Doña Carla se cobra el primer muerto de 'La Moderna'
- Doña Carla se adelanta a Balbín, que amenazó acabar con Íñigo
- La relación de Íñigo y Matilde, cada vez más imposible
Son muchos los comentarios que leíamos estos días acerca de las tramas que estaban teniendo lugar en La Moderna sobre quién era el “más malo” o quién buscaría venganza primero, pero se ha desvelado el misterio esta misma tarde. Doña Carla ha sido la primera en cometer un asesinato y, aunque quizás se muriese de ganas por quitar del mapa a Matilde, ha sido Balbín el afectado.
Los negocios de Balbín y Carla
Doña Carla y Balbín estaban haciendo negocios juntos. Balbín trataba de convencer a don Jaime para que aceptase un negocio con unos inversores para crear unos hoteles, una inversión que riesgo para el dueño de las galerías, o así lo percibía él. Ya vimos en los primeros capítulos algunos encontronazos entre don Jaime, Íñigo y Balbín, porque el mayor freno para este acuerdo llegase a buen puerto, fue precisamente la reticencia del gerente del Madrid Cabaret a que don Jaime se uniera a Balbín en este negocio.
Aquello provocó el enfado de Balbín, que viendo que no podía contener la opinión de Íñigo, decidió actuar por su cuenta: contrató a un sicario para que acabase con él. El sicario se coló en el apartamento de Íñigo y le hirió de gravedad con una navaja en el abdomen. Aunque fue Balbín quien se encargó de que Íñigo acabase herido, el empleado de don Jaime pensó que se trataba de una venganza por un suceso de su pasado. Aquello le despistó y no pudo reconocer de donde venía el peligro realmente.
Por suerte, en esta batalla, doña Carla ha decidido jugar sus cartas de forma inteligente. Ella ha tratado de sacar partido en el negocio entre don Jaime y Balbín, aceptó convencer a su marido para que se uniera al empresario, a cambio de una gran cantidad de dinero. Pero todo se complicó cuando se enteró del intento de asesinato a Íñigo. Ella sigue profundamente enamorada del gerente del Madrid Cabaret, y no dudó en defenderle ante Balbín con el pretexto de que era un pilar fundamental para su marido y que no querría hacerle daño y perder cualquier oportunidad con don Jaime.
La amenaza final de Balbín
Balbín dudó, pero no se imaginó hasta qué punto enfrentarse a Íñigo y buscar su muerte, le llevaría a perder cualquier oportunidad de ganar en este negocio y en la vida. El último enfrentamiento que vimos entre él y don Jaime, estuvo a punto de llegar a las manos, pero la entrada de Íñigo en el despacho de Jaime, hizo que los dos hombre se separasen. Íñigo sacó a Balbín del despacho de su jefe y recibió una amenaza de Balbín: “Te juro que nos veremos las caras, sinvergüenza”.
Quizás Íñigo no llegase a percibir el peligro, porque para él, el sargento Aguirre es quien está de todas las desgracias que han tenido lugar en su vida últimamente. Una idea de la que se ha aprovechado Carla, para intentar alejarle de Matilde, haciéndole creer que el sargento secuestró a Clarita, la hermana pequeña de la dependienta.
Doña Carla le ha puesto los puntos sobre las íes a Balbín: “Has perdido cualquier oportunidad de cerrar el negocio. A partir de ahora quiero que me consulte cualquier paso que vaya a dar que tenga que ver con nuestro negocio, Jaime o Íñigo”. Una condición que no le ha gustado a Balbín, él se ha atrevido a desafiarla: “Me basto y me sobro para solucionar mis asuntos, y nada ni nadie va a impedir que cumpla mis objetivos”.
Balbín acudió de nuevo al sicario para pedirle que acabase con Íñigo de una vez por todas, pero tenía una petición, quería estar presente y que Íñigo supiese que iba a morir por su culpa. “Mi cara será lo último que vea”, le dijo al sicario mientras le daba las últimas instrucciones camuflados entre la gente en el metro.
Doña Carla se adelanta a Balbín
Balbín acude a pedirle disculpas a Jaime a su despacho. Allí se encuentran Íñigo, Carla y Jaime. Tras la llegada de Balbín, el gerente del Madrid Cabaret decide irse y, aunque Balbín intenta disculparse también con él, éste lo rechaza.
Balbín consigue que Jaime le perdone y que todo quede de forma amigable, aunque por parte del dueño de las galerías, por el momento, no habrá oportunidad de negocio entre ellos. Es verdad que los dos acuerdan dejarlo todo en el pasado, pero sin esperanzas de momento por alcanzar un nuevo acuerdo. En su intento de conseguir el perdón de todos, averigua en qué momento podrá ver a Íñigo para pedirle también disculpas. Sin embargo, aunque Balbín piensa que ha ganado, no sabe que está a punto de perder para siempre.
Cuando Balbín acude con el sicario al cabaret buscando a Íñigo, se encuentra con Carla en el establecimiento y ella no deja lugar a dudas: “No obedecerme tiene sus consecuencias”. Balbín no entiende la insistencia de Carla al proteger a Íñigo y le reprocha que se esfuerce tanto en cuidarle estando casada. Este será el momento en el que Carla confiese por primera vez que siente algo por Íñigo: “Sí, estoy casada, pero tengo ojos y corazón”.
Antes de marcharse dejando a Balbín con el sicario para que acabe su trabajo, Carla reconoce que “tiene que hacerlo”. Y sin mancharse las manos de sangre, acaba con Balbín y con las amenazas a Íñigo. A juzgar por lo que ha demostrado doña Carla, se ha cubierto bien las espaldas para que nadie la descubra.