'Sinuhé, el egipcio': curiosidades de la película y la 'espantá' de Marlon Brando
- Marlon Brando era el actor elegido para interpretar a Sinuhé. ¿Por qué no lo hizo?
- De la novela a la pantalla: 'Sinuhé, el egipcio': por qué el libro marcó a una generación
"Yo, Sinuhé, hijo de Senmut y de su esposa Kipa, he escrito este libro. No para cantar las alabanzas de los dioses del país de Kemi, porque estoy cansado de los dioses. No para alabar a los faraones, porque estoy cansado de sus actos. Escribo para mí solo. No para halagar a los dioses, no para halagar a los reyes, ni por miedo del porvenir ni por esperanza. Porque durante mi vida he sufrido tantas pruebas y pérdidas que el vano temor no puede atormentarme y cansado, estoy de la esperanza en la inmortalidad como lo estoy de los dioses y de los reyes. Es, pues, para mí solo para quien escribo, y sobre este punto creo diferenciarme de todos los escritores pasados o futuros". Así se presenta el protagonista, y de paso nos da algunas pistas sobre su historia, la historia de Sinuhé, el egipcio.
¿Es mejor el libro o la película?
La historia de Sinuhé ha cautivado a millones de personas a lo largo de los años. La película sale del libro que Mika Waltari publicó en 1945. Sus páginas te sumergen en el antiguo Egipto y en la espiral en la que se convierte la vida del protagonista, el niño huérfano que se mueve entre babilonios e hititas hasta llegar a la corte de Amenhotep IV. Pero no todo es fantasía. El libro se inspira en un relato egipcio del siglo XIV a. C., y ese libro se convirtió en película 9 años más tarde, en 1954.
La 'espantá' de Marlon Brando
Marilyn Monroe deseaba el papel de Nefer, pero se lo negaron. Se dice que la 20th Century-Fox se hizo cargo del proyecto para lanzar la carrera de Bella Darvi, amante del productor Darryl Zannuck. Quizá es una leyenda exagerada. O no. Para el papel protagonista se pensó en Marlon Brando. Pero el actor quería desprenderse del historicismo de su Julio César y puso todo tipo de pegas e inconvenientes para interpretar al egipcio. Lo malo era que necesitaba el dinero para comprarse un rancho y accedió a hacer las primeras lecturas del guion. Con pocas ganas de hacer la película, con muchas ganas de ganar dinero. Pero, no soportaba al director, Michael Curtiz (Sí, el de Casablanca), y mucho menos a Bella Darvi, a la que tenía por tonta y pésima actriz. Todo hizo que abandonara el proyecto y Zannuck tuvo que conformarse con lo que le ofrecieron: el inglés Edmund Purdon, una copia barata de Gregory Peck. ¿Te imaginas a Marlon Brando como Sinuhé?
La corte del faraón
Resulta curioso que el protagonista, al menos el que da nombre al libro y la película, quede relegado a un séptimo lugar en el póster original. Por delante figuran Jean Simmons, Victor Mature, Gene Tierney, Michael Wilding, Bella Darvi y Peter Ustinov, que interpretan a Merit, Horemheb, Baketamon, Akenatón, Nefer y Kaptah. Hay varios motivos. Jean Simmons y Victor Mature ya eran estrellas y habían rodado Entre dos mujeres y La túnica sagrada, lo que les hacía perfectos para una película como esta. Ella arrastraba éxitos, como César y Cleopatra, Narciso negro y Hamlet, con la que logró su primera nominación al Oscar. Él había hecho Sansón y Dalila, un papel que hizo muy famoso y le persiguió durante toda la vida, igual que su fama de mal actor.
Gene Tierney era muy conocida tras hacer Laura, de Otto Preminger, Que el cielo la juzgue, por la que la nominaron al Oscar, y El fantasma y la señora Muir. Y qué decir de Peter Ustinov. Esta fue su tercera película, pero antes conquistó al público con Quo Vadis y La burla del diablo. Estaba Claro: toda película necesita estrellas para no estrellarse en taquilla y para suplir la ausencia de Marlon Brando se rodeó de celebrities a Edmund Purdon
Preparar, rodar y fracasar
Los estudios no quisieron ahorrar en gastos y decidieron tirar la casa por la ventana. Se construyeron 67 decorados para reproducir los escenarios egipcios en los que transcurre la historia y se contrató a 5 000 extras, a los que hubo que vestir de pies a cabeza siguiendo las tendencias de la época. El equipo de diseño de producción, decorados y ambientación se basó en las maravillas que atesora el museo de El Cairo, logrando una ambientación muy cercana a la original. El gasto de la 20th Century Fox fue enorme, pero no lograron los beneficios que esperaban y la película fue un fracaso en taquilla. ¿Hubiese sido igual con Marlon Brando? Las pérdidas fueron tan grandes que los estudios pusieron a la venta los decorados y los vestuarios. Paramount lo compró todo y lo utilizó para hacer Los diez mandamientos de Cecil B. DeMille.
La técnica de la trepanación
Una de las cosas que más llama la atención de la historia de Sinuhé es su faceta de médico, sobre todo cuando realiza la trepanación, y se detalla la forma de llevarla a cabo y el material que se utiliza. Es una de las intervenciones quirúrgicas más antiguas y se hacía para con fines terapéuticos, tanto para sanar traumatismos craneales como para aliviar enfermedades neurológicas, desde la migraña a la epilepsia. Pero no todos se aferraban a la ciencia, ya que hubo quien las ejecutó con fines místicos, religiosos y espirituales.
"No tengo la menor intención de trepanarte, Akhenatón", le dice Sinuhé. "No lo haría, aunque me lo ordenases, porque los síntomas no lo exigen y un médico no procede a una trepanación más que cuando es absolutamente indispensable y nada más puede salvar al enfermo". El rostro del faraón se iluminó y dijo: "El viejo Ptahor ha muerto y la Casa de la Vida no ha designado todavía a su sucesor. Por eso te nombro, Sinuhé, trepanador real, y a partir del día de la Estrella del Can gozarás de todas las ventajas inherentes al cargo, como serás informado por la Casa de la Vida".
La virtud de Sinuhé
Pero la sencillez, la humildad y la espiritualidad de Sinuhé le hicieron huir de la fama y las riquezas. Era un hombre que dedicó su vida a cuidar a los demás, especialmente a los pobres, y dejó de lado la suya. Así lo dice el protagonista al final de la historia. "Porque yo, Sinuhé, soy un hombre y como tal he vivido en todos los que han existido antes que yo y viviré en todos los que existan después de mí. Viviré en las risas y en las lágrimas de los hombres, en sus pesares y sus temores, en su bondad y su maldad, en su debilidad y su fuerza. Como hombre, viviré eternamente en el hombre y por esta razón no necesito ofrendas sobre mi tumba ni inmortalidad para mi nombre. He aquí lo que ha escrito Sinuhé el egipcio, que vivió solitario todos los días de su vida".