El canto de un gallo te puede dejar sordo: ¿cómo?
- Su canto puede superar los decibelios saludables para el oído humano
- ¿Por qué los gallos no se quedan sordos? ¿Y las gallinas?
- En Ahora o Nunca nos desvelan estas y más curiosidades
Aunque antiguamente era más común, hay quién sigue escuchando el cantar del gallo por las mañanas para amanecer. Pero, ¿sabías que ese sonido casi inconfundible y con identidad propia esconde una escalofriante realidad? Es capaz de causar serios problemas para el oído humano. Así nos lo han contado en Ahora o Nunca, el nuevo magacín diario presentado por Mónica López.
Increíble pero cierto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que los sonidos por debajo de 70 decibelios son saludables. De esta manera, la exposición al ruido impulsivo no debería nunca superar una presión sonora pico de 140 decibelios en los adultos y 120 decibelios en los niños y, para nuestra sorpresa, el canto de un gallo puede superar unos 140 decibelios.
¿Cómo hacen los gallos para no quedarse sordos?
Con esto último, surgen muchas dudas acerca de cómo los propios gallos con sus cantos reiterados no se quedan sordos y siguen su cacareo sin mostrar problemas auditivos aparentes. Ante ello, Mónica explica que un equipo de científicos de las Universidades de Amberes y Gante, en Bélgica, han realizado un estudio que dejó a todos con la boca abierta, ya que demostraron como estos animales “bloquean” momentáneamente sus oídos al abrir el pico para cantar: “Cuando el pico del gallo estaba completamente abierto y el nivel de presión sonora era máximo, los conductos auditivos externos se les cierran por completo para proteger el tímpano”.
El canto del gallo, un atractivo para las gallinas
En dicho estudio también se comprobó que el canto de los gallos no dañaba el oído de las gallinas que conviven con ellos. Además, parece ser que los gallos con cantos más potentes son los que más éxito tienen entre las hembras, ya que el bloqueo de los canales auditivos es una consecuencia directa de la selección natural.
En la misma línea, la presentadora asegura que hay que tener cuidado con estos sonidos ya que una elevada presión sonora puede dañar o causar la muerte de las células ciliadas que hay en el oído interno y que se encargan de traducir el sonido en una señal nerviosa que el cerebro interpreta, cosa que, en las aves, esas células se pueden regenerar.