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Literatura

Literatura de la periferia: Juarma presenta "Punki" (Blackie Books) en Página Dos

«Quise explicar lo que viví en este pueblo a finales de los noventa»

  • Punki habla de precariedad, esperanzas, huidas hacia delante, amistad
  • Personajes de su anterior libro vuelven a aparecer en esta nueva novela

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Juarma: «Mi nuevo libro, Punki, habla de cómo te determinan tus circunstancias, y de los caminos que eliges»

Los protagonistas de Punki (Blackie Books) son Álex y Paula, amigos desde la infancia. Han compartido juegos, castigos, cerveza y el sueño de crecer y marcharse de Villa de la Fuente. Son un refugio el uno para el otro. Quieren decirse muchas cosas, pero las palabras les quedan grandes, así que se graban casetes. Algún día, se prometen, empezarán de cero en otro sitio.

Juan Manuel López, Juarma, nació en Deifontes (Granada) en 1981. Desde los catorce años dibuja, escribe y edita fanzines. Ha trabajado como jornalero, obrero de la construcción y camarero, entre otros muchos oficios. Al final siempre ganan los monstruos (Blackie Books) fue su primera novela.

Muy pocos escritores pueden vivir de lo que crean. Esto no es ningún secreto: grosso modo se calcula que un autor se lleva un euro por cada libro, y la media de ventas de un título ronda los 3.000 ejemplares. Hay quien vende mucho más, cierto, pero la mayoría apenas 'coloca' la primera edición. Eso, a cambio de un año (o más) de trabajo. La impresión es unánime: no se gana mucho dinero escribiendo. La mayoría de autores compaginan más de un trabajo.

Escribir cuando no se tiene un duro no es nada fácil. Las urgencias —comer, pagar un techo, educar a los hijos, cuidar a los padres, sobreponerse a las preocupaciones— tienen la fastidiosa manía de interponerse entre las musas y la realidad. El asunto de la clase social no es menor. ¿A quién no le gustaría tener la tranquilidad de una cuenta corriente muy saneada y todo el tiempo por delante para dedicarlo a lo que nos diese la gana? Lord Byron pudo hacerlo. Steinbeck o Hemingway escribieron sobre la clase trabajadora, aunque ellos no lo eran.

El escritor Kiko Amat definió así la literatura obrera: «Una narrativa escrita sobre, para y por personas que han nacido en un entorno humilde, que han usado un lenguaje sin pretensiones, sin buscar la aceptación de la alta cultura, han centrado su temática en lo que los rodea y aspiran a ser leídos y comprendidos por su propia clase».

Javier Pérez Andújar compartía: «Escribo porque me gusta, para salvarme de la vida. Mi familia es obrera, escribo de mí mismo, que es de lo único que sé. Vengo de la clase obrera pero no soy uno de ellos, a pesar de la complicidad que tengo con ellos. No tengo el desparpajo de considerarme uno de ellos porque no he pegado palo al agua en la vida. Precisamente estudié para no hacer lo mismo que hacían los que me rodeaban. Estudié para no levantarme a las cinco de la mañana, como mi padre.»