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Visitamos la casa de Sorolla, y los jardines que él mismo diseñó, en Madrid

  • Enrique Varela Agüí, director del Museo Sorolla, nos invita a hacer un recorrido por el hogar del pintor valenciano
  • El sábado 5 de agosto a las 18 horas estrenamos el documental sonoro Sorolla. La luz en el tiempo en RNE

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Un cuadro de Joaquín Sorolla en el que se ve una fuente rodeada de vegetación, en los jardines de su casa
Jadín de la Casa Sorolla (1918-1919)

Sorolla quería estar cerca de su familia, pero sin dejar de lado la pintura. La casa que construyó en el Paseo del Obelisco de Madrid fue un proyecto personal del pintor que encargó al arquitecto Enrique María de Repullés y Vargas. “Finaliza la construcción de la casa en 1910 y Sorolla la dota con todos los elementos de una vivienda moderna con criterios higienistas, de confort y belleza que hoy en día perviven”, explica Enrique Varela, director del Museo Sorolla. Dispuso en la planta noble una zona de trabajo formada por tres estudios contiguos de techos altos, con acceso propio desde el fondo del jardín, y la zona doméstica más pública: salón y comedor, con entrada desde el primer jardín, a través del pórtico principal.

Una vivienda en la que la luz tiene un papel prioritario, al igual que en sus cuadros. “Nos acompaña hoy en día esa luz con la que conforma la materia prima, la propia construcción de la residencia”, añade Varela. Fue construida en la última etapa de la vida de Sorolla, cuando había alcanzado éxito y reconocimiento por todo el mundo. En la actualidad acoge el Museo Sorolla ya que Clotilde, esposa de Joaquín Sorolla, legó la casa al Estado después de su muerte. “Clotilde sabía muy bien que la mejor forma de perdurar la memoria de su marido era legar al estado la casa tal y como se mantenía por parte de la familia. Todos los enseres que la vestían y habitaban y la colección de pintura que ella atesoraba”, señala el director de la institución.

Los jardines de la casa, una obra de Sorolla

Al poco de adquirir el solar de la vivienda, Sorolla vio la ocasión de comprar el solar contiguo y transformarlo en tres jardines. Fueron una creación del pintor, ya que diseñó el trazado y escogió las especies de plantas que los poblarían. “El espacio para los jardines se lo reservó para él mismo. Se comportó como un paisajista, un arquitecto de jardines”, recuerda el director del Museo Sorolla. “Fue empapándose de una tipología del jardín andaluz que combinaba tanto elementos de carácter andalusí como otros elementos de carácter renacentista y que son muy evidentes, por ejemplo, en los Reales Alcázares de Sevilla”.

No es la única referencia que toma para la planificación del espacio. El segundo jardín está vinculado con el ambiente de la Alhambra y el Generalife, y llega a solicitar al conservador de este monumento que le envíe esquejes en tren para plantar mirto y arrayán. Enrique Varela explica que este espacio “tiene unas reminiscencias claras de esos jardines granadinos, nazaríes. Pero también en estos jardines se combinan los elementos arqueológicos de todo tipo, desde un togado romano maravilloso que le regala el Marqués de Viana y que coloca en el eje principal de este segundo jardín otros elementos patrimoniales, como columnas que se trae de Sevilla y fuentes, que adquiere también en la misma ciudad o réplicas de esculturas romanas que él se trae de Nápoles y que coloca faunos, a Dionisos, lo coloca en el propio jardín”.