Janet Novás, la coreografía de su sorprendente debut en 'O Corno': de la danza al cine
- La bailarina gallega debuta en la gran pantalla con la película de Jaione Camborda
- O Corno consiguió la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián
- Una historia de sororidad, un wenster gallego y feminista que llega a los cines este 11 de octubre
La coreógrafa y bailarina Janet Novás aprendió a utilizar la danza como expresión de la memoria del cuerpo. El pasado de los personajes que cobran vida en su cuerpo, a través del baile, traen consigo historias, vivencias y emociones. Aquel aspecto visceral y corpóreo también estaba impreso en María, la mujer a la que da vida en O Corno, el segundo largometraje de Jaione Camborda, ganadora de una histórica Concha de Oro, para quien la directora tuvo claro que Novás era el perfil perfecto. Una debutante con mucha experiencia escénica, pero que jamás se había puesto delante de una cámara. “Me impuso mucho y me cuestioné mucho si era capaz de hacerlo, pero la propuesta me pilló en un momento en el que me apetecía desplazarme un poco del lugar en el que me encontraba”, explica Novas.
Camborda le dijo a Novas que buscaba, precisamente, una protagonista capaz de llevar esa corporeidad dramática del baile a su personaje. “Ella me pidió que abordase a María desde el cuerpo”. La tierra también tiraba para Janet. O corno sitúa su historia en la isla de Arousa, en el año 1971. Allí, rodeada de una naturaleza animal y cruda que penetra en todo y todos, vive su personaje. Mariscadora y partera, fuertemente conectada con la tierra. “Volver a Galicia fue muy especial para mí. Lo primero que me marcó Jaione es que fuese a acompañar varios días a mariscadoras de la zona. Viéndolas trabajar, observaba mucho sus formas de moverse, de hablar a entender cómo se construyen esos cuerpos con el trabajo”. Un ejercicio de mímesis en el que se “cargaba” de su memoria corporal que también la conecto con su propia familia. “De forma intuitiva también empecé a recordar a todas esas mujeres que me han rodeado toda mi vida, mis vecinas, mi abuela, mi madre. Creo que en la memoria de mi propio cuerpo, como gallega, también está en María”, explica.
Cruda, directa y visceral
En su segundo largometraje, Camborda ha apostado por un estilo más crudo y directo. Un lenguaje acorde a una historia sobre reconectar con las naturalezas del cuerpo -femenino en este caso- en ese vínculo con lo carnal y con la tierra. Novás era perfecta para esto. No solo porque hacía tiempo que le habían dicho que tenía un perfil muy bueno para el cine. “Pero nunca se me había pasado por la cabeza que terminaría haciendo una película”, asegura. Sino porque su trabajo también está ligado a esta idea. Novás comenzó su andadura en la danza y el baile hace más de 15 años. Desde 2008 ha estado presente en los más prestigiosos festivales de danza nacionales e internacionales. Ganadora del Premio Ojo Crítico de Danza 2021, ha construido su obra desde la observación, la experiencia y el diálogo con su cuerpo. “Hay que volver al cuerpo para volver a reconectar con la sabiduría de la tierra y del pasado”, explica sobre ello.
Atendiendo al talento que luce en pantalla, como interprete animal y directa, queda patente que se hizo con el set de rodaje, pero al principio tuvo miedo. “No sabía como relacionarme con la cámara. Yo no había estudiado interpretación, y seguramente hay técnicas, pero a mí me decían que me movía muy rápido, como en el escenario y la velocidad es distinta. Esto sí fue algo como que tuve que pulir, pero que sirvió mucho para el personaje, porque ella es una mujer que contienen muchas emociones”. En ese sentido, asegura que María es todo lo opuesto a Janet. “Yo soy explosión y María es pura contención”. Con todo, la clave pasaba por dejarse llevar. “Para mí, O corno es una película que despierta los sentidos más que el intelecto, es animal, es instintiva”, apunta Novás.
Una road movie de sororidad
También es una película atravesada por el dolor y la vida. El llanto, el gemido -entre el dolor y el placer-, el grito, el clamor. Empezando por el largo prólogo, quince minutos de un parto natural que provocó desmayos en sus primeros pases en el Festival de San Sebastián, y que es toda una declaración de intenciones. Una dolorosa metáfora del punto de partida de las mujeres, bajo el dolor de parir, de doblegarse, de trabajar, pero también del placer del sexo, del nacimiento y la vida. “Me gusta mucho como mi personaje asume el dolor, lo abraza, al hacerlo se convierte en algo muy poderoso, pero también la marca inevitablemente”, apunta.
Tampoco lo sufre en soledad, porque en esta especie de road movie feminista hay mucha sororidad. Las mujeres que se apoyan y se ayudan, con una camaradería como de antiguo western, pero entre personajes femeninos, es muy poderosa. Ellas son punto de partida y destino a lo largo de todo el filme. Una experiencia que Novás ha vivido como una extensión más de su pasión por comunicar. Del cuerpo escénico al cinematográfico. “Me gustó muchísimo la experiencia. Fue muy especial”. Sobre si, a partir de ahora, se ve proyectando su carrera también en este nuevo camino responde: “Ojalá, si surgen oportunidades, para mí también es una manera de seguir prolongando mi trabajo”.