Adolf Hitler: la verdad sobre su formación y sus días en la I Guerra Mundial
- La I Guerra Mundial contada por quienes la sufrieron y cómo cambió la vida del joven Adolf Hitler y por tanto, la de Europa
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Adolf Hitler fue soldado y llegó a ser cabo durante la I Guerra Mundial. La contienda le pilló con un trabajo malo y decidió alistarse como voluntario. No podía aspirar a nada más, a los 16 años había abandonado el colegio, donde sus calificaciones dejaban mucho que desear. Sin embargo, fue allí donde germinaría en su cabeza una de las peores ideologías, la que él podría en práctica y costaría millones y millones de vidas.
Pero no adelantemos acontecimientos. Cuando todavía estudiaba, Hitler aprendió las ideas antisemitas y pangermánicas de su profesor de historia, Leopold Poetsch. Las ideas de Poetsch figuran en el 'Mein Kampf' de Hitler. También quien sería otro poderosísimo nazi, Adolf Eichmann, asistía a sus clases. Eichmann fue uno de los organizadores del Holocausto y el responsable directo de la 'solución final', el exterminio humano.
Una adolescencia llena de frustraciones
Hitler culpó a su padre de haberle tratado con excesiva dureza. Literalmente, le molía a palos. Ni su padre ni su madre le apoyaron en lo que quería ser, pintor. Se sabe que en aquella época tenía un solo amigo y se independizó gracias al poco dinero que reunió su madre. Entre sus lecturas preferidas, la mitología alemana. Cada vez más radicalizado, soñando como Poetsch en una gran Alemania expandida en Europa y sin más población que una etnia rubia y de gran fuerza física. Sobre todo, Hitler odiaba a los Habsburgo, la casa reinante en su país, el Imperio Austrohúngaro, y su población donde se mezclaban alemanes, eslavos, judíos...
El joven Hitler intentó entrar en la Academia de Bellas Artes de Viena, pero suspendió dos veces las pruebas de acceso. Al morir su madre ya no regresó a su pueblo, tuvo que ponerse a trabajar barriendo la nieve de las calles, de mozo de estación carrgando maletas, o de albañil. Cuando se le terminaba el dinero, le echaban de los pequeños apartamentos donde vivía y debía alojarse en hostales de mala muerte.
En 1909, con 20 años, le llamaron a filas. Huyó a Múnich, porque no quería codearse con gentes que no fueran alemanes puros. Pero le localizaron, y antes de que le cayera una condena por deserción, regresó a Austria por la ciudad que le quedaba más cerca, Salzburgo. Allí le examinaron y... ¡fue declarado no apto!
Al cabo de cinco años creyó que su suerte había cambiado: cuando se declaró la guerra el 28 de junio de 1914, se alistó voluntario. Hitler pensó que era la oportunidad de cambiar su vida.
¿Qué hizo Hitler durante la Gran Guerra?
La versión oficial mientras fue Führer es que Adolf Hitler luchó como correo llevando valientemente documentos y mensajes entre las distintas posiciones que ocupaban las tropas alemanas. Fue herido en una pierna, volvió a reincorporarse y siguió la lucha. En otra ocasión, quedó ciego por gases venenos. Obtuvo el grado de cabo y dos cruces de hierro, la condecoración más importante del ejército alemán.
Parece ser que todos sus logros en esa época fueron una invención de quienes le encumbraron a figura pública y líder nazi. El historiador escocés Thomas Weber escribió en su obra 'La primera guerra de Hitler', que los otros soldados le llamaban 'cerdo de retaguardia', porque no se esforzaba. Según investigó, allí tampoco forjó amistades ni participaba en las conversaciones de la tropa. En aquella época, le examinó un psiquiatra. Su diagnóstico fue que Hitler no poseía competencias para mandar y que era un psicópata peligroso.
Por supuesto, Hitler se tomó muy, muy mal que Alemania fuera derrotada. Como tantos miles de nacionalistas alemanes, culpó del fracaso a los políticos demócratas y a los marxistas. El armisticio y el Tratado de Versalles humillaron a su país por las grandes indemnizaciones que debían pagar, lo que repercutía fuertemente en su economía. Obligaron a su ejército a quedar reducido a una mínima expresión. Alemania, además, perdió grandes territorios en Europa y todas sus colonias en África.
Tras la guerra, su única virtud sale a la luz
Ya licenciado, Adolf Hitler trabajaba en el departamento de propaganda. Era espía y eliminaba todo lo posible del imaginario público las ideas que odiaba, como el pacifismo y la democracia. Escuchó a los ideólogos del Partido Obrero Alemán y se unió a ellos. Sus clases con Leopold Poetsch, sus largas horas de soledad y lectura con libros que ensalzaban una gran Alemania y sus ideas ya redactadas en su manual le ayudaron a realizar discursos, cada vez más extremistas y cada vez con más seguidores. Un caldo de cultivo perfecto. Su carisma destacaba entre la mayoría que quizá no se atrevía a lanzar proclamas tan radicales. El futuro de Alemania volvía a estar escrito con sangre.
Apocalipsis, la historia en imágenes
La serie es una aproximación global a los hechos en la que cobrará relevancia la visión más humana de la historia. Para su producción se han empleado en torno a 500 horas de grabación de archivo, con multitud de imágenes inéditas y totalmente coloreadas, tras dos años y medio de producción y realización. La historia se mueve de los campos de batalla a las mentes de aquellos que gobernaban, y al corazón de los civiles que vivían su día a día más allá de la línea del frente, gracias a algunas de las primeras grabaciones tomadas por aficionados. Viajará de las trincheras del norte de Francia a los menos conocidos frentes de Rusia, Serbia, Turquía, Palestina o los desiertos de Arabia, donde millones de soldados de los cinco continentes perecieron o sufrieron heridas en cuerpo y alma. Gracias a numerosas cartas y libros de la época, la narración revive la memoria de aquellos hombres y mujeres, y ayuda a entender cómo el mundo se precipitó hacia el apocalipsis.
- No te pierdas esta interesante lección de Historia: tienes la serie completa Apocalipsis, la Guerra Mundial en RTVE Play. También la puedes ver en La 2 este miércoles 26 de julio a las 22h en La 2.