Fernando Sánchez Dragó guardó pelo, muelas y semen en una caja fuerte antes de morir
Popular y provocador. Bien con su afilada lengua o su osada pluma, Fernando Sánchez Dragó supo siempre agitar la opinión pública desde las columnas que los distintos medios le cedían. Los últimos años, disfrutó de lo lindo asomándose a Twitter. De hecho, su última publicación la escribió unos minutos antes de morir.
En 2017 la justicia ordenó la exhumación del cadáver de Salvador Dalí. Pilar Abel había denunciado ser hija ilegítima del pintor. A Sánchez Dragó le pareció un escándalo y desde su tribuna de opinión en El Mundo, escribió un artículo asegurando que por el temor a que su cuerpo fuera corrompido post mortem y su descanso eterno alterado, había decidido tomar medidas drásticas.
Aseguraba en su relato que había guardado en una caja fuerte muestras de pelo, uñas y muelas. Hasta de sudor y semen. Quería evitar que cualquier persona deseosa de notoriedad y beneficio económico demandase unas pruebas de paternidad que le sacaran del cementerio de Castilfrío, lugar donde ha muerto y será sepultado.
Lo hacía, decía, porque se consideraba en una situación de alto riesgo. Tenía cuatro hijos de cuatro mujeres diferentes y no descartaba tener más sin su apellido. Presumía en cierta medida de su agitada vida personal. Reconocía que, el haber vivido en diez países disfrutando vivamente del sexo, le comprometía.
Cuando abrieron la sepultura de Dalí encontraron su bigote intacto, apuntando a las diez y diez, como el genio quería y poco más porque las pruebas de ADN no relacionaron a la denunciante con Salvador y fue condenada a pagar los costes de la exhumación.
Sánchez Dragó rechazaba una profanación así y eso que, según él mismo decía, no le temía a la muerte: "Me atrae", insistía. Tal vez por eso dormía la siesta en un ataúd.