Jean Paul Gautier se mira en el espejo de Haider Ackermann: ¿moda o una carta de amor?
- Era una de las citas más esperadas y del calendario de la alta costura, y la expectación era enorme
- Timothée Chalamet, Tilda Swinton, Rossy de Palma y Catherine Deneuve asisten al desfile
- Antonio Alvarado, el diseñador que modernizó España, expone su moda y su mundo en Madrid
Ardía en deseos de ver lo que saldría de la extraña colaboración entre Jean Paul Gaultier y Haider Ackermann. Son dos modistas diferentes, que entienden la moda y trabajan la silueta de formas casi opuestas. El francés es la evidencia y el colombiano es la sutileza. Uno es puro espectáculo y el otro es más intimista. Uno viste a Rossy de Palma y el otro viste a Tilda Swinton. Pero en la moda todo es posible y París, que es la cuidad del amor, da pie incluso a romances imposibles. Desde hace varias temporadas, Gaultier está centrado solo en la división de alta costura de su firma y cada temporada pide a un diseñador que interprete los códigos de la casa: primero fue Chitose Abe, la creadora de Sacai, y luego lo hicieron Glenn Martens (Y/Project) y Olivier Rousteing (Balmain).
Aunque a priori no lo parezca, el trabajo de Ackermann tiene rasgos en común con el de Gaultier: ambos trabajan las ropas sin etiquetas de negro, abrazando una moda abierta e inclusiva. El colombiano lleva años prestando sus diseños para hombre a Tilda Swinton y el francés siempre ha enarbolado la bandera del estilo genderless, rompiendo barreras de género a golpe de aguja.
Reinterpretar al genio, revitalizar su legado
En la colección destaca, por encima de todo, la rupturismo estética que ha hecho Ackermann, despojando a las prendas del artificio y la teatralidad para enmarcarlas en un estilo que roza el minimalismo y el arte conceptual. Las prendas recuerdan a iconos de Gaultier, pero el colombiano las traslada a su universo propio, las somete a sus dictados. Pero hay más, Ackermann se pronuncia y convierte su colección en una bandera de libertad, que ondea para protestar contra el régimen iraní.
Las prendas cambian de color pasando del robusto negro al potente blanco, saltando a golpes de naranaja, morado, verde metalizado y amarillo. Con esta paleta de color recrea el espíritu rebelde de Gaultier, remarcando la belleza de sus piezas más arquitectónicas, como los corsés, y glorificando otras, como los abrigos cocoon, que hacen guiños a los maestros, desde Cristóbal Balenciaga a Yves Saint Lauren. El contraste se acentúa entre las prendas de costura, sofisticadas en su justa medida, y otras más deportivas. Cada salida es una idea y el desfile transcurre sin un aparente argumento: cada salida es una colección en sí misma, hay que entender cada look de forma independiente.
Pero el conjunto cobra un sentido especial, ofreciendo una imagen caleidoscópica de la obra de Gaultier, porque están sus obsesiones, sus filias, sus manías y todos los símbolos de la casa. Los esmóquines y los vestidos de noche comparten códigos, y rivalizan en sensualidad y exquisitez. Hay detalles de fantasía, sí; y elementos sobredimensionados, también. Pero todo está hecho con elegancia y talento, manejando las proporciones con acierto. No hay concesiones a la improvisación, no hay flecos ni descosidos. Todo está perfectamente dibujado, patronado, cortado, cosido y montado.
El efecto Timothée Chalamet
El colombiano ha entendido este trabajo como una carta de amor a Gaultier. "Él solo me dijo que quería que lo sorprendiera, que confiaba en mí y quería estar seguro de que la colección no era un refrito de ninguno de sus estilos anteriores. Me pidió que experimentara y creo que es lo que he hecho”, dice Ackermann, que ha escrito otro brillante capítulo en su fabulosa carrera profesional. Nació en Colombia hace 51 años y con tan solo 25 años se matriculó en la prestigiosa Real Academia de Bellas Artes de Amberes. Trabajó en el taller de John Galliano, con Wim Neels, Bernhard Willhelm y Patrick Van Ommeslaeghe, y en 2001 creó su propia firma. Sus compañeros le admiran y su nombre ha sonado en varias quinielas para suceder a gigantes de la costura, desde John Galliano y Martin Margiela a Karl Lagerfeld, que pensó en él para llevar las riendas de Chanel.
Un batallón de modelos veteranas, casi todas de la gran familia Gaultier, han dado movimiento y vida a las prendas. Todo bajo la atenta mirada del maestro, del que fuera considerado L' enfant terrible de la moda francesa. Jean Paul Gaultier, emocionado, ha visto el desfile desde la primera fila, sentado al lado de musas y musos como Tilda Swinton, Catherine Deneuve, Rossy de Palma, Doja Cat y una legión de famosos y amigos, encabezados por Timothée Chalamet, el hombre que mejor y más representa el estilo Ackerman: el look con el top que deja la espalda al aire que llevó en Venecia es ya uno de los 'momentazos' de la historia de las alfombras rojas. Se acercan los Oscar y tras este desfile muchos se preguntan quién o quiénes serán las estrellas que luzcan una de las creaciones de Ackermann. Se aceptan apuestas.