La huella británica en Menorca: vocabulario, gastronomía y arquitectura
- Menorca estuvo durante más de 70 años dominada por los británicos, quienes dejaron una gran herencia en la isla
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El 13 de junio de 1721, Inglaterra se sumaba a España y Francia en el Tratado de Madrid, una alianza que ponía fin, momentáneamente, a muchos años de guerra. Inglaterra, por aquel entonces, había ocupado Gibraltar y Menorca a comienzos del siglo XVIII, de hecho, la isla pasó por tres periodos de dominación inglesa y uno de dominación francesa. Finalmente, en 1802, la isla fue devuelta a España. Durante esos periodos, la influencia de los ingleses y franceses fue considerable, tanto que, a día de hoy, continúa latente entre el vocabulario, gastronomía e incluso arquitectura de la isla. ¡Lo analizamos en Ahora o Nunca, el magacín de La 1 presentado por Mónica López!
Un vocabulario lleno de anglicismo
La influencia británica resulta evidente en el menorquín cuyo vocabulario está plagado de anglicismos, e incluso de palabras procedentes del francés.Por ejemplo, los menorquines llaman a las ventanas las llaman boínders, en concreto a los balcones que están cerrados con cristales. Esta palabra procede del inglés bow window.
Pero la cosa no queda ahí. En menorquín, al ojo morado se le llama ull blec. La priomera palabra, ull es ojo en catalán, sin embargo, la consecutiva, blec, procede de black, es decir, negro en inglés. También utilizan la palabra grevi, para hacer referencia a una salsa que en inglés se llama gravy. En cuanto al destornillador, se llama escrú o tornescrú, y proviene del inglés screw. Por otro lado, la expresión “hay cuatro gatos”, en menorquín se dice quatre mens i un boi, que viene del inglés four men and a boy.
Todo ello son ejemplos de la influencia británica que perdura a día de hoy. Pero como hemos mencionado, también hubo un periodo de dominación francesa que, a su vez, influyó en su lengua. Por ello, se utiliza la palabra merci, a modo de agradecimiento, o vélo, que significa bicicleta. Una serie de influencias que hacen del menorquín un subdialecto mucho más rico y variado.
Un recuerdo a la gastronomía y arquitectura inglesa en la isla
Sin embargo, la lengua no es lo único que ha perdurado de los británicos en Menorca, pues siglos después de su marcha, tanto su gastronomía como su arquitectura también han dejado huella. Por ejemplo, en la mítica plaza menorquina Dels Pins, donde se sitúa el ayuntamiento de la isla balear, hay un gran despliegue de terrazas donde es típico desayunar greixera dolça, una variante del pudin inglés.
En el Museo Municipal de Ciutadella, que recorre las raíces de la isla, también se puede contemplar gran parte de la historia británica.
Otro punto de la ciudad con influencia inglesa es el Camí d’en Kane, un camino que los ingleses abrieron al llegar a la lista y que se encuentra en el centro de la misma, entre el Merccadal, El Toro y Mahón.
Además, los británicos convirtieron Mahón en una fortaleza aprovechando su situación estratégica como puerto. También le otorgaron de bastiones defensivos durante sus 70 años de presencia en la isla.