¿Cómo enseñar a tus hijos a gestionar sus emociones? ¡Prueba estos tres juegos!
- En 'Para Todos La 2' la psicóloga Patricia Ramírez propone tres juegos para que los más pequeños aprendan a manejar sus emociones
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Las emociones mal gestionadas nos llevan a gritar, a mostrarnos irascibles, a darnos atracones de comida o a emborracharnos para olvidar las penas. Incluso, a veces, dejamos de hablar a otras personas o actuamos sobre ellas con un comportamiento no adecuado. Si nos hubieran enseñado a manejar nuestros sentimientos cuando éramos pequeños, ¿cómo cambiaría nuestra manera de afrontar, por ejemplo, la rabia?
En ‘Para Todos La 2’ la psicóloga Patricia Ramírez propone tres juegos para que padres y madres enseñen a los más pequeños a gestionar sus emociones. Estas tres dinámicas son: la baraja de emociones, el robot - muñeco de trapo y el muro de las lamentaciones
1. La baraja de emociones
¿En qué consiste crear una baraja de emociones? Necesitaréis seis tarjetas blancas por cada miembro de la familia para poder escribir o dibujar una emoción en cada una. Pondréis tres que os hagan sentir bien y otras tres que os incomoden. Existen libros como ‘Emocionario: dime lo que sientes’ que identifican muchísimas emociones y explican lo que cada una significa.
Cuando tengáis algún momento tranquilo para jugar con vuestras hijas e hijos, jugaréis a cartas. Tiraréis emociones de uno en uno y preguntaréis a la persona que le hace sentir, por ejemplo, la ira: ¿Qué personas se la causa?, ¿cómo se comporta cuando le pasa?, o ¿cómo se calma? La idea es no juzgar lo que los más pequeños están sugiriendo, sino conocer qué les hace sentir bien y mal y saber las estrategias que tienen para manejar sus sentimientos.
2. Robot - Muñeco de trapo
Cuando tenemos miedo o ansiedad, nuestro cuerpo se tensa. De hecho, pueden aparecer contracturas y perjudicar nuestro descanso. Para relajar el sistema nervioso simpático, los niños y niñas pueden hacer el ejercicio del ‘robot - muñeco de trapo’. Les pedirás que se tensen como si fuese un robot y luego que se conviertan en un muñeco de trapo aflojando sus músculos. Aprenderán la diferencia entre tensión y relajación e identificarán qué emociones les hacen estar en un estado u otro.
3. El muro de las lamentaciones
Con la dinámica del muro de las lamentaciones ayudarás a tus hijos e hijas a que aprendan a responsabilizarse de sus propias emociones y no echen las culpas a otras personas. En el centro de una cartulina, los más pequeños, si pueden, dibujarán o escribirán el motivo de conflicto. Por ejemplo: “mi amiga Natalia tiene otra mejor amiga que no soy yo y esto me genera rabia”. Alrededor de ese problema, el niño o niña tendrá que anotar todo lo que se le ocurra como solución: desde hacerse amiga de la amiga de Natalia a buscarse otro grupo.
Todas las propuestas, sean creativas o posibles o no lo sean, son válidas. No juzguéis las soluciones que dan. Con el ejercicio del muro de las lamentaciones entrenaréis su cerebro para que sepan manejar la emociones y aprendan a pensar en buscar soluciones para que cuando se enfrenten a conflictos en el futuro.