9 curiosidades que no te cuentan de Palma, ciudad mallorquina llena de historia y leyendas
- 9 hechos curiosos de Palma, leyendas, misterios e historias, algunas horribles, que seguramente no te cuentan cuando visitas la capital balear
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Palma, capital de las Islas Baleares, es una ciudad tranquila donde pasear es un auténtico placer. Incluso en verano, muchas de sus calles son apacibles. En sus esquinas, plazas y avenidas podemos aprender Historia y también leyendas. Hechos reales registrados y misterios, que seguro os encantará conocer, en un recorrido para disfrutar en unas horas. ¡Acompáñanos!
1. ¿Por qué al convento de Santo Domingo se le llamaba la 'Casa Negra'?
El gran convento de los dominicos de Palma, ya desaparecido, fue escenario de algunos de los momentos más cruentos para la población. Si queréis ver dónde estaba, entrad a la calle de la Concepció desde la avenida de Jaume III, una de las vías comerciales de la ciudad. Justo al acceder, donde ahora se alzan el Círculo Mallorquín y el palacio March, se encontraba el convento de Santo Domingo, donde murieron quemadas vivas decenas de personas en 1691.
Los monjes dominicos no eran muy queridos en Palma, porque no veneraban, como era costumbre en la isla, a la madre de Jesús de Nazaret, Santa María. Tampoco admiraban a uno de sus ciudadanos más ilustres, Ramon Llull, el gran filósofo, intelectual y políglota, autor de los primeros libros científicos en una lengua popular, en este caso, su lengua materna, el catalán.
Además, los dominicos acogían al Tribunal de la Inquisición, implacable con los judíos que practicaban su religión. Los condenaban a morir en la hoguera, y si esto ya es terrible, hay que añadir que, de toda la isla, llegaban miles de personas para presenciar las ejecuciones.
A mediados del siglo XIX, las autoridades liberales tenían tanto miedo del poder de los dominicos, que una noche los embarcaron a la fuerza y se los llevaron a Cartagena, en Murcia. Y pasado un tiempo, el convento fue derribado. Cabe destacar que a este exilio forzado solo se llevaron a los menores de 65 años, lo que nos demuestra a qué edad se consideraba peligrosa una persona en aquellos tiempos. Así terminó la existencia del mayor convento gótico de Palma, al que se había apodado la Casa Negra.
2. El aljibe de la venganza
Unos pasos más adelante, frente al número 12 de la calle de la Concepció, está la Fuente del Sepulcro. Es un aljibe árabe del siglo X, sencillo, pero que abastecía a una gran cantidad de población. En el siglo XV, Barthomeu Cantarelles ahogó en sus aguas a su cuñado, casi un niño, para que su mujer se quedara sus bienes. El asesino fue ahorcado en 1459, tras reconocer el delito, y su cadáver quedó expuesto como escarnio.
3. Asaltos mortales entre vecinos
Palma fue fundada por los romanos en el 123 a.C y la calle de la Almudaina es un antiguo decumanus minor, vía de conexión con las calles principales. En este mismo lugar se estableció, el call o barrio judío. Como en toda Europa, a lo largo de los siglos, los asaltos mortales contra sus vecinos se sucedían. El peor ocurrió a finales del siglo XV.
Fue en el año 1435 cuando los judíos recibieron la orden de abandonar para siempre la isla o bautizarse. Quienes cedieron, para conservar sus propiedades o la vida, fueron llamados chuetas. En la calle de la Almudaina, 9 encontramos el Centre Maimó Ben Faraig, donde podemos conocer más a fondo los 1.500 años de presencia judía en Mallorca. Es también una oficina turística que conserva un fragmento de las antiguas murallas romanas.
En el siglo XVII todo seguía igual. Si se sabía o se sospechaba que alguien practicaba la religión judía, terminaba en la hoguera. En 1688 ocurrió un hecho terrible: asustados por la represión, un grupo de chuetas alquilaron un barco inglés para huir de la isla, pero una vez a bordo, se levantó un temporal tan fuerte que no pudieron zarpar. La Inquisición los detuvo y podemos imaginar su horrible final.
3. Sleepy Hollow, un siglo antes
En 1820, el escritor norteamericano Washington Irving publicó 'La leyenda de Sleepy Hollow', que cuenta el caso del jinete decapitado por una bala de cañón. Cabalgando en su corcel, vaga eternamente por el campo de batalla buscando su cabeza. ¡Lo mismo ocurrió en Mallorca, pero cien años antes!
El caballero sería el Comte Mal. Se cree que este noble podría haber existido: sería Ramon Burgues-Safortesa Pacs-Fuster de Vilallonga i Nét, segundo conde de Santa Maria de Formiguera, que murió en 1694. Le apodaron 'Mal' porque cobraba impuestos y por su abuso de autoridad. Dicen que sigue apareciéndose en sus propiedades, en el Puig de Galatzó, sobre un caballo negro envuelto en llamas, porque como en el caso del Comte Arnau, en Catalunya, se lio con una monja.
Según la tradición, el conde aceptó la ayuda del Diablo para construir una torre muy alta en su palacio de Can Formiguera, en el carrer de la Portella, 11, desde la que podía ver el patio del convento y a su amada, Margalida.
4. Un velatorio con sorpresa
En la calle de Fonollar, 2 nos encontramos ante una portada manierista, la de la iglesia del convento de Santa Clara. En época del rey Jaime I, en el siglo XIII se levantaba aquí un convento franciscano. En una ocasión, se velaba el cuerpo de una noble dama a la que iban a enterrar con uno de sus anillos más valiosos. Cuando todos se marcharon, uno de los guardias decidió robar el anillo. Como no lo podía sacar del dedo, decidió morderlo. ¡Ella se despertó, y ya no hubo entierro!
