Eider Rodriguez presenta en Página Dos "Material de construcción", el relato de una familia con un padre alcohólico
Eider Rodríguez (Errenteria, 1977) estudió Publicidad y se doctoró en Literatura. Ha sido guionista y traductora
- En la autobiográfica Material de construcción habla de la enfermedad de su padre, y de cómo esta afectó a toda la familia
- La escritora, conocida por sus relatos, vive en Hendaya, «un pueblo fronterizo y costero alejado del ruido»
«Estoy al lado de papá, en una habitación especial de la unidad de ictus. (...) Cuando he llegado estaban la tía Lourdes y mamá. Excepcionalmente, nos han dejado entrar juntas a la habitación. No ha habido el más mínimo gesto de cariño entre nosotras, nada de besos, ni de abrazos, ningún contacto. Únicamente frases funcionales: qué habrá sido, hoy ha dormido en el sofá porque le dolía la espalda, por la mañana ha desayunado como siempre, ha salido de la oficina a las once, han llamado del taller, no quería subir a la ambulancia.» Eider Rodriguez comienza así su primera novela, Material de construcción (Random House), un libro autobiográfico valiente y descarnado que habla del alcoholismo de su padre.
Antes de esta novela, Eider Rodríguez (Errenteria, 1977) había publicado relatos: Y poco después ahora, Carne, Un montón de gatos y Un corazón demasiado grande. También firmó ensayos, literatura infantil, el cómic Santa Familia y un libro de cartas con Belén Gopegui. Rodríguez cursó estudios en la Universidad del País Vasco, en la Sorbonne Nouvelle de París y en la Universidad Complutense de Madrid, licenciándose en Publicidad y doctorándose luego en Literatura. En varias entrevistas ha mencionado el papel clave de la educación como una herramienta de ascenso social, y cómo sus padres le transmitieron la importancia de la cultura en general y de la lectura en particular.
Para comprender, perdonar y aceptar ciertas cosas a veces es necesario escribirlas. En Material de construcción Eider Rodriguez rememora la vida junto a su padre alcohólico. No hay juicio moral, sino un corazón abierto que se intenta explicar de forma precisa y honesta. Es una carta a la familia, sobre todo al padre, y un libro de duelo. Los recuerdos desdibujados toman una luz diferente tras su desaparición. «Le he dado de comer. Primero puré, después un yogur. Le he dado de comer con una devoción con la que nunca he dado de comer a mis hijos. (...) Te pondrás bien, le he dicho. Le he hablado mirándole a los ojos por primera vez en mi vida. No sé si entiende del todo lo que digo, pero ha aguantado la mirada. Me da vergüenza escribir sobre mi padre.»
En la literatura sobre alcoholismo se mezclan el caos y el dolor con, en ocasiones, una épica peligrosa de la borrachera creativa. Durante décadas se mitificó beber como parte del proceso de introspección. Bajo el volcán de Malcolm Lowry, La leyenda del santo bebedor de Joseph Roth, Las lealtades de Delphine de Vigan, Trópico de Cáncer de Henry Miller, El diario del ron de Hunter S. Thompson, La espuma de los días de Boris Vian, La última copa de Daniel Schreiber o La huella de los días de Leslie Jamison mezclan diferentes perspectivas de una adicción que cambia la vida de las personas que la sufren y cuestionan esa errónea leyenda de la genialidad ligada a la autodestrucción.