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Kubrick, 'Senderos de gloria' y su historia de amor entre trincheras

  • El director encontró en el rodaje al amor de su vida, Christiane Harlan
  • La actriz y pintora alemana tiene una de las escenas más emotivas de Senderos de gloria
  • No te pierdas el clásico con Kirk Douglas, a las 22.00h en La 2

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Christinane Harlan en 'Senderos de gloria' (1957)
Christinane Harlan en 'Senderos de gloria' (1957)

La de Stanley Kubrick y Christiane Harlan fue una historia de amor en pleno campo de batalla. Su relación surgió durante el rodaje de una de las películas bélicas más famosas de la historia del cine, Senderos de gloria, estrenada en 1957. Kubrick tuvo un flechazo poco después de aterrizar en Múnich, la ciudad alemana en la que el cineasta iba a rodar el filme. Encendió la televisión local y allí estaba ella, desplegando talento y voz. Intrigado por la joven, Kubrick pidió realizar una audición para la escena final de su película.

Christiane debía meterse en la piel de una joven alemana, apresada durante la guerra, a la que obligan a cantar frente a todo un batallón de soldados franceses. Asustada y cohibida por las burlas y risas de los hombres, su personaje entona una vieja canción sobre un hogar al que jamás se regresará y un amor interrumpido por la guerra. Una escena triste y catártica en la que su “garganta de oro” logra que aquellos hombres, venidos de la guerra más cruenta, se olviden por un momento del dolor de la batalla y derramen sus lágrimas. Todos, incluido Kubrick cayeron rendidos a sus pies.

Christiane Harlan y Kirk Douglas en el rodaje de 'Senderos de gloria' en 1956

Christiane Harlan y Kirk Douglas en el rodaje de 'Senderos de gloria' en 1956

No era la primera vez que el director se enamoraba en pleno set de rodaje. Primero, con la actriz de su ópera prima Miedo y deseos (1953), Toba Etta Metz y después con Ruth Sobotka, protagonista de El beso del asesino (1955). Pero la pasión con la que vivió su relación con Christiane superó a todas las demás. Antes incluso de que finalizase el rodaje de Senderos de Gloria, Kubrick ya le había pedido matrimonio a la actriz y pintora alemana. Un año después del estreno de la película se casaron, iniciando una historia de amor que duró más de 42 años, hasta la muerte del director en 1999 a causa de un infarto cardiáco.

Christinane Harlan, Kirk Douglas y Stanley Kubrick en el rodaje de 'Senderos de gloria' (1957)

Christinane Harlan, Kirk Douglas y Stanley Kubrick en el rodaje de 'Senderos de gloria' (1957)

Un amor surgido entre las trincheras de ficción que Kubrick levantó en los estudios Geiselgasteig de Múnich para rodar Senderos de gloria. Un filme antibelicista ambientado en la Primera Guerra Mundial, en el año 1916, Francia,. Allí, el general Boulard ordena la conquista de una inexpugnable posición alemana y encarga esa misión al ambicioso general Mireau. El encargado de dirigir el ataque será el coronel Dax (Kirk Douglas). La toma de la colina resulta un infierno, y el regimiento emprende la retirada hacia las trincheras. El alto mando militar, irritado por la derrota, decide imponer al regimiento un terrible castigo que sirva de ejemplo a los demás soldados.

Un cambio de rumbo para Kubrick

En el plano personal y también en el profesional, Senderos de gloria supone un salto enorme para el director que con esta película logró afianzar la productora que había sacado adelante unos años antes con su amigo James B. Harris . En la exposición Stanley Kubrick. The Exhibition, que puede verse en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, se muestra cómo esta cinta dio a Kubrick el reconocimiento definitivo.

Con la película no ganó dinero, pero le dio la reputación como un genio en ciernes entre los críticos. La cinta es además uno de los mejores ejemplos del género al que más veces ha recurrido el director (Miedo y deseo, ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, La chaqueta metálica).

Kirk Douglas en 'Senderos de gloria' (1957)

Kirk Douglas en 'Senderos de gloria' (1957)

En España se estrenó 30 años después

La película muestra la distancia enorme entre los altos mandos militares que mueven cómodamente los hilos de la guerra desde los chateaux, sin pensar en las consecuencias, y los soldados rasos que esperan órdenes en trincheras llenas de sangre y barro. Sus personajes, con su humanidad a cuestas, están en una continua pugna por no dejarse arrastrar por el fracaso, la violencia y el caos. Nunca dejan de danzar entre la vida y la muerte.

Una visión que no sentó nada bien a las autoridades francesas por el reflejo de su estamento militar, y terminó siendo prohibida en varios países como Francia, Suiza o España (donde no se estrenó hasta 1986, 30 años después de su estreno). Sobrecogen especialmente las secuencias de los tres soldados elegidos al azar y condenados a muerte porque su batallón no ha llevado a cabo un ataque suicida.

Encuentro con Kirk Douglas

Senderos de gloria toma como punto de partida una novela de Humphrey Cobb que le impresionó de adolescentes. Trabaja en el guion con los escritores Calder Willingham y Jim Thompson. Senderos de gloria supuso, además, el encuentro profesional con Kirk Douglas, que le propondría para la película de Hollywood que Kubrick jamás quiso rodar, pero que le dio el empuje y la fama necesaria para poder trabajar, a partir de ese momento, como le diera la gana. Estamos hablando de su gran película épica, Espartaco.