Elísabet Benavent: "Lo que quiere alguien de 30 años es vivir"
- La escritora cree que “no tiene sentido plantear una firma multitudinaria" sin posibilidad de una charla
- Las protagonistas de Valeria se enfrentan a "conseguir todas esas cosas que se supone que deben tener"
Cuando Elísabet Benavent releé En los zapatos de Valeria y mira 10 años atrás, se publicó en 2013, le “sorprende un poco la manera tan ingenua en las que a veces planteaba ese sueño de ser escritora, de lo que aún no tenía ni idea, pero soñaba con serlo y me imaginaba cómo sería”, ha contado en una entrevista en Por tres razones.
Este pasado viernes 2 de junio se estrenó en Netflix la tercera temporada de Valeria, la saga popularísima que empezó con esta novela. En la conversación con Mamen Asencio ha destacado que este fue su “primer proyecto” y ha reconocido que lo que sí tiene son “muchos sueños” y de ella, “los miedos”.
“El planteamiento es que esta sea la tercera y última temporada”. Este es el tercer libro y ha publicado cinco, no es el final de la saga. Cree que si quedara así, este sería “un buen cierre”, con el que siente “cómodo” y “es bonito”. Pero ha señalado que a ella como autora y creadora le encantaría “tener una cuarta” para “ver el final” que ella escribió.
La serie está proganizada por una escritora caótica y enamorazida que consigue superar los desengaños amorosos. Cuenta con el apoyo de sus amigas, Lola, Nerea y Carmen, que también tienen un papel fundamental. Además, habla de la presión que sufren las mujeres por ser perfectas, de las oportunidades que surgen en el trabajo y en la familia.
De los pajaritos a los 30
Las cuatro evolucionan “muchísimo” en la serie y en el libro, ya que cuando empieza “no tienen aún 30 años” y “conviven en su cabeza los pajaritos de todos los sueños que tenían, de lo que iban a ser cuando cumplieran 30, la presión por conseguir todas esas cosas que se supone que deben tener a los 30 y lo que realmente quieren. Al final lo que quiere alguien de 30 es vivir y vivir como pueda y como quiera”.
“Creo que todas luchan contra lo mismo. Todas tienen un poco de ese síndrome de la impostora en el que tienen que estar muy volcadas en demostrar que se merecen lo que tienen, en buscar nuevas oportunidades. Pero hay una evolución muy bonita de ellas, es que estén donde estén, quieran lo que quieran, consigan lo que consigan, saben que el amor de su vida son sus amigas”.
La profesión y el idealismo
“Cuando tú escribes algo a los 24 años, tienes una manera de ver la vida quizá mucho más idealista o mucho más romántica, en cuanto a todo; con la amistad sigue siendo igual de romántica y con el resto, un poco menos”.
Ha explicado que pensaba que sabía lo que había sobre la profesión de escritora, pero como no la conocía, la idealizó: “piensas que están ahí las musas, revoloteándote y al final no deja de ser un trabajo que implica rutina, ser muy constante y no tan soñadora”.
El imaginario y las adaptaciones
“Las adaptaciones son complicadas para un autor, tú tienes tu celo”, ha reconocido sobre el hecho de que una historia suya pase el libro a la pantalla. “Eres como un papá que le cuesta dejar a tu hijo en la primera excursión que van a pasar noches fuera. Aprendes que tiene que vivir por su cuenta y caminar en otros zapatos”.
“En el momento en que publicas ya no es tuyo 100%”, ha señalado. “El consumo de la serie es muchísimo más social y el del libro es muchísimo más íntimo. Lo harás tú contigo mismo y lo construyes en tu imaginación. Creo que ahí radica también la dificultad de las adaptaciones, es que es muy complicado llegar a un punto intermedio en el vasto imaginario común de todos los demás”.
“Todos participemos”
Benavent cree que tras la pandemia ha visto su evolución como escritora, una de las cosas que se ha planteado fue que antes del COVID estaba “utilizando el tiempo como si no se acabara nunca y había cierta tendencia a hacer los encuentros cada vez más grandes, buscar algo cada vez más espectacular. Yo creo que no estábamos olvidando de lo que une realmente al lector y al escritor, que es el libro”.
En la gira de su último libro, Cómo (no) escribí nuestra historia, la planteó “muchísimo más pequeña” donde incluso ha tenido la oportunidad de hacer “clubs de lectura”. “Porque son muchos años girando por España, esta ha sido la novena. Y esto de tener la maleta siempre a medio deshacer o medio hacer, según cómo se vea, empieza a pasar factura”.
“No tiene sentido plantear una firma multitudinaria donde lo importante es un garabato en un papel o una foto sin posibilidades de una charla. Me parecía frío, vacío. De ahí sale esta idea de acotar de 100 a 120 personas, poder hacer un club de lectura en el que todos participemos y hablemos del libro”.