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Entrevista

Nazareth Castellanos, neurocientífica: "El cerebro necesita escuchar lo que hacen los órganos"

  • Charlamos con la investigadora Nazareth Castellanos en La Aventura del Saber
  • Nos presenta su libro Neurociencia del cuerpo, donde aborda la relación entre el cuerpo y el cerebro
  • Órganos como el corazón, el intestino, o incluso nuestra respiración pueden influir en nuestra mente
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Nazareth Castellanos. Neurociencia del cuerpo

A veces hemos tenido una corazonada o una reacción visceral o algo que nos sale de las entrañas. Nuestro lenguaje nos dice mucho de esa importante relación que existe entre nuestro cerebro y el resto de nuestro organismo. Pese a que durante mucho tiempo todos los aplausos en la agencia se los ha llevado el cerebro. La investigadora científica Nazareth Castellanos explica en el programa de La 2 La Aventura del Saber la importancia, el impacto que pueden tener algunos órganos de nuestro cuerpo en el cerebro. Su investigación está hora recogida en el libro que acaba de publicar: Neurociencia del cuerpo. Cómo el organismo esculpe el cerebro.

La investigadora científica Nazareth Castellanos

La investigadora científica Nazareth Castellanos charla en La aventura del saber sobre su nuevo libro: Neurociencia del cuerpo. RTVE

PREGUNTA: Hasta hace bien poco no era una excentricidad hablar de esa importancia o ese impacto que pueden tener algunos órganos de nuestro cuerpo en el cerebro.

RESPUESTA: Sí, absolutamente. Cuando empecé a proponerlo en el mundo científico hace como 12 años era como súper raro. Te miraban como “esto no puede ser”. Es solo el cerebro, el órgano que está implicado en la psicología. Pero bueno, afortunadamente la comunidad científica se ha ido abriendo, al principio con bastante resistencia. Pero es verdad que se han rendido a la evidencia y han visto que es el organismo entero, no solo el cerebro.

P: Quizás es que en Occidente nos hemos olvidado durante mucho tiempo de la medicina oriental.

R: Es verdad que la medicina oriental lo ha tenido más presente a lo largo de su historia. Pero lo que yo recupero aquí, porque yo pasé un poco por esa fase en la que Oriente, siempre me parecía que era mejor en términos de cómo concebimos el cuerpo. Pero repasando un poco la historia de nuestra medicina, defendiendo nuestra cuna que es la medicina griega, pues ahí empecé a ver que siempre habíamos tenido ese concepto integral de lo que es el cuerpo. Es verdad que los últimos dos o tres siglos nos hemos centrado sobre todo en el cerebro, pero vamos, que está en nuestros genes.

P: Nuestro corazón, nuestra respiración, nuestra postura, el ejercicio que hacemos… ¿todo eso influye en nuestra mente, en nuestro cerebro?

R: Exactamente. Al principio lo que nosotros adoptamos en la neurociencia es que el cerebro sabía lo que estaba pasando en el resto de los órganos. También sabíamos que el resto de los órganos actuaba cuando había alguna experiencia. Nos ponemos nerviosos y sentimos esa presión en el corazón, sentimos como la respiración va cambiando.

Somos seres que nos comunicamos de formas biológicas que escapan a nuestros sentidos

Lo que ahora sabemos es que es una dirección que va en dos sentidos, es ese cambio que se produce en la dinámica del corazón, de la respiración, del intestino también manda información hacia arriba. Entonces al final es como una red por donde va fluyendo esa información y el cerebro es como si fuera el gran integrador de todo lo que sucede en nuestro cuerpo. El cerebro necesita escuchar lo que hacen los órganos.

P: Este es un libro de neurociencia, pero aquí hablas de biología, de anatomía, de filosofía, de psicología. Además todo pues completado con muchos estudios científicos.

R: Claro, esta es mi base. Yo en los últimos años, cuando queríamos empezar a defender la importancia de los otros órganos sobre el cerebro, había que documentar muchísimo para que la universidad nos permitiera hacer un estudio; era escandaloso, una excentricidad. Entonces, durante diez años estudié lo que se ha hecho, sobre todo obviamente en el mundo académico, recurriendo a los artículos científicos. Pero es verdad que para mí la ciencia es una forma de conocimiento, pero no debe ser la única. Entonces, inspirarse en la filosofía, inspirarse en la literatura, en la psicología, pues todo ello me ha permitido tener una visión mucho más amplia de por qué debemos considerar al organismo entero y no sólo al cerebro.

P: Empezamos por el intestino, ¿cómo influye en el cerebro?

