¿Qué va a pasar con Julia, la escultura de la plaza Colón de Jaume Plensa? ¿Qué quieren los madrileños?
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Julia es una cabeza de una adolescente que ha transformado uno de los espacios más conocidos de Madrid, la plaza de Colón. Un lugar abierto y caótico en el que la obra de Jaume Plensa se ha convertido en la verdadera protagonista que los madrileños no quieren dejar marchar esta escultura de 12 metros de altura.
Cuando el artista recibió el encargo lo vio como un “regalo envenenado”. El concepto que tenía de la ubicación era el de un compendio de desastres y problemas urbanísticos no resueltos. Incluso conflictos ideológicos: “La plaza es el gran centro neurálgico donde acaban todas las manifestaciones”. Fue colocada en un lugar privilegiado rodeada de agua, un elemento fundamental en la obra de Plensa.
Julia observa la ciudad
El encargo supuso un desafío extraordinario y que el mismo artista reconoce que fue un acierto: “Julia es una niña que tiene un gran mundo interior. Ahora es una mujer que emana una ternura extraordinaria y una gran intensidad emocional”. Está ahí calladita observando todo lo que sucede en la ciudad.
El cielo de Madrid ayudó en la inspiración del artista. El contraste del blanco más puro del rostro y el azul intenso “de uno de los cielos más hermosos del mundo”. La escultura ha sido asimilada por el entorno de manera natural y espontánea. Todo el mundo la contempla y admira. Una obra de arte que ha traspasado ideologías y que está dirigida a ser humano con todos sus defectos y virtudes. Una de las cabezas de Plensa que representa, una vez más el conocimiento.
El dolor de desprenderse de una de sus obras
Plensa reconoce que le duele cada vez que tiene que desprenderse de una de sus obras “perderlas es terrible”, igual que al pueblo de Madrid le cuesta despedirse de Julia. Llegó a la ciudad a finales del 2018. Se trataba de una exposición temporal pero ya hay quien no se imagina la cuidad de Madrid sin ella, y son los ciudadanos los que no quieren dejarla marchar como manifestaron en una carta que enviaron a las autoridades:
“Muchos hemos adoptado a la niña Julia como parte de la ciudad. Solo con verla al pasar por la Plaza de Colón nos aleja, por unos instantes, del ruido y del tumulto de la ciudad", decía uno de los madrileños. "Nos ayuda a seguir nuestro camino con una actitud más sosegada, acompañándola en sus sueños que quizá también sean los nuestros”, apuntaba otro.
La opinión de Plensa
Para Plensa, el artista de las cabezas gigantes, la exposición empieza cuando se acaba, por el vacío que deja, aunque esta vez hace una excepción: “Es una pieza que se tendría que quedar para siempre ahí”. La obra representa serenidad, nostalgia, un punto de tristeza. Emociones que vive el ser humano cuando va dejando atrás la infancia. Una despedida que duele “Cuando pierdes una de tus obras pierdes una parte de ti pero también es bonito porque la compartes con la gente”.
Y eso es lo que le ha pasado a Julia, la niña que los madrileños han adoptado como suya y que quieren que se quede para siempre. El artista es un cronista de su vida en diálogo con su tiempo. Un privilegio y un verdadero placer contemplar su obra y reflexionar sus palabras. Entrevista completa con Jaume Plensa en La Matemática del Espejo en RTVE.