Carlos Cuevas y Anna Moliner, así se enfrentan al amor desde 'La ternura'
- Los actores presentan La ternura en el 71º Festival de San Sebastián
- Adaptación de la exitosa obra de Alfredo Sanzol, estreno en cines el 29 de septiembre
- Hablamos con los actores sobre su relación con... ¡el amor y la ternura!
Toda alma romática con el corazón partido lo ha pensado alguna vez: la única manera de no sufrir por amor es no enamorarse. Visto por muchos como un signo de vulnerabilidad, muchos se esconden para siempre en su coraza. Alfredo Sanzol, actual director del Centro Dramático Nacional y uno de los dramaturgos más destacados del momento, quiso reflexionar sobre esta idea en la exitosa obra La Ternura, una comedia que aborda el drama más bello de la vida, la imposibilidad de protegenernos del daño que produce el amor. Ahora la historia salta de las tablas del teatro a la gran pantalla con la adaptación del cineasta Vicente Villanueva, que convierte a los actores Emma Suárez, Gonzalo de Castro, Carlos Cuevas, Anna Moliner, Fernando Guallar y Alexandra Jiménez en el elenco de este vodevil descacharrante que se presenta en el 71º Festival de San Sebastián y llega a los cines este 29 de septiembre.
La historia, con halo shakespeariano, nos cuenta las visicitudes de una madre y sus dos hijas, y un padre y sus dos hijos. Todos naugrágos de la vida en una isla de ensueño. Los hombres son leñadores que han huido hace años allí para alejarse de las mujeres y las mujeres son unas princesas que hunden la Armada Invencible para huir de los hombres. El problema es que nada más llegar a la isla, a pesar de que las mujeres se visten de hombres los hombres se enamoran de ellos (ellas).
¿Cómo enfrentar el amor en nuestra vida?
La película ha llevado a los actores a reflexionar también ellos sobre el amor y el miedo con el que a veces se encara. "El amor es un tema dificilísimo, pero estamos intentando hacerlo cada vez mejor, pero cuesta un montón", confiesa el actor Carlos Cuevas. "Vas aprendiendo que al final hay que sufrir, o sea, hay un punto en la vida que te das cuenta de que el dolor forma parte de todas als experiencias y en el amor, a veces te equivocas, pero aprendes y sigues, eso sí, hay que vivirlo", añade Anna Moliner.
Ambos actores vieron la obra, ganadora del Max en el 2018, antes de que el texto de la adaptación llegase a sus manos. Les había encantado la propuesta de Alfredo Sanzol y eso les animó a formar parte de la película de Villanueva. "Es una propuesta chulísima, con referencias a Shakespeare, pero con una mordacidad y un sentido del humor súper contemporáneo. Por eso cuando nos llegó la propuesta cinematográfica quisimos sumarnos al carro de una", cuenta Cuevas. Para el director, la intención no era en rodar de forma “clásica” o “convencional” confiando en las bondades del texto y de los actores, sino convertirla en una película dinámica. "Quería que fuese visualmente expresiva e interesante, que la cámara fuese un elemento narrativo más, que no sólo “retrate” la acción, sino que interactúe con ella", comenta.
Divertida, mordaz, con una gran producción
Para el rodaje, el equipo se desplazó hasta diversas localizaciones de Las Palmas de Gran Canarias, Madrid y la playa de Cosón, en Samaná (República Dominicana), donde viviron todo tipo de aventuras, rodaron en un tiempo record y se enfrentaron a todo tipo de retos. "Esa es la magia del cine, que hace que todo lo que pasa detrás de la cámara no se vea y después el resultado sea fantástico", cuenta Emma Suárez. "Hemos tenido huracanes, mosquitos que parecían mecheros voladores, mucho calor, con un 80% de humedad", comenta Gonzálo de Castro. "Todos nos pusuimos enfermos en algún momento. Fiebre, anginas... pero al final te reconcilias y merece la pena la entrega que hemos tenido", añade Fernando Guallar. Las chicas tenían que acarrear, además, con pesados y gruesos vestidos de época. "Claro, como princesas también llevábamos una manta zamorana colgando, una peluca en la cabeza que pesaba con todas esas extensiones, más los corsés, el refajo", comenta Alexandra Jiménez.
Fresca, colorida, la película, como ocurre con la obra de teatro, está llena de situaciones que rozan la hipérbole absurda y el humor más descabellado. Desde las primeras lecturas de guion hasta el rodaje, los actores disfrutaron y se divirtieron al máximo con este proyecto, también por la forma teatral de enfrentarlo todo. "Vicente Villanueva tenía las cosas muy claras. Ensayamos mucho y los nervios se iban pasando, ibamos entendiendo el juego que planteaba. Una de las cosas que yo, por ejemplo, echo de menos siempre en el audiovisual es que ensaya muy poco. En el teatro se ensaya mucho y entonces es donde nacen las cosas, donde hay una propuesta creativa, donde puedes encontrar cosas que al primer golpe de vista no funcionan o no y en esta película lo tuvimos", explica Cuevas.
Hay chistes que se dejan llevar por el descarado, lo paródico, pero siempre sin olvidar la parte más humana, esa que indaga en el título de la obra. "El amor es besos de amor es tristeza, el amor es llanto, el amor lo es todo, lo más importante del mundo. El amor es ternura, es ternura. La película habla de vivirlo como quieras, como puedas, pero, pero viviro con valentcía. El mensaje es que no te puedes esconder de la ternura", concluye Gonzálo. Sin pretensiones, con mucha complicidad por parte de los actores, La ternura transmite esa corriente de felicidad del texto a las butacas del cine.