¿Quién fue María Pacheco, la "Leona de Castilla?
- Lideró la sublevación de las Comunidades de Castilla asumiendo el mando de Toledo
- Se exilió a Portugal y se negó a pedir el perdón del rey
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La historia ha dejado de lado a muchas mujeres que destacaron por sus heroicidades y su valentía, aunque los nombres de algunas de ellas, como el de María Pacheco, sí que han llegado a nuestros días. Y en 'Saber y ganar' también hemos querido recordar su figura. Apodada “la Leona de Castilla”, esta noble lideró la sublevación de las Comunidades de Castilla, llegando a asaltar el Alcázar de Toledo e instalándose allí para frenar a los enemigos que pretendían tomar el mando de la ciudad. Aunque al final tuvo que rendirse y huir a Portugal, donde murió a los 36 años, sus hazañas como lideresa han hecho que su nombre siga brillando en las crónicas de España.
Una noble casada a la fuerza con un líder comunero
María López de Mendoza y Pacheco nació en el 1946 en La Alhambra, en Granda, en el seno de una familia noble castellana. De hecho, su padre fue nombrado alcalde perpetuo de La Alhambra por los Reyes Católicos, lo que les llevó a vivir en el palacio del sultán Yusuf II. Fue educada en la pequeña corte del Gran Tendilla y era una mujer culta que hablaba diversos idiomas y tenía conocimientos de Matemáticas e Historia. Ya de jovencita mostró su carácter rebelde al cambiarse el apellido y adoptar el de su madre, pasando a ser María Pacheco.
A los 15 años contrajo matrimonio con Juan Padilla, un caballero toledano de rango inferior, con el que se acordó el enlace un año antes. Se casó a la fuerza y dio a luz a un único niño que murió poco después, el mismo año en que falleció el rey Fernando el Católico.
La viuda que gobernó Toledo
Juan Padilla se involucró de forma muy activa en el levantamiento de las Comunidades en Toledo en 1520, participando en diversas batallas que terminaron de la peor de las formas: fue apresado y ajusticiado. María Pacheco se convirtió en viuda y pasó a adoptar un papel dominante en la causa que defendió su difunto esposo. Gobernó Toledo durante más de un año hasta la llegada del obispo de Zamora Antonio de Acuña, con quien luego compartió el cargo.
Aunque cayó enferma, mantuvo la resistencia contra las tropas realistas e incluso mandó traer artillería desde Yepes. Cuando Madrid se rindió y tan solo quedaba Toledo en pie, ella se negó a capitular, prolongando la resistencia de la ciudad a pesar del abandono de Acuña, quien huyó a Francia para ponerse a resguardo. Se sabe que para mantener el orden en Toledo, ya que algunos habitantes se sublevaron contra ella, apuntó con los cañones del Alcázar, lugar donde se había resguardado, hacia la ciudad.
El exilio
A pesar de su resistencia, era cuestión de tiempo que Toledo cayese en manos de las tropas reales, algo que ocurrió de manera pacífica con el armisticio de Sila. María Pacheco huyó hacia Portugal disfrazada de aldeana, por la noche, y gracias a la ayuda de familiares que estaban en el bando enemigo.
María Pacheco fue condenada a muerte en rebeldía y es de los pocos que no solicitó el perdón del rey. Eso sí, sus últimos años de vida en Oporto fueron muy difíciles y sobrevivió gracias a la caridad. Murió a los 36 años de edad y sus estos reposan en la Catedral de Oporto.
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