Las guardianas de la memoria: un homenaje a las mujeres de la Guerra Civil. Página Dos charla con Esther López Barceló
- Cuando ya no quede nadie (Grijalbo) narra la vida de varias mujeres durante la Guerra Civil
- La política, profesora y escritora Esther López Barceló nos habla de la memoria histórica
- Ofelia, la protagonista de la novela, pierde a su padre y regresa al lugar donde nació
Una frase de Cicerón nos viene al pelo para esta entrevista: «La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos». Página Dos se cita con la política, profesora y escritora alicantina Esther López Barceló para hablar de su novela Cuando ya no quede nadie (Grijalbo), protagonizada por mujeres que viven la violencia de la Guerra Civil. La narración nos habla de memoria histórica, del amor familiar y de la fortaleza de las matriarcas en la posguerra.
¿Cuántas décadas de silencio puede resistir una familia? Es una de las preguntas que plantea el libro. La protagonista, Ofelia, acaba de perder a su padre. Tras recibir la noticia regresa a su ciudad natal. Una vez allí no solo se encuentra con el hogar de su infancia, sino también con un pasado familiar que desconocía. En el funeral conoce a un misterioso hombre francés que resulta conocer mucho más de su padre de lo que ella nunca supo. Este descubrimiento cambia por completo su percepción sobre la historia de la familia.
«Ofelia lleva años instalada en el desamparo de saberse huérfana, a pesar de que su padre siguiera vivo. Como tantas otras veces, se pregunta si un padre sin memoria sigue siendo un padre. Y, por primera vez, se dice que sí. Ahora que ya no está, lo sabe. Reconoce el valor de que hubiera un cuerpo caliente al que asirse, al que abrazarse, al que cuidar.»
Toda la novela es un viaje en el tiempo. Óscar López pregunta a Esther López Barceló por esa idea evidente pero a veces pasada por alto: en una guerra no solo sufren los hombres que van al frente, sino las mujeres que se quedan. «Quise hablar de las que cuidaron y nos inculcaron los valores, poner en valor a las bisabuelas y las abuelas. Sus nombres siempre aparecen en minúsculas en la historia, y yo he querido convertirlas en protagonistas. No es una novela sobre la Guerra Civil, sino sobre la memoria y sobre la dictadura. Esas mujeres, sin más armas que sus manos y su astucia, supieron resistir.»
La Guerra Civil y los largos años de posguerra ha inspirado grandes títulos de la literatura española, como A sangre y fuego, de Manuel Chaves Nogales; La forja de un rebelde, de Arturo Barea; Incierta gloria, de Joan Sales; La plaza del Diamante, de Mercè Rodoreda; La colmena, de Camilo José Cela; Los girasoles ciegos, de Albert Méndez; Soldados de Salamina, de Javier Cercas; Los ojos cerrados, de Edurne Portela; Línea de fuego, de Arturo Pérez-Reverte o La voz dormida, de Dulce Chacón, entre muchos otros. Ese momento histórico también fue visto a través de la mirada de autores e hispanistas internacionales: Homenaje a Cataluña, de George Orwell; Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway; Las tres Españas del 36, de Paul Preston; Muerte de un nacional, de Rebecca Pawell…
«La protagonista —cuenta Esther López Barceló— descubre cosas de su padre que no sabía. De ahí la importancia de la memoria. Nos identifica no solo como individuos y como miembros de una familia, sino como parte de una comunidad. Una sociedad sin memoria no conoce sus errores anteriores y se arriesga a repetirlos.»