El Jardín de la Isla del Botánico Atlántico, en Gijón: los inicios de la jardinería asturiana de la mano de Florencio Valdés
- La verde Asturias cuenta con unos jardines llenos de sorpresas y parajes llenos de vegetación, variada y espléndida
- En Jardines con Historia conocemos los inicios de la jardinería asturiana con el creador de este espacio, Florencio Valdés
El Jardín de la Isla del Botánico Atlántico de Gijón es un espacio lleno de sorpresas, de vegetación densa y variada, espléndida gracias al clima asturiano. Se trata de un vergel ideado por el empresario Florencio Valdés (1836-1910), que a menudo se escapaba al sur de Francia con uno de sus jardineros para inspirarse. Sus terrenos se autoabastecen de agua y guardan las mismas sorpresas para el visitante que Valdés ideó para sus invitados.
Una isla entre dos ríos
El joven empresario inició, con su gran afición, la jardinería asturiana. Estudiaba los diseños de parques y plantaciones de distinto tipo y todo lo que aprendió lo trasladó a Gijón. En 1870 levantó una residencia a la que llamó La Isla en el barrio de Cefontes, en Cabueñes. El nombre lo tomó del hecho de encontrarse entre el arroyo de Cefontes y el río Peñafrancia.
Los jardines eran de grandes dimensiones, con una superficie aproximada de 60.000 m2. La zona sería, en el futuro, el cordón umbilical que permitió la creación del Jardín Botánico.
Juegos hidráulicos para el entretenimiento en un jardín romántico
El diseño de los jardines de La Isla se caracteriza por ser de tipo jardinero y ornamental, de estilo romántico, lo más deseado en el último tercio del siglo XIX. Su excelente combinación de ambientes, pintoresquistas y paisajistas, le confieren una gran singularidad.
Además de la vegetación, Florencio Valdés pensó en diferentes entretenimientos para sus visitas. Compró los tres molinos que había para conseguir distintos los juegos de agua entre los arroyos. En torno al río Peñafrancia, en el borde nororiental, realizó el estanque de La Terracina, que tiene una pequeña isla en el centro a la que se accede a través de tres pequeños puentes de piedra y ladrillo.
Completó la obra con un canal de 60 metros y un estanque donde se divertían, disfrutando de baños, antes de que se popularizaran los de las playas, en las aguas del Cantábrico.
La gran variedad botánica de la Isla
A finales del siglo XIX, el jardín de La Isla ya era un incipiente jardín botánico, caracterizado por una relación botánica de gran interés y por integrar un tercio de la aledaña carbayera histórica del Tragamón, con más de 200 robles. La variedad botánica es enorme y muy diversa. Una hilera de 43 monumentales plátanos de sombra definen el perímetro suroccidental de la finca.
También encontramos en el jardín enormes y centenarios eucaliptos, exóticos cedros del Líbano y del Himalaya, cedros japoneses o cipreses de Lambert que dan un aire distinguido al espacio. La variedad vegetal se completa con con tejos, castaños de Indias, álamos, robles, falsos abetos, olmos o avellanos.
Cerca de la casa que fue de Florencio valdés encontramos unos jardines en contraste, con el boj trabajado mediante toparía, con estilo barroco. Otras especies como secoyas, laureles y helechos ribereños o plantas acuáticas, hortensias, agapantos, y camelias japónicas anteriores a 1900, completan la maravillosa combinación botánica del jardín.
Este gran jardín permitía el autoabastecimiento de sus propietarios
Como curiosidad, en los jardines de la isla había superficies de pradera y frutales. Buena parte de estos árboles y los frutos secos eran para el autoabastecimiento de la familia y del ganado. La leña que se recogía servía de combustible para las calderas. Para el agua corriente contaban con un pintoresco depósito de agua: que era una torre de estilo medieval.
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, Florencio Valdés decidió abrir las puertas de su finca para que los excursionistas tuvieran una forma de ocio, gracias a la contemplación de su casa y de sus jardines
Hoy en día podemos visitar la finca ya que, en el año 2000, el Ayuntamiento de Gijón compró 40.045 m2 de La Isla a sus propietarios para crear a partir de la misma el Jardín Botánico Atlántico. El complejo abrió sus puertas en 2003 y se puede visitar durante todo el año. De septiembre a de mayo de 10h a 18h y cierra los lunes. El resto del año abre cada día hasta las 21h. Las entradas son de entre 1,80€ a 2,90€, según edad y condición del visitante.
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