5. Mont Sió, deseos y oraciones
La parroquia de Mont Sió, en la calle de Monti-Sion, 22, se levanta sobre los restos del la antigua sinagoga mayor de Palma. Lo poco que queda del templo es la base del edificio actual. Si os fijáis bien, veréis en los zócalos pequeños papeles, metidos entre piedra y piedra, o en los huecos.
Son deseos y oraciones de judíos llegados de cualquier parte del mundo, su forma tradicional de dirigirse a Dios, en la que fue la sede más importante de su comunidad en la isla.
6. Viruela, peste, cólera: las peores epidemias llegaron a Palma
No podemos olvidar la mortalidad provocada por los contagios. Cuando en algún punto del Mediterráneo surgía una enfermedad contagiosa, los barcos la extendían rápidamente. En Mallorca sufrieron la viruela, la peste bubónica y el cólera. Las mismas epidemias que llegaron, también por mar, a Barcelona, València o Gibraltar.
En la primera epidemia de cólera en Mallorca, en 1865, murieron tres personas de una misma familia, y de cada uno se registró una causa. Cuando poco después murió el cuarto, ya se había detectado el cólera y se sabía que iba a diezmar la población.
A finales de verano, la gente huía horrorizada de Mallorca. En menos de una semana se marcharon de Palma más del 75% de los habitantes. Las tiendas, fábricas y talleres cerraron por falta de personal. Murieron de cólera más de 8.000 mallorquines, 2.500 solo en la ciudad.
7. Los cartógrafos, los influencers medievales
En la calle de Ramon Llull, 20 se encuentra una estatua de Jafudà Cresques, nacido en Palma en 1350. Cresques fue un cartógrafo judío excepcional, que aprendió el oficio de su padre, Abraham Cresques. Vivían de la venta de sus mapas, muy bien dibujados e iluminados, elaborados con la técnica de la triangulación, que les permitía ser precisos con la situación de puertos o accidentes marinos. Jafudà frecuentó la corte de los reyes Pere III, Joan I y Martí l'Humà, quienes le protegían, y para quienes realizó mapas por encargo. También trabajó para una prestigiosa firma comercial de la época, Datini, en la Toscana.
Su prestigio le precedía, pero tras el saqueo del 'call' de 1391, decidió cambiar su nombre por el de Jaume Ribes. En Sagres, Portugal, donde murió, se le considera el coordinador de los descubrimientos marítimos de la escuela naval. Existe un registro portugués que nombra al 'maestro Jacomé de Mallorca', con este cargo. Pero como siempre que un forastero se lleva el mérito, los historiadores discuten de si se trata, o no, del mismo hombre.
Abraham y Jafudà, padre e hijo, fueron los autores del famoso Mapamundi conocido como Atlas Catalán de 1375, obra maestra de la cartografía medieval, mallorquina y europea.
8. ¿Dónde duerme el monstruo de Mallorca?
Si habéis seguido nuestro recorrido, estáis cerca de la magnífica Catedral de Palma. En su interesante Museo Diocesano conservan al monstruo, para que no vuelva a atemorizar a la población. Antes de entrar, lo veréis en la fachada, mirando al mar, como escultura adosada.
Esta leyenda del siglo XVIII es una de las leyendas más conocidas de Palma. El 'Drac de na Coca', el dragón de la dama Coca, era una criatura infernal que merodeaba por los alrededores de la Catedral y se comía a los niños. El valiente caballero Bartomeu Coc se lo encontró, cuando iba a casa de su amada, y no lo dudó: sacó su espada y mató a la bestia.
En realidad, el 'drac' era un cocodrilo, que se conserva disecado en el Museo Diocesano, en la calle Mirador, 5. Existe una réplica a su lado para que los niños y las personas con discapacidad visual puedan tocarlo, apreciar su forma, sus terribles fauces y su tamaño.
9. La mujer 'emparedada' en la Catedral
Al salir del Museo Diocesano y volver a la ciudad por el Mirador, os invitamos a descubrir unas pequeñas ventanas en los muros de la Catedral, si dais la espalda al mar. Allí se emparedó Elisabet Safortesa Gual-Desmur, hija de nobles y nacida en 1530.
Cuando era joven era muy amiga de la que sería después la santa mallorquina Catalina Tomàs. Las dos jóvenes pasaban mucho tiempo juntas y según la tradición, fue Elisabet quien enseñó a Catalina a leer, escribir y bordar.
Elisabet quería ser monja, pero la casaron. No perdieron su amistad, pero cuando Elisabet enviudó, sintió que el mundo no le atraía y decidió encerrarse en una pequeña estancia, cerca de la capilla de San Pedro. Los responsables de la Catedral se negaron, pero ella insistió tanto que al final se le permitió. Así lo indican los registros, en 1576.
Una vez instalada, Elisabet ordenó tapiar las puertas de salida al Mirador y dejar solo un torno por donde le pasaban la comida. En su habitáculo, por la parte de la iglesia, abrieron una pequeña ventana que usaba para sus largas horas de oración. El pueblo la conocía como la Dama Emparedada. Allí acabó sus días, en 1589, después de 13 años de encierro voluntario.
Las leyendas suelen ser terribles y tristes, muchos hechos históricos también. La ciudad de Palma seguirá tejiendo historias, quizá leyendas, porque sigue siendo una ciudad viva y sigue recibiendo viajeros, como durante toda su historia.