Jeffrey Dahmer: ¿nació depravado o se volvió así? Su dura infancia y adolescencia
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En la sentencia que le condenó a pasar el resto de su vida en la cárcel, el jurado civil declaró a Jeffrey Dahmer una persona totalmente cuerda, es decir, era conocedor de sus terribles acciones. Sin embargo, este estaba integrado por personas no especialistas en psiquiatría. Fueron los peritos de la Fiscalía quienes le diagnosticaron trastorno por consumo de sustancias, necrofilia y trastorno esquizotípico de la personalidad. Pero, ¿nació con estas condiciones psíquicas o fueron apareciendo con el tiempo? Lo que sí es cierto es que el asesino en serie tuvo una infancia y adolescencia complicadas, varias enfermedades que le provocaron muchos dolores físicos, una mala situación en casa debida a la relación entre sus padres y la dificultad para relacionarse en el colegio con sus compañeros. Ya puedes ver en RTVE Play el documental sobre la vida de Dahmer al completo, aquí tienes el primer capítulo, donde empezó todo.
Una infancia marcada por la enfermedad y un hobby poco usual
Partimos de la base de que Joyce Dahmer, la madre de Jeffrey Dahmer, tuvo un embarazo complicado. Las contracciones le provocaban convulsiones y, para frenarlas, el médico le recetó varios productos farmacológicos, entre ellos la morfina, medicamento que actualmente se sabe que no se debe suministrar en el periodo de gestación. Cuando nació Jeffrey la situación no mejoró, pues Joyce sufrió depresión postparto, una enfermedad que provoca una desconexión emocional con el recién nacido.
Sin embargo, Jeffrey era un niño feliz al que le encantaba estar con sus padres y montar en su triciclo. Hasta que, a los cuatro años de edad, el pequeño Dahmer padeció numerosas enfermedades que le obligaron a permanecer en la cama: infecciones como neumonías, escayolas en las piernas para corregir su postura e incluso fue operado de dos hernias. El médico lo visitaba habitualmente, pero nadie le explicaba qué le ocurría para encontrarse así.
A partir de este momento, la actitud de Jeffrey cambió. Se convirtió en un niño antipático, solitario y muy introvertido, carácter acentuado por el mal ambiente que reinaba en su casa, ya que sus padres discutían constantemente. No sentía especial interés por nada, hasta que, a los siete años, su padre encontró un animal muerto debajo de la casa mientras limpiaba. A Jeffrey se le iluminaron los ojos: había encontrado algo que realmente le gustaba. Desde entonces, en el cobertizo del jardín, el joven Dahmer diseccionaba animales sin saber, por supuesto, que este afán de investigar cadáveres tendría terribles consecuencias. Además, se dedicaba a enterrar a algunos de ellos, dejando la cabeza fuera de la tierra para asustar a sus vecinos, una forma de captar la atención que no recibía por parte de su familia.
Finalmente, sus padres se divorciaron y Jeffrey no se lo tomó para nada bien. Su padre se fue de casa y su madre se mudó con su hermano a otro estado, no sin antes pedirle a Jeffrey que se fuera con ellos, pero este se negó. El sentimiento de abandono se estableció en él, un trauma del que no se podrá deshacer nunca.
El bullying, el alcohol y el descubrimiento de su sexualidad
En el instituto lo rechazaban porque no era como el resto. Se dice que andaba de una manera muy particular y que, en ocasiones, imitaba a su madre y balaba como una oveja. No tenía amigos y los que se acercaban a él era para reírse. Como acto de defensa, Jeffrey trataba de ser el gracioso de la clase, con el fin de ser él quien escogiese de qué se podían reír, pero eso le trajo numerosos problemas con sus profesores. No obstante, lo más preocupante era su serio problema con el alcohol a tan temprana edad. Esto le servía como vía de escape a las experiencias negativas vividas en la infancia y ahora en la adolescencia, acarreando una adicción que le perseguiría toda su vida.
La gota que colmó el vaso fue descubrir su sexualidad. En aquella época era ya de por sí complicado hablar de la homosexualidad, más para Dahmer, que lo que captaba su atención no eran los hombres sin más, sino sus cadáveres. La ausencia de comunicación que había ya de por sí en su familia no facilitó que Jeffrey se sintiese libre de exponer los demonios que le atormentaban, por lo que nunca supieron de su oscura realidad hasta que el caso saltó por los aires.
Nunca se ha sabido si realmente estos problemas fueron los causantes de su demencia, pero numerosos estudios aseguran que las situaciones disfuncionales en la infancia y adolescencia tienen consecuencias fatales en la vida adulta.