Lo que se ha visto es que tiene un papel importantísimo sobre el cerebro. Este se llama el intestino cerebro y regulan sobre todo procesos de aprendizaje. Lo que se ha visto en la literatura, los experimentos, es que a través del nervio vago, que es un nervio que va vagabundeando por todo el cuerpo, este va recogiendo información de lo que pasa en nuestras vísceras para hacérselo llegar al cerebro. Es decir, es ascendente principalmente. Entonces, él recoge la información de lo que está pasando en esa microbiota, lo que están haciendo esas bacterias y esa información repercute sobre todo en una estructura que es clave en el cerebro, que es el hipocampo, que es una estructura que tiene una forma de caballito de mar que es importantísima, sobre todo para la memoria.

El hipocampo que está involucrado en la memoria, en el aprendizaje, pero también en el estado de ánimo, se alimenta, podemos decir casi literalmente de lo que esté pasando en nuestro intestino. Por ejemplo, la semana pasada salió un artículo que publica en la Universidad de Cork, que son los institutos más prestigiosos sobre esa relación intestino cerebro, viendo cómo la influencia del intestino puede ayudar al hipocampo a regenerarse. Esto se llama la neurogénesis, es decir, la formación de nuevas neuronas incluso en cerebro adulto. Esto, por tanto, nos marca una importancia enorme del intestino en el neurodesarrollo cuando somos pequeñitos, pero también cuando alcanzamos la edad adulta donde tenemos que intentar llegar con un envejecimiento sano. Lo que comemos, principalmente la dieta, influye en nuestra salud cognitiva y nuestra salud emocional.

P: También influye, por ejemplo, la respiración. ¿Hay relación entre cómo respiramos y la capacidad de memoria?

R: Claro, es clave. La universidad de Stanford fue la primera que publica en la revista Science en el año 2017, lo que se conoce como la neuroanatomía de la respiración, es decir, qué zonas del cerebro se ven afectadas por la respiración. Lo que vieron es que lo que es más importante para el cerebro es que haya una respiración nasal. ¿Qué pasa? Que la gran parte de la población somos respiradores bucales.

¿Por qué cuando respiramos por la nariz tenemos más influencia sobre el cerebro? Pues cuando estamos respirando por la nariz, al inspirar por la nariz se activa una estructura que hemos menospreciado en toda la historia de la neurociencia, que es el bulbo olfativo, que es muy pequeñita; es el receptor de la información olfativa y por tanto cuando inspiro, el bulbo olfativo tiene una conexión directa con ese hipocampo que hablábamos, esa estructura de la memoria.

En los últimos años bastantes artículos muestran, por ejemplo, que el momento en el que tenemos más memoria es el momento que coincide con la inspiración. Cuando es nasal, el momento en el que estamos inspirando nuestro hipocampo, es más receptivo a consolidar, a recordar aquello que está sucediendo en este momento.

Esto nos ha dado pie a decir bueno, vamos a estudiar diferentes protocolos con técnicas de respiración para favorecer los procesos cognitivos. Pero también, por lo que se ha visto, la respiración influye sobre la amígdala, una estructura que es como una almendra que está al lado del hipocampo, que es la que está más involucrada en la gestión emocional. Entonces utilicemos la respiración como analgésico. Esto es algo que, por ejemplo, nosotros acabamos de publicar un estudio de personas que tenían dolor crónico por discopatía. Pues vamos a ver si aprendemos a respirar podemos utilizarlo para gestionar estos momentos que son un poquito más difíciles.

P: Por ejemplo, con la meditación también puede ser un buen aliado.

R: Efectivamente. En la línea general del laboratorio estamos trabajando en ver cómo podemos reorganizar o moldear, como podría haber dicho Ramón y Cajal, no sólo el cerebro. Ramón y Cajal decía que todos podemos ser, si nos lo proponemos, escultores de nuestro propio cerebro, pues nosotros queremos extenderlo no solo al cerebro, al cuerpo entero. Lo hacemos desde dos vías, desde abajo hacia arriba, es decir, desde los órganos, como el cuidado del intestino, de la respiración, del corazón, influyen en el cerebro y cómo la actitud influye sobre el cerebro y el resto de los órganos. Por eso estudiamos también qué pasa en el cuerpo entero, no sólo en el cerebro cuando estamos meditando, cuando tenemos un poquito más de control sobre nuestra atención. Porque lo que decían los estudios y todos podemos ver en primera persona, es que no tenemos un control fuerte sobre nuestra atención. La atención va un poco a la deriva, como diríamos en una jerga un poco más científica, decimos que tiene fluctuaciones espontáneas, es decir, que se va sin mi control. ¿Cómo esto nos puede ayudar a producir cambios que sean favorables en el cerebro y en el resto de los órganos?

P: ¿Y qué me dices del corazón? Un corazón no sólo bombea sangre, sino que tiene también una especial relación con el cerebro.

R: Yo soy neurocientífica, llevo 26 años estudiando el cerebro, pero soy una enamorada del corazón. Los dos últimos años estoy siendo infiel al cerebro porque me parece un órgano fascinante. Fíjate que a lo largo de la historia, la guerra entre el corazón y el cerebro, pues entiendo ahora por qué ha sido así siempre.

La revista Nature en 2015, en la Universidad de París, publicó un estudio donde se vió como cada vez que el corazón late, pues aproximadamente unos 200 milisegundos después, que es lo que tardaría la información de esos receptores en llevarla al cerebro, unos grupos de neuronas en ciertas estructuras del cerebro tienen que responder al latido cardíaco. Es decir, las neuronas tienen su actividad eléctrica, pero se producen un bombeo, un disparo del corazón y las neuronas tienen que cambiar lo que estaban haciendo, es decir, responder al corazón. Cuando esto sucede tenemos más capacidad de percepción.

Cuando el cerebro, por ejemplo, está involucrado en otros procesos, en una divagación, por ejemplo, en el estrés, no siempre responde al latido cardíaco. Por tanto, esto se asocia a lo que se llama el parpadeo atencional, es decir, pierdo lo que está pasando. Pero lo que nos dicen, sobre todo en la literatura, que a mí me parece que es precioso y que va a tener muchas implicaciones, es que esa relación entre el corazón y el cerebro está relacionado con la subjetividad. Se dice que “no vemos las cosas como son, sino como somos”, pues es ese corazón el que parece que aporta lo que nosotros en neurociencia llamamos la ‘representación interna de la realidad’. Como yo veo el mundo, pues según mi historia, mi cultura, mi momento actual, en este momento. Siempre voy a ver el mundo desde mis ojos y digo los ojos, porque una cosa que estamos estudiando, que es preciosa, es que el movimiento de los ojos está coordinado por el corazón, por ese bombeo. Entonces, cómo la percepción y cómo yo miro desde mis ojos, está apoyado en esa alfombra que es la relación entre el corazón y el cerebro.

P: Pero es tan mágico pensar, por ejemplo, que los corazones, los latidos de los músicos se sincronizan cuando están todos juntos en un escenario. ¿Existe esa sincronización también entre la madre y su hijo?

R: No exactamente. Todo esto nos está devolviendo al humanismo. Cuando tú dices a veces esto es mágico, es que es asombroso, ¿no? Por ejemplo, pensar que ahora estoy hablando contigo y hasta hace muy poco pensaríamos que nuestra relación es solo lo que estamos hablando, es verbal, estas dos personas se están comunicando a través de esta comunicación intelectual. Pero ahora mismo, para que tú y yo nos podamos comprender, se han producido tres cosas básicas: nuestros cerebros se están asemejando. Si hubiéramos hecho una imagen de tu cerebro antes de hablar conmigo y el mío, y los comparamos ahora, nosotros, nuestros cerebros se parecen más ahora. Nos estamos mirando a los ojos. Por tanto, también está habiendo una sincronización entre los corazones. La dinámica de mi corazón ahora mismo está influenciada por lo que está haciendo tu corazón, y esto se ha medido y nosotros lo hemos medido en el laboratorio, con electrodos en el corazón al uno y al otro, y hemos visto correlaciones significativas entre los corazones.

Esta sincronización entre los corazones, la máxima que se ha medido es la de una mamá y un hijo. Imagínate que por aquí hay niños, entonces mi corazón cambia su dinámica porque está reaccionando a esos otros corazones. Ahora bien, de repente por aquí pasa mi hija. La dinámica, mi corazón cambia muchísimo más. Fíjate que bonito. Sobre todo a mí lo que me lleva a reflexionar, que es lo que intento difundir en el libro, es el impacto que tenemos sobre los demás. Puesto que somos seres que nos vamos comunicando de formas biológicas, que escapan a nuestros sentidos, qué importante es cultivar también lo que llevamos dentro. Esto es lo que a mi me surgía pensar.

*La Aventura del Saber se emite de lunes a jueves a las 09.55 horas en La 2 de TVE | Todos los programas siempre disponibles -gratis y online- en la plataforma de vídeos RTVE Play.