las órdenes de Rosellini, que le daría trabajo en otras seis películas. De aquel matrimonio nacieron tres niños, Robertino, al que engendraron antes de casarse y las gemelas Isotta e Isabella.
Una madre luminosa, pero ausente
En el documental Ingrid Bergman: Retrato de familia (2011), el cineasta Stig Björkman ofrece uno de los retratos más íntimos y certeros de su entonces papel como madre. Auspiciada por los relatos y los archivos fílmicos que le entrega Isabella, el director tiene desvela quién era aquella madre, una de las mayores estrellas de la historia del celuloide, pero también una madre distante, demasiado centrada en su pasión por el cine y la interpretación.
Con una libertad fuera de norma, sus heterodoxas ideas sobre la familia le ganaron las críticas de los medios de comunicación. En el documental, son sus cuatro hijos (incluida una muy dolida Pia) explican cómo pasaban largas temporadas sin ver a su madre, que trabajaba siempre fuera de casa y que no dudó en dejarlos atrás por vivir sus historias de amor o de entregar por completo la custodia de sus hijos a sus ex maridos para continuar con su vida profesional y su libertad. Cuestiones que, quizá jamás se hubiesen puesto en tela de juicio de ser un hombre y que, por otro lado, nunca motivó que sus hijos hablasen de ella -como lo hacen en el documental- con todo el amor del mundo.
Tras su divorció con Rossellini en 1957, la actriz retomó su contacto con Hollywood. Una reconciliación que se materializó con su segundo Oscar a la Mejor actriz por Anastasia, galardó que su amigo y colega Cary Grant recibió en su nombre. Pero esta vez ya no se instalaría en Los Ángeles, sino que seguiría viviendo en distintos lugares por Europa: Francia y Gran Bretaña, sobre todo. De nuevo, encontraría el amor con un productor teatral, Lars Schmidt, aunque su último amor fue el actor y productor John Van Eyssen. Divertida, apasionada, el único reproche de sus hijos fue no haber podido pasar más tiempo con ella. Libre y fuera de la norma que establecian los guiones de la época, nunca dejó de expresar el amor que ella profesó por sus hijos.
No te la pierdas en Las campanas de Santa María (1945), ya en RTVE Play