Raphael y Natalia Figueroa: conocemos el secreto de su duradera relación
- Cinco décadas de amor y una gran familia de la que estar orgullosos
- Nadie apostaba por la relación entre una aristócrata y un cantante
- Siguen siendo el mejor apoyo el uno para el otro
Raphael ha tenido éxito mundial gracias a su música, pero su mayor triunfo en la vida es su relación con Natalia Figueroa. Llevan casados 51 años y el amor no se agota. Muchos han dudado de esta relación, pero ellos se han encargado de demostrar que lo suyo era de verdad. Cinco décadas después, con tres hijos y ocho nietos, su amor sigue viento en popa. ¿Cómo ha sido posible? ¿Cuál es el secreto de su éxito? Para descubrirlo hay que volver a los inicios de su relación.
Así se surgió el amor
Se conocieron en Madrid en 1968, cuando Raphael ya era un cantante bastante conocido y Natalia Figueroa era una aristócrata, hija del Marqués de Santo Floro, nieta del Conde de Romanones y bisnieta de Alonso Martínez. No fue un flechazo, la propia Natalia lo reconocía hace años en una entrevista. Se fueron conociendo poco a poco y cita tras cita fue surgiendo la amistad y el amor.
Ella era una mujer muy liberal para aquella época. Estudió periodismo y dio sus primeros pasos en Televisión Española presentando Por los caminos de España. Figueroa fue conocida por méritos propios, la llamaban “la coctelera de Madrid”, porque era muy habitual verla en los cócteles de sociedad y entablando amistad con gente conocida.
Raphael venía de una familia más humilde y en los años 60, que triunfara una pareja que provenía de familiar tan diferentes y de entornos tan distintos, era bastante complicado, pero en 1972, venciendo todas las apuestas, se casaron en Venecia en una boda que acaparó la atención de toda la prensa rosa. “Lo mejor que me ha pasado en la vida es casarme. Mi mujer ha sido para mí esa tranquilidad enorme, que yo vuelvo a casa feliz”, explicaba el propio Raphael en una entrevista. Los dos tenían claro que ese amor duraría toda la vida y todas las personas de su entorno lo sabían.
Cinco décadas después su amor es más fuerte que nunca
Pronto ese amor aumentó con la llegada de sus hijos: Jacobo, Alejandra y Manuel Martos. Fue Natalia la que renunció voluntariamente a su vida profesional para cuidar de sus hijos. Ellos no notaban la ausencia de su padre, pero Raphael sí que sufrió profundamente por no poder vivir a diario con sus hijos. Fue tal el sufrimiento que tuvo que acudir a terapia psicológica para enfrentarse a la ansiedad que le producía esa soledad.
Raphael sufrió un duro revés al enfermar. Desde el año 2000 su hígado fue notando el avance de la enfermedad agravado por el consumo de alcohol. Fue tal el deterioro que en abril de 2003 necesitó realizarse un trasplante de hígado urgente. Estaba a punto de fallecer, ya se había despedido de muchos de sus amigos y familiares, pero finalmente pudo conseguir ese hígado tan ansiado y recuperar su vida. El motivo para luchar siempre lo tuvo claro: sus hijos.
Veinte años después, con tres hijos y ocho nietos, una enfermedad superada y muchos rumores vencidos, su amor sigue intacto. ¿La receta? “Ser novio siempre, nunca marido”, responde Raphael en una entrevista. “Se respetan, se quieren, y esa es, desde mi punto de vista, la clave”, cuenta el consuegro de la pareja, José Bono, a Plan de Tarde. El suyo es un amor de éxito sin fecha de caducidad y lo han dejado claro en estas cinco décadas.