Crímenes y vícitmas de 'El Asesino de la baraja': "Un hombre con bigote pegó un tiro a papá"
- Repasamos los crímenes que cometió el asesino confeso y que recoge la docuserie El Asesino de la baraja
- Lo que parecía un posible crimen aislado se convirtió en la complicada persecución de un asesino en serie
- Ya disponible la docuserie original completa El asesino de la baraja en RTVE Play | Mira el tráiler
¿Quién fue el Asesino de la baraja? ¿Por qué mataba? ¿Por qué dejaba una carta de naipes en sus crímenes? La nueva producción original de RTVE Play El Asesino de la baraja relata, a través de 3 capítulos y un epílogo final, cómo fue la investigación policial de los crímenes en serie ocurridos en Madrid en el año 2003. Unos asesinatos aleatorios que tuvieron en jaque tanto a la Policía Nacional como a la Guardia Civil durante siete meses.
En este true crime -que ya puedes ver gratis en la plataforma de vídeos de RTVE Play- los testimonios de los investigadores, los testigos, y los periodistas de sucesos que siguieron de cerca el caso nos van desgranando, 20 años después, las pesquisas policiales de la investigación. Además, la serie muestra por primera vez material gráfico y sonoro del archivo policial y judicial del caso, que aporta una valiosa información al relato.
Esta es la cronología de los hechos y momentos claves de la ardua investigación policial para dar caza a un criminal en serie. Una auténtica historia de terror que acabó con la vida de 6 personas e hirió gravemente a otras dos. El punto final a esta persecución llegó cuando Alfredo Galán Sotillo, conocido como El Asesino de la baraja, se entregó en una comisaría de Puertollano el 3 de julio de 2003.
Primer crímen: C/Alonso Cano (24 de enero de 2003)
Entró en un portal al azar y tras dar unos pasos se encontró frente a un hombre que daba de comer a su hijo de dos años. Le dijo que se pusiera de rodillas; acto seguido disparó en la cabeza a Juan Francisco Ledesma, portero del número 89 de la calle de Alonso Cano, en el barrio de Chamberí. Según sus declaraciones, después volvió a casa, comió y se echó una siesta.
“Mi hijo lo único que supo decirme que había pasado mucho miedo, que él estaba tomando el vaso de leche y que entró un señor que estaba muy enfadado, que tenía una cara muy fea y que decía palabrotas”, declaró la viuda de la víctima a la policía. El pequeño testigo también le contó a su madre que “el señor tenía bigote”.
Segundo crimen: Alameda de osuna (5 de febrero de 2003)
Doce días más tarde, se alejó de la ciudad y fue hasta las cercanías del aeropuerto. Aparcó su coche, que dejó con los intermitentes puestos, y se acercó a un chico que había en la parada del bus. Se dirigió hacia él y, según su declaración a la policía, le espetó: “De rodillas contra el árbol”. A continuación, le disparó a quemarropa en la cabeza por la espalda. La víctima es Juan Carlos Estacio, de 28 años, un empleado de la limpieza del aeropuerto de Barajas.
En el escenario del crimen de esta segunda víctima aparece de forma fortuita una carta de la baraja española: un 'as de copas'. Una coincidencia que la prensa del momento y el propio asesino aprovecharon para dar teatralidad y dramatismo al caso.
Tras el asesinato del joven, el asesino vuelve a casa, duerme, come y sobre las 16h decide volver a matar.
Tercer crimen: Bar Rojas, calle Río Alberche 2 (5 de febrero de 2003)
Tras merodear por un barrio de Alcalá de Henares, entró en un bar y sin mediar palabra asesinó a bocajarro a Mikel Jiménez Sánchez, el hijo de la dueña, y a Juana Dolores Uclés, una vecina que había bajado al bar a hablar por teléfono.
Al irse dejó herida de gravedad a la dueña del bar Bar Rojas, que trató de esconderse tras la barra, y recibió tres disparos consecutivos.
El asesino se va a casa “para tumbarse en el sofá”, según contó a la policía. Esa misma tarde tuvo cita con su psiquiatra en el Hospital Militar Gómez Ulla, de Madrid, donde le estaban tratando por una crisis de ansiedad. “No se enteró de nada'', declaró el asesino en su testimonio a la policía al recordar el encuentro con su psiquiatra.
Cuarto crimen: Avenida de Viñuelas de Tres Cantos (7 de marzo de 2003)
El siguiente escenario del crímen le era familiar, porque el asesino había vivido en Tres Cantos unos meses. Se acercó un joven, Santiago Eduardo, a quien disparó sin mediar palabra en la cara hiriéndole de gravedad. El joven resultó herido y fue llevado al Hospital de La Paz, donde ingresó en estado grave. Junto a la víctima se encontraba su novia, Anahid C, a quién el homicida asesino intentó disparar también. La chica trató de protegerse agachándose y cubriéndose la cabeza con los brazos, pero la pistola se encasquilló. “Pensé: ya me tocó a mí. Después de unos minutos levanté la cabeza y ya no estaba”, declaró Anahid a la policía.
El tiroteo recae en la Comandancia de Madrid de la Guardia Civil, porque Tres Cantos, es demarcación del Instituto Armado, no de la Policía. Antes de irse, el asesino tiró otra carta, un ‘dos de copas’ junto a su víctima; había pasado un mes del crimen del ‘as de copas’ en la Alameda de Osuna. En esta ocasión, la carta tenía en el centro un puntito azul hecho con un bolígrafo y un rotulador azul.
Quinto crimen: Arganda del Rey (18 de marzo de 2003)
Aparcó su coche y se dirigió a un descampado donde había visto caminar a una persona. Como no encontró a su objetivo, trató de volver al coche. En el camino identificó a otras dos personas. Decidió ir a por ellas y al revasarlos se giró disparando a la cabeza del hombre, que cae al suelo desplomado. La mujer que le acompañaba se gira y al ver que le estaba apuntando con una pistola, se protege con ambos brazos. Efectuó sobre ella tres disparos en dirección a la cabeza.
El matrimonio asesinado estaba compuesto por George, que murió en el acto, y Diona Magda, que murió dos días después. “No les aviso, les disparó de forma totalmente sorpresiva”, aseguran los investigadores, que relatan en la serie además cómo tras disparar, el asesino volvió al coche y puso su pistola en el asiento del copiloto. "Se va a su casa. Había acabado. No hace nada, a cenar y a dormir”, detallan los investigadores. En el escenario del crimen aparecieron dos cartas de la baraja española.
Primero confesó, después se retractó
Los investigadores le preguntan a Galán, tras su entrega, ¿por qué tras los crímenes de Arganda deja de matar? Según su testimonio, usaba guantes para cometer sus crímenes y ahora prefería dejar pasar el verano antes de volver a matar.
Cuando el asesino se entregó, declaró ser el asesino confeso de los crímenes cometidos por El asesino de la baraja. Después, una vez ya detenido y en la cárcel, se retractó de sus declaraciones y negó haber cometido los crímenes. Afirmó que todo era fruto de una conspiración urdida por dos skinheads.
Durante el juicio hubo pruebas y hechos irrefutables que apuntaban a Galán. Pruebas sólidas para declararlo culpable. La sentencia de la Audiencia Provincial condenó a Alfredo Galán como autor del primer delito de allanamiento de morada con un delito de asesinato, con la atenuante de confesión a la pena de 18 años y seis meses. En segundo lugar, le condenan por cinco delitos de asesinato, también con atenuantes de confesión a 17 años y seis meses. Además, de tres delitos de asesinato en grado de tentativa a 11 años y tres meses, y finalmente un delito de tenencia de armas a dos años y seis meses. Galán fue condenado a un total de 142 años de cárcel, de los que no cumplirá más de 25.
El asesino de la baraja, en RTVE Play
¿Por qué lo hacía? ¿Cómo elegía a sus víctimas? ¿Por qué dejaba un naipe junto a la escena del crímen? ¿Qué papel jugó la pistola que se trajo de Bosnia cuando servía allí como militar? La serie documental trata de dar respuesta a todas las preguntas que surgen en torno a este caso. Ya puedes ver la serie completa en la plataforma de vídeo on demand gratuita RTVE Play por tiempo ilimitado.