Pedro del Hierro, Jorge Vázquez, Ynés Suelves y Paloma Suárez: así han sido sus desfiles
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Empezaban los años 60 cuando Henry Mancini compuso 'Moon river' para Audrey Hepburn, canción que ella hizo sublime en Desayuno con diamantes. Este ha sido el tema que Jorge Vázquez ha escogido para cerrar su desfile, con el que revisa formas, colores y texturas de aquella década tan prodigiosa, y no solo en la moda. La nueva colección, para la primavera y el verano de 2024, lleva líneas más rectas y vestidos más cortos: ¡Los 60 vieron nacer la minifalda! "He pensado en una mujer más sosegada, que lleva vestidos menos entallados, menos estructurados. Pero siempre con ese toque de costura que tanto me gusta", dice el modista gallego.
Se aprecia un elegante equilibrio entre las prendas de día y las de noche, que se muestra más contenida, con vestidos que rebajan la intensidad del bordado. Hay que entender y conocer a Jorge Vázquez para saber lo que para él es contención. "Por ejemplo los linos, que van en su versión más tranquila. O las siluetas, como las faldas lápiz. Todo es más limpio, pero sí he querido jugar con los tejidos con los bordados y los complementos, para lograr esas piezas especiales. Llaman la atención las pamelas y sobre todo los casquetes, que recuerdan a Marc Boham, fallecido el pasado 6 de septiembre.
Dice Vázquez que los compañeros que hacían una costura similar a la suya han ido desapareciendo. "Juanjo Oliva, Miguel Palacio, Lemoniez o Duyos, por citar algunos, ya no están aquí. De mi generación solo quedo yo, y luego están otros más jóvenes como Jorge Redondo", dice. Las que no le dejan son sus clientas, mujeres de todas las edades que siguen buscando vestidos y trajes para esas ocasiones especiales. Especial es esta propuesta, realizada en rafias, linos, organza, tul, gazares y muselinas.
Los guiños a los 60 se aprecian en los estampados geométricos, que contrastan con otros de motivos vegetales, flores y plantas se contienen entre franjas horizontales o se deja que crezcan salvajes para adueñarse de un vestido. Del liso se pasa al tridimensional, para presumir de bordados de piedras y lentejuelas. Tonos maquillaje, azules tranquilos y violetas conviven con burdeos y verde. Destaca una chaqueta de cóctel de lentejuelas plateadas, que lleva un bordado de plumas de ganso, una de esas piezas que lleva el sello de la casa: sofisticado, elegante y con un toque sensual.
Paloma Suárez
Es el segundo desfile de Paloma Suárez en la pasarela principal. En 2015 llegó a EGO y luego pasó a OFF, y la hemos visto crecer a golpe aguja. Comenzó pintando zapatillas deportivas y ahora se codea con los veteranos con una propuesta refrescante, joven y divertida. No le teme al color, ni a los tejidos y ese 'descaro estético' juega a su favor.
En esta colección vemos una paleta de colores soft, y en contraste golpes de negro y blanco, y como novedad, los largos midi. "También he apostado por estas técnicas de artesanía, es un macramé hecho con nuevos materiales para atrapar a un público joven y que se acerque a estas tradiciones".
La pasada edición sorprendió positivamente con sus looks para chico y en esta ocasión ha apostado fuerte, con piezas muy atrevidas. "En los trajes se mezclan texturas y colores, pero respetando siempre la sastrería", dice. La diseñadora canaria siempre tiene presente el reciclaje y ha utilizado prendas en denim que se iban a tirar para hacer piezas desflecadas que decoran las mangas de una chaqueta. A Ynés Suelves le preocupan más los océanos y su colección ha sido un grito desesperado contra la basura que termina en el mar. Sus prendas no tienen fecha de caducidad y sí tienen ganas de permanecer, pasando de una generación a otra.
Pedro del Hierro
La jornada la ha abierto Pedro del Hierro, con una colección tan sugerente como elegante que se inspira en La Habana. Desde allí llegan prendas de ida y vuelta, como los cantes, rumba, vidalita, habanera... Así vemos vestidos drapeados que se aferran al cuerpo y se desprenden a medida que caen al suelo, diseños que evocan la alta costura parisina y que ahora se ven impregnados de ese aire sensual, piezas para seducir y conquistar.
El color explota en las prendas, remarcando las siluetas y los volúmenes. Linos, sedas, tafetanes y nylon se utilizan con acierto en una propuesta sin edad que reinterpreta el imaginario cubano. Nacho Aguayo, responsable de la línea femenina, deja su huella, siempre fascinante, en los vestidos y trajes, enfatizando la feminidad a golpe de volante, muy distintos a los de la moda flamenca. Los hombros tienden a desnudarse y los tejidos a vestirse de topos de colores. Álex Miralles se encarga de la parte masculina y se afana en renovar y rejuvenecer los clásicos, acertando siempre con su apuesta. Los trajes son refinados, pero muy cómodos. Las camisas se inspiran en las guayaberas, una prenda que tiene un intenso magnetismo. En el desfile han metido, con calzador, cuatro looks de Tamara Falcó, que no tienen la impronta de los de Aguayo, un diseñador de gusto exquisito, talento innegable y con mucho talento.