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Literatura

El arte de poner nombre: cómo titular (bien) tu libro

Esa delicada elección debe guiar al lector y sugerirle el género y el asunto central de la obra

  • Es habitual encontrar nombre propios (Emma, Lolita, Matilda, Peter Pan, Oliver Twist, El gran Gatsby)
  • También se emplea el recurso de las cifras (1984, Los tres mosqueteros, Matadero cinco, Catch-22)

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El sutil arte de encontrar un título contundente, pegadizo y memorable para tu libro

Por si no fuera ya un reto bastante difícil trabajar durante años en una historia creada desde cero, luego hay que saber encontrarle un buen título. Fácil de recordar, con gracia, pronunciable (los libreros podrían explicarnos anécdotas maravillosas), contundente. Y esta elección no es cualquier cosa: puede determinar, igual que la cubierta, el flechazo visual del lector. Página Dos ha reunido algunos consejos para salir airosos del trance.

Uno podría pensar que la mayoría de lectores va a la librería con una idea clara en la cabeza, pero no es así. Conocemos nuestras preferencias, pero la gracia a veces es improvisar y dejarse llevar por la corazonada. Los compradores suelen elegir en base a su género preferido, al autor, al grosor y al precio. Los estudios nos dicen que en España lo más leído es, por este orden, la novela histórica, la novela negra, la romántica, la ciencia ficción y los ensayos.

Más datos interesantes: las comunidades más lectoras son Madrid, Andalucía, Cataluña y Valencia. Casi un 38% utiliza el libro electrónico de manera habitual. Hay dos barreras mentales: los libros de más de 400 páginas, y un precio de más de 25 euros. El ciudadano se informa de las novedades a través de los medios tradicionales (radio, televisión, periódicos), pero las redes —influencers y clubs de lectura— ejercen una prescripción real.

Un buen título es aquel que dice mucho con poco, que pica la curiosidad e invita a pensar, que impulsa al lector a leer la sinopsis. En resumen, el título debe ser memorable. Un recurso habitual es el humor. Lamentaciones de un prepucio (Shalom Auslander), La amigdalitis de Tarzán (Alfredo Bryce Echenique), Eating people is wrong (Malcolm Bradbury), La soledad de los números primos (Paolo Giordano) o La princesa durmiente va a la escuela (Gonzalo Torrente Ballester) entran en esta categoría.

Aunque no sean los más fáciles de memorizar, a veces un título largo invita a imaginar todo un mundo al que uno desea ser invitado. A. G. Porta acaba de publicar en la editorial Acantilado Presentación y asesinato del rey de los ratones representada por el coro de las cloacas bajo la dirección de un escritor fracasado. Algunos ya son clásicos: La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada (Gabriel García Márquez), Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (Haruki Murakami), Veinte poemas de amor y una canción desesperada (Pablo Neruda), El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco (Charles Bukowski), La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Stieg Larsson) o Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, de David Foster Wallace.

Si uno sigue atascado y sin inspiración, a veces solo hay que buscar en el mismo texto; alguna frase de la que nos sintamos especialmente orgullosos, o un momento clave. Se puede buscar inspiración en libros de temática similar a nuestro texto, recurrir a frases hechas, o emplear las estructura clásicas de artículo + sustantivo o sustantivo + adjetivo. Al final, no hay fórmulas mágicas. Cada éxito literario es un misterio. Lo mejor es escuchar a la intuición, no pedir muchas opiniones, tener algo de picardía y confiar en la experiencia del editor.