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Bambino, el mito del flamenco más salvaje: ¿Por qué el público le dio la espalda?

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Bambino, el mito del flamenco más salvaje
Bambino, el lado más salvaje del flamenco

Ser un animal escénico no te salva de ser devorado por el paso del tiempo y caer en el olvido. Miguel Vargas Jiménez (1940-1999, Utrera), más conocido como Bambino, es uno de los grandes mitos del flamenco, el intérprete más salvaje que ha pisado los tablaos de este país y una de las figuras que más ha influenciado a artistas como Camarón, María Jiménez, José Mercé o Paco de Lucía. Sin embargo, el brillo fulgurante que tuvo como artista durante de los años 60 y 70 acabó diluyéndose hasta arrinconar su nombre y su voz en la nostalgia y el olvido.

¿Quién era Bambino? El rey del compás alimentó su duende desde la cuna, con la gracia de su madre, la bailaora Francisca Jiménez Frasquita, a la que siempre estuvo muy unido. Su debut como artista profesional le llegó cuando solo tenía 21 años, en la Venta Real de Antequera (Sevilla), donde deslumbró con una versión por rumbas de 'Bambino Piccolino', canción italiana que popularizó Renato Carosone y que dio a Miguel su nombre artístico.

Bambino (1940-199, Utrera)

Bambino (1940-199, Utrera)

Un autor por derecho propio

Espontáneo, inquieto y apasionado por la música de todos los géneros, el cantaor se nutría de melodías que venían de la rumba, las bulerías, los cuplés, las rancheras o los sones latinos. Incapaz de amoldarse a los esquemas trazados por el flamenco más puro, Bambino creó su propio estilo. Una amalgama única que reunía aquellos sonidos que se excluían en su Utrera natal, con los que exploraba otras temáticas poco comunes en el flamenco y otras formas de expresión.

“Me lo presentaron allá por el año 1963 y no parecía un cantante de flamenco al uso. Era elegante, bien educado, fino, estudiado”, contaba sobre Bambino Alfonso C. Santiesteban. Su testimonio se recoge en el documental Algo Salvaje. La historia de Bambino (2022). Una entrevista de archivo en la que Santiesteban deja claro que, aunque Bambino contará con él y con el letrista Salvador Távora para componer sus canciones, la autoría era plenamente del cantaor.

Sin ser autor, el artista era capaz de narrar su vida a través de canciones que habían escrito otros, las “bambinizaba”. También le acompañaba la guitarra de Paco de Lucía, que terminaba de conferir esa alma flamenca que llevaban todas sus canciones. “Bambino tenía esa forma melancólica de ver los cantes, las letras estaban hechas con dolor, pero él le daba más dolor”, se oye decir al propio Tavóra. “Para Bambino, era fundamental que el amor y la muerte se sintiesen en la canción”, añadía.

La conquista de la farandula madrileña

Su llegada a Madrid revolucionó los tablaos de la capital. Bambino se convirtió rápidamente en todo un fenómeno. Sus formas de expresión salvajes, llenas de autenticidad y la forma desmedida con la que se entregaba en sus actuaciones atrajeron la mirada de todos los públicos. Su estilo encajaba muy bien en el faranduleo madrileño y en el ambiente canalla al que Bambino ponía la banda sonora y el cierre al fin de fiesta. Pero no solo tenía ganado a la alta sociedad, también las clases más llanas conectaban con sus letras sobre dolor y desgarro.

Entre sus temas más conocidos se encuentra 'La pared', uno de los más escuchados de los cerca de 175 que grabó Bambino a lo largo de su carrera. Una canción sobre el tormento de los amores imposibles, la dificultad, la pared contra la que choca su amor. Una canción que el cantaor interpretaba con una corporeidad única, sacándose la chaqueta y arrancando a bailar sin pudor, con una espontaneidad y libertad que luego, artistas como María Jiménez o Raphael quisieron imitar.

Bambino fue una inspiración para Raphael

Bambino fue una inspiración para Raphael

Su papel en la escena flamenca del momento fue clave para otros grandes iconos como Camarón de la Isla. Bambino introdujo a un entonces jovencísimo y desconocido cantaor de San Fernando en los principales tablaos madrileños. También le presentó a Paco de Lucía. Dos los grandes astros de la segunda mitad del siglo XX a los que, como se cuenta en el documental, unió Bambino.

Los malditos 80

Con la llegad de los 80, España y el público de las salas en las que Bambino era un habitual cambiaron, muchas desaparecieron o se transformaron en escenario del nuevo fenómeno de La Movida. El rock sucio, las tachuelas y los colores estridentes cegaron al cantaor, dejando atrás el flamenco de Bambino. El público empezó a perder el interés, los nuevos lenguajes de los jóvenes no conectaban con el rey del compás y la figura de Bambino comenzó a diluirse. Las malas compañías, los malos hábitos y las malas decisiones profesionales no ayudaron.

Desde finales de los 70, la evolución discográfica de Bambino es inexistente, no tiene buenas producciones durante varios años. Algo que trató de cambiar Gonzalo García Pelayo en 1985. Aquel año publica Soy Lo Prohibido (1985, Vinyl), un disco en el que se encuentran algunas de sus mejores rumbas. Cuenta en el documental la periodista y experta en flamenco Silvia Cruz Lapeña que a Bambino le pasó factura algo que en su momento fue una gran suerte. “Encontró su sello siendo casi un adolescente. No sé si no tuvo cierta curiosidad o que no tenía la inquietud artística que debía tener, pero aquello lo dejó estancado”, apunta.

Algo salvaje. La historia de Bambino (2022), en Imprescindibles

Algo salvaje. La historia de Bambino (2022), en Imprescindibles

Lo cierto, es que en las pocas apariciones públicas que podemos ver en los últimos años de su carrera se aprecia cierto cansancio, asegura Lapeña. “Hizo un producto tan pegado al su tiempo, tan pegado al público al que capta, que cuando eso deja de funcionar, cuando la sociedad cambia y coincide con cierto deterioro Bambino se convierte en nostalgia”, concluye la periodista.

Una realidad que pega con un hombre que nunca fue de medias tintas. Lo daba todo o nada. Cuando el declive de su carrera ya fue demasiado acusado, cuando las salas se quedaron del todo vacías, Bambino retornó a Utrera para ser de nuevo Miguel. Nunca valorado como la gran figura que era, se transformó en un vecino más, jugando a las cartas, cantando para amigos y familia, volviendo a actuar en los mismos escenarios donde empezó. Así vivió hasta mayo de 1999, cuando un cáncer de garganta terminó por apagar su voz.